sábado, 29 de noviembre de 2008

Retrato de un recuerdo olvidado


Apareces hoy como una sombra

Eres parte de mí…
Pero ya no de mí.

Hoy miro al suelo,
Te quedaste sin alas

Y te veo recostada…

Callada…

Solitaria…

Cada recuerdo se desvanece
Cuando cae la noche,
Te confundo con otras sombras
Y te pierdes en ellas.

Hoy quiero decirte
Que tu imagen viva
Ya no habita en mi memoria,
Decirte que no recuerdo
Y que enterré toda nuestra historia

Y hasta aventé los besos
En esa mar obscura
De la media noche

Donde los asesinatos
Ocurren y todo queda entre las sombras…

El último verso será escrito
En esta página,
Hoy,
Desde el punto final
Estarás muerta en mí

Para que te puedas ir
Al más olvidado cajón que guarda
La crónica de un fracaso anunciado…

Así fue nuestro amor

Un mal necesario
Que no arrepiento…

Si bien no el más amargo…
Tampoco es el más maldito

Sólo es un recuerdo más
En una larga lista
De amores olvidados…

Allá, no serás reina,
Allá…
Sólo serás.

Mis ojos se cierran y…
No soy ciego para ver entre las sombras.

Tú… ahora mi eterna sombra

Mi verso escondido

El último… Ve la luz

La muerte no es el lugar de las sombras… es el recuerdo.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Amor al vuelo


Si al amor lo reducimos a un olvido... entonces: ¿de cuántos amores hablaremos que no se han olvidado al amar?

Ya es hora de amarnos ausentes
Amarnos distantes
Amarnos distintos…

Y no volver a amarnos.

Fuimos amantes
Y fuimos sinceros…

Fuimos uno
Fuimos del otro

Fuimos un sueño
Una pesadilla
Un lamento
Una alegría…

Pero fuimos…
Y por más…
Ya no seremos…

Llevaré ahora tu recuerdo
A un río
Y lavaré mis manos
Mi cara, mi cuerpo…

Lavaré tu rastro
Y tu rostro…
Lavaré tus pies,
Así, no dejarás huellas ahora
Que hoy te marchas.

Vamos a soñarnos separados
Y caminar sin voltearnos
A ver dónde estamos…

Y desatarnos…
Hoy… nos alejamos…

Hoy nos recortamos la posibilidad
De los hubiera…

Hoy no nacen los sueños
Y no veremos germinar esperanzas
Ni historias…
Ni encuentros…

Hoy cosechamos una separación
Y nos pondremos al juego del azar
En donde a lo mejor un día nos veremos
En donde a lo mejor un día nos pasemos…

Y seamos ciegos.

Rompamos toda memoria
Rompamos nuestros ojos
Rompamos los labios
Y rompamos nuestros huesos…

Que no quede algo para recordarnos…

Y que vuelen las imágenes
Y las hojas con versos;
Que vuelen tus besos
Y también tu caricia…

Tu calma…

Volemos al amor
Y volemos al recuerdo

Volemos a la vida
Al desencuentro

Volemos a los ojos cerrados
A lo incierto…

A las palabras no dichas…
Al silencio…

Y a la ausencia para amarnos
Y luego para olvidarnos…

Y en este olvido
Encontremos nuestro vuelo.

Te amo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Quisiera ser niño

Me olvidé de mirar al sol
Y también de mirar a la luna,

Se me olvidó cómo sentir sin sentido
El aire que golpeaba mi rostro,
La aspereza de los prados
Y la caricia de una hoja en otoño…

He olvidado el amargo sabor de una vagina inquieta
Y de una boca ácida al despertarse.

Olvidé decir te quiero
Y olvidé cómo besarte.

He olvidado cómo dormir contigo,
Cómo abrazarte por la espalda
Y hasta he olvidado tu silencio
Acunado en nuestra mirada
Antes de ser muertos en un sueño…

Olvidé el aroma de tu piel en mi carne,
En mi entorno,
Este entorno que hoy te reclama…

Y te devuelve como un susurro de viento…

Mientras cae el invierno…

Mientras vas desapareciendo de mi memoria
Mientras yo me muero la vida por dentro.

Tengo la boca quemada
Los pulmones sangrando
Y las manos atadas…

Se me olvidó cómo pronunciar tu nombre
Y se me olvidó escribirte cada noche.

Se me olvidó que me importas
Y se me olvidó que te he conocido.

Cada segundo que vivo
Es un segundo que muero…

A veces se me olvida medir el tiempo…

Sólo veo caer la noche
Y nacer la mañana,
Pero ni uno de ellos
Ha querido traerte antes de mi olvido…

Quisiera volver a construir fantasías
Y creer en cuentos de hadas,
Tener de nuevo la libertad de pensamiento
Sin que sea viciado por mis experiencias
Y mis conocimientos…

(Quisiera depositarme en la boca de una sirena
O navegar en un barco de algún cuadro;
Quisiera internarme en un valle obscuro
Y que mi madre me despierte de esa pesadilla…)

Pero he olvidado cómo salir de la realidad
Cómo alcanzar las estrellas
Y cómo volar con los pájaros si así lo deseaba…

Si tan sólo recordara sin recordarte,
No tendría que pensar en olvidarte

O si te olvido…

No desenterraría viejos deseos
Para hacerte creer que tu vida no me importa…

Pero se me ha olvidado cómo soñar,
Y se me ha olvidado cómo ser niño.

lunes, 10 de noviembre de 2008

A la puta que se llevó mis poemas...

Dejemos de crear versos,
dejémonos de miradas al cielo
y hablar de corazones rotos
y besos eternos.

Hoy quiero sumergirme
en los pechos de una prostituta
y colarme en su vientre
para que me hable de su amargura…

De esos pesos pagados por no sentir
o sentir a veces sin sentir que sangra.

No quiero hacer un verso que hable de ti…

Quiero hablarle a las piedras y a los muros
y reflexionar las frases que los visten de noche;
necesito pensar en las plazas y en las calles,
en las celosías que guardan celosas a las niñas.

Hoy necesito cultivarme en la tierra donde he nacido
y encerrarme en un puñado de piedras
para escribir sobre la levedad de mi existencia…

Que presente su mano a través de una ventana
y que se sirva a mi pecado debajo del pantalón,
pagaré, después, con la moneda virginal de mi inocencia…

Romperé su cadera de hierro
que tantos amantes ha visto renacer en ella;
terminaré por darle otra moneda para que vaya a casa
y teja de nuevo su matriz para un nuevo encuentro.

Hoy deseo romperme los dedos
y poner mi lengua en la lumbre,
destrozarme la quijada
y sacarme los ojos…
Mi cuerpo no soporta seguir escribiendo
noches de amantes pordioseras
que buscan amor a cambio de un verso
que buscan amor a cambio de consuelo
que buscan amor a cambio de sexo…

No juzgo a quienes lo han hecho,
pero si de sexo se trata,
mejor pídeme que te de unos pesos
y lárgate sin llevarte mis libros y poemas.

¿Qué culpa tienen ellos de tu miseria?

Si quieres escuchar poesía
tronaré mis huesos para quebrar el ritmo
y deshacerme de las rimas
hacer de lo grotesco poesía
y quitarle a las palabras su sentido primigenio
para devolverlas a la simplicidad de tu vagina
y de tus ojos vagabundos sobre mi cara.

Sí, requiero envolverme en brazos de una puta,
así podría blasfemar a cambio de dinero
e intercambiar lo mismo amor que sexo…

Necesito arrojarme en manos del deseo,
de la necesidad de un oficio antiguo
para cicatrizar el pecho y tu recuerdo…

Meterme debajo de su falda,
lamer el sabor amargo de su entrepierna
y recostarme en las sábanas de un hotel barato.

Mira, bien amada mía,
en qué has convertido mis versos.

Quiero ahorcarme en una cintura experimentada
ser vacío, ser ingenuo y creer que ella,
por una noche,
me ama.

Ay pobre de mí
y mi ceguera…
Que lo mismo ha dado estar mil noches en tu vientre
que estar una noche con ella.



Es más sencillo no escribir de ti

Una persona amó y fue su infierno, la otra nunca lo hizo y fue su condena...

¿Por dónde comienzo a escribirte un verso?
Sería más sencillo si le escribiera al sol,
a la luna, a las estrellas…
y de esa forma que tienen estos astros
de envolvernos para ser plasmados en hojas con letras.

Si te dijera, mi vida, que resulta más sencillo
hablar de otoños e inviernos causados por ausencias,
de primaveras y veranos al compás de los recuerdos;
de cada una de las estaciones que se vive acompañado…

Es más, puedo decirte que es más fácil hablar de prostitutas
de cómo sube el dólar y de la política en México (si es que la hay),
y hablar de estigmas sociales y de robos e injusticias…

Es más fácil escribir de los juguetes de mi niñez
de las memorias y traumas causados por mi padre
de cómo vi crecer a mi hermano y…
de cómo es que nace y crece su hijo sin ver aún la luz.

He de confesar que encuentro más sencillo
hacerle un verso al árbol y a la montaña,
al río, a la piedra, al fuego, al viento
y a cada animal que he visto libre y encerrado…

Y hablar de libertad y encierro me acuerdo de mí,
tratando de escribir una noche como esta acerca de tu cuerpo…

Pero es más simple escribir versos, incluso,
de las canciones populacheras,
del pop, del rap, del legendario rock,
de los clásicos instrumentales y de los cantos gregorianos…

Pero de ti…

Creo sería más sencillo escribir sobre el océano,
de su profundidad siempre ligada al sexo,
a los sueños… a la vida.
Aún con mi falta de experiencia,
aún cuando veo que sin poder escribirte…

lo estoy haciendo…

Es más sencillo escribir de ti sin hacerlo.

Quisiera escribirte un último verso,
que en pocas palabras logre expresar todo lo que vivimos,
desde cómo nos conocimos hasta cómo no puedo olvidarte,
sí…

Que hable de nuestros viajes y encierros
de mis reclamos, de tus reproches, de nuestros celos,
de la bella comunicación bajo las sábanas,
y las respiraciones agitadas antes del orgasmo…

¿Cómo puedo escribirle a esas largas conversaciones
donde reíamos y contábamos interminables historias
de fracasos y gloria; donde comprendíamos al mundo
de mejor manera mientras aprehendíamos
de la insoportable levedad del ser y de su náusea y de su nada?

Quisiera aplicar metáforas a cada beso y a cada caricia,
comparar tu cuerpo con un durazno o un arándano,
y a todo tu ser referirlo a huracanes y días soleados.

Quisiera escribir los versos más tristes esta noche
de algún famoso poeta.

Pero encuentro tu figura andando desnuda en mi casa,
tus incesantes llamadas
las peleas
las reconciliaciones y los concilios
después de un adiós y no cumplirlos…

Hacerte un verso que hable solamente de ti
es más difícil que planear mi vida contigo,
es más difícil que haberte hecho decirme te amo,
y más difícil que lograr que salgas a buscarme,
o hacerlo yo y saber que me aceptarás de nuevo…

Hacerte un verso es como escribir
la historia de la derrota de una conquista,
la crónica del vencedor en una pelea y queda en agonía,
como escribir de mi muerte en vida sin haberla muerto.

Si pudiera escribir un verso que sólo hable de ti,
este sería incompleto, pues ¿yo dónde quedo?

Sin ti…

Concurso Mundial de Gastronomía

El auditorio estaba lleno: cocineros, cocineras, glotones, los de exigentes paladares, pensadores, eruditos de todas las áreas del conocimiento, críticos, bocas hambrientas, los de anchos corazones y la élite gastronómica, se dieron cita en el certamen mundial de gastronomía. Los jueces eran duros y exigentes, los demás presentes, esperaban una cocina que mostrara el culmen de la excelencia gastronómica en el mundo.
Sonaron las campanas y abrieron las flores, se abrieron las puertas, salieron los jueces, las fanfarrias y… ahí estaban ellos, como monjes encapuchados delante de un altar. Estaban parados frente a las mesas, frente a la majestuosidad de un auditorio que juzgaría sus platillos y años de experiencia en el arte del buen manejo de los sabores.
Uno de los jueces alzó la mano y todos callaron, se apagaron las luces, enseguida sólo una iluminó parte del escenario… Ahí estaba, un hombre de baja estatura, no se le veía edad en la tierra, su piel amarilla hacia que se perdieran sus rasgos viejos o jóvenes. Se movía con mucha disciplina, la gente inmutada prestaba mucha atención; se concentró un sonido similar al de la media noche en un bosque internado en los espesos valles de una tierra virgen. Dijo el nombre del platillo en un idioma apenas reconocido por la minoría, pero se entendió que prepararía una sopa, a la cual había llamado Tierras Añejadas.
El asiático desenvaina un largo sable que solía pertenecer al primer samurái. La pequeñez de su cuerpo reflejaba que él era medido del cielo al suelo, no al revés, pues con una técnica impresionante, demostraba la grandeza y habilidad que se depositaba en sus manos cuando rebanaba los ingredientes que, a simple vista, parecían ser de materiales tan duros que ni antiguos gigantes hubieran podido estrellar con todas sus fuerzas.
Colocó sobre la mesa la prodigiosa hoja de acero, alrededor de ella, los demás ingredientes previamente seleccionados y rebanados. El del continente más grande en extensión territorial, nombró todos los ingredientes expuestos ante un público que observaba detalladamente cada movimiento de su cuerpo, entre estos estaban:
una roca abstraída de la gran muralla china
piedras del fondo de los mares de Taiwán
trozos de lava petrificada de las islas japonesas
cientos de granos de arena de playas hermosas
esculturas y pedazos de caminos andados en India
piedras preciosas de emperadores en la Asia antigua
una columna de la Plaza Roja, pilastras de palacios
la primera y la última piedra colocadas en la muralla China
pilares de mármol, de ónix, azufre de los subsuelos...

Comenzó por tomar con una mano una roca, con la otra sostenía el sable, se dispuso a picar finamente y con mucha delicadeza todo lo que había presentado. Se movía con una agilidad que apenas y se le veía desplazarse. Danzaba alrededor de la montaña de piedras, cantaba al compás del ligero ruido que hacía con su sable sobre la mesa; de un momento a otro, todo había quedado pulverizado. Al término de dos cansados días, recogía la arcilla con leves movimientos para colocarlas en una hoya voluminosa negra, la cual, estaba sostenida por cadenas que descendían del punto más alto del lugar. Calentó con el fuego de cien dragones asiáticos durante siete días y siete noches. Al finalizar, sirvió la sopa en platos del roble más antiguo sobre la tierra, con más de cinco mil años, que fueron tallados por los monjes tibetanos más viejos de esa región. Levantó su platillo cuando apareció el sol naciente del onceavo día. Cuando lo bajó a la mesa, sacó de uno de sus bolsillos un frasco de cristal, el cual traía un polvo muy fino, era su último ingrediente, el secreto, el que daría sazón, se rumoró que en ese frasco se encontraban las huellas de tierras mojadas por las lágrimas de un pueblo azotado por la bomba atómica. Sirvió a cada uno de los comensales la sopa, empezando por los jueces y terminando con los más jóvenes. Todos podían deglutir con mucha facilidad la grumosa, espesa y suave crema del platillo realizado por el asiático. Nadie hablaba, era tan maravilloso su platillo que sólo se oía el movimiento de la lengua sobre los dientes y los labios. Los jueces, con la boca abierta, se pusieron de pie y aplaudieron asintiendo con la cabeza, la gente estaba extasiada, gritaron ovacionando su maestría en la alta cocina, todo mundo le reconocía el gran gusto y exquisitez por saber cocinar la tierra poblada.

Volvieron a apagar las luces, un faro iluminó el rostro del europeo. Su cara era vieja, llena de cicatrices y arrugas, sus manos agrietadas sobre la mesa hablaban los secretos de las tierras peleadas. Miró fijamente al público y soltó un grito tan fuerte que simulaba al de un guerrero feroz y hambriento de sangre que se le es provocado por sentirse invadido. Colocó sobre la mesa el lienzo blanco que limpió el rostro de Cristo y adornó su mesa cuidadosamente con escritos de la Reforma; sacó de inmediato un cofre de madera del que extrajo la lanza del destino. Tras un imperioso silencio, con voz profunda y seria dijo Historia Perdida, el nombre del platillo, y de inmediato enlistó sus ingredientes en lengua hebrea, estos fueron:

escritos de los treinta y dos diálogos de Platón
unas gotas de la cicuta que el mismo Sócrates bebió
escrituras en sánscrito y arameo del antiguo testamento
látigos romanos y una cruz con clavos del atormentado
una corona de espinas y hojas de leyes injustas
pensamientos de filosofía y la primera Biblia
un trono, un cetro, coronas, largas alfombras
armaduras de legendarios caballeros, indulgencias
tratados rotos de paz, una túnica papal
una copa de sangre derramada en guerras
diarios, molinos de viento, relojes de arena
guitarras, violines, pianos y partituras
escudos de armas, obras de grandes artistas
mapas del continente americano, brújulas
una bruja, un inquisidor y un verdugo
un alquimista, un revolucionario y un filósofo
trozos de santos enterrados y de ideólogos olvidados
lanzas, flechas, balas, bombas y llanto de huérfanos niños
corazones de los reyes y emperadores más asesinos
canciones de juglares y oraciones de los desamparados
como ingrediente principal, la hija de fenicia
acompañada con cincuenta mitologías
cuentos, leyendas, melancólica poesía
un puñado de tierra, conjuros y enciclopedias.

Comenzó a prepararlo aplicando sobre él bailes ordenados, acompañados de diferentes himnos de las naciones de su continente, después en tono desgarrador, sentencias de condenas atroces por emperadores; a su vez, movía las manos mezclando el guiso con tal velocidad que sus manos se perdían de vista, ante los espectadores que lo miraban sorprendidos e incrédulos. Todos sus ingredientes fueron mezclados y calentados a fuego lento durante cuarenta días en leña verde de pirul, autorretratos de artistas y las primeras fotografías. Cuando terminó, levantó su platillo y gritaba como si hubiera ganado él solo la tierra peleada por musulmanes, judíos y cristianos. Dio la orden a doce asistentes de servir a todos los comensales su platillo.

De esta forma dio a probar su alta cocina, la gente estaba impactada, pedían más, entre ovaciones y alegría, como si todos hubieran formado parte de un ejército que conquistó el mundo, celebraban y cantaban felices mientras el europeo, serio, sólo escuchaba la gloria de haber trascendido en el arte culinario. Los jueces se veían unos a otros, sonrientes, se pararon de su mesa y fueron a estrechar la mano raída y cadavérica del viejo europeo, se le fue felicitado, pues en su platillo se degustaba la historia que hemos olvidado.

Las luces apuntaron al representante del continente americano, un hombre joven con la piel de mil colores, de mirada profunda, como la de un jaguar negro que protege a sus crías; el tono de su voz era como la del océano que se estrella en una roca. No se puede olvidar su cuerpo que brillaba como las estrellas, tenía él un magnetismo que atraía la mirada de los ciegos. Su rostro… su rostro tenía ese sueño encantado Maya, su cabello se confundía con una selva centroamericana al ocaso. El no utilizó utensilio de cocina, sus manos… sí, sus manos le eran suficientes. En un grito animal dijo el nombre de su platillo, Ensalada Mística, en lengua náhuatl. Enlistó y presentó sus ingredientes ante todos. Agarraba la fruta con mucha suavidad, como los niños que cortan las flores de amapola al sur de México. Esta fruta no puede ser comprada en los mercados, sino que son cultivadas en la imaginación de la mente cuando sueña, y niñas de todos sabores hacen la cosecha. Estos frutos eran:

sandías sembradas al norte de Alaska
ciruelas que se dan en bocas de sirenas
piñas recogidas en las altas cordilleras
limones que se dan en los colmillos de elefantes caribeños
mangos blancos encontrados en los más abstractos nidos
manzanas cultivadas por Quetzalcóatl en el fondo de los ríos
kiwis que nacen en la risa de todos los dioses marginados
naranjas cuidadas por jaguares
tunas arrancadas por serpientes
membrillos que se dan en magueyes
jícamas partidas al caer de las nubes
fresas que se dan cada siglo en los matorrales
cerezas paradisíacas de pechos de mujeres
zarzamoras halladas en la tierra de los gigantes
tejocotes atorados en los hombres más sanguinarios
cocos de palmeras que habitan en la luna
melones tomados de los rayos solares
cacao sembrado en el centro de las vírgenes
extracto de café que toma la diosa de la tierra
maracuyá nacida al término del arcoiris
peras que brotan de una historia sin fin
tamarindos que abren en los maizales
plátanos enterrados en estériles lugares
cañas que nacen en la falda de los volcanes

Enseguida tomó la fruta en sus manos, la aventó, la juntó, la volvió a aventar, la apretó, la enseñó al público, la ocultó después, se revolvió con ella en las sombras, se hizo parte de su esencia. La expuso de nuevo y la colocó enfrente de él, le cantó, le lloró, le rezó, danzó sobre ella; más tarde la mimó, platicó con la fruta, la escuchó también, ellas le decían el secreto de sus jugos, él responde con un fuerte abrazo, como aquél que reencuentra un hijo perdido. Hizo un altar con ramas de abedul y depositó ahí la ensalada. Le agregó por fin, al término de siete lunas y cinco soles, el ingrediente secreto: jugo de lágrimas lloradas en conquistas, polvo de injustas cadenas y sueños… miles de sueños rotos amanecidos tras las batallas en tierra de indios.

Se hizo un gran silencio en los espectadores, sólo se oye una plegaria del americano, esa que sólo se escucha el primero de noviembre en los cementerios de los pueblos. Enseguida sacó a una niña no mayor de edad, de cara virginal y cuerpo de diosa, sobre su vientre inocente puso la ensalada. Él mismo tomó a la niña y la colocó en la mesa de los jueces, el resto, dio la orden a cincuenta y dos leopardos de entregar su platillo al resto del público.

Tan pronto la lengua, de los que asistieron, tocó la ensalada de frutas, quedaban al borde del delirio; todos gritaban, corrían, se enamoraban entre ellos, saltaban, doblaban sus cuerpos, caían al suelo como si fueran semillas, y brotaban de la tierra renovados. Los jueces, en tanto lograron entrar en razón días más tarde, lo felicitaron, la gente seguía gritando extasiada y llena de pasión, algunos, incluso, hicieron canciones en su nombre; los jueces le felicitaron, pues le reconocieron el gusto y el tacto de saber preparar la fantasía, lo místico y lo mágico.

A lo lejos, se escucharon tambores, estruendosos tambores que se acercaron al escenario, y las luces se dirigieron al hombre de África. De piel obscura, entre morada y negra, entre roja y negra, no sé, el tono de su piel era como sacada del barro de las regiones del Congo o de Somalia. Su presencia interrumpió la risa de aquellos que siguieron en la locura del anterior contendiente. Lo miran de forma desagradable, como si él no fuera un humano hermano, como si todos los recuerdos malignos se apoderaran de ellos.

Les regala una mirada lánguida, penetrante, triste, iracunda a su vez, a todos los presentes. Agacha la cabeza, como si no le importara. Sumergido en las caras de desprecio, da el nombre de su platillo y la lista de sus ingredientes en una lengua totalmente desconocida; Sacó tarros de madera que llevaban etiquetas, los filólogos más conocedores rumoraban alguna interpretación acerca de lo que veían escrito en ellas. Entre estos estaban:

Amor, desamor, rencor y odio; lágrimas de mujeres esclavizadas, sudor de los hombres presos, esencias de perdón, de sometimiento, de risas, de alegría, de tristeza y de pobreza; de manos rotas, sangre de la espalda de miles de esclavos, de enfermedades, de curas; granos de pasión, de tirria, de lamento, de rabia, de injusticia, de lástima de sueños, de promesas; semillas de incomprensión, de racismo, de intolerancia, de malas palabras, también de bondad, de compasión, de libertad y de humildad.
En otros tarros también se rumoraba que contenían: mentiras, verdades, contradicciones, miedos, muerte, vidas irreales; el último parecía ser de estupidez y sabiduría.

Puso sobre una gran mesa de piedra, un montón de sal, de hierbas olorosas y encima, un cuerpo estupefacto con un enorme corazón sangrando. La gente estaba asqueada y pedían a los jueces que parara, sin embargo, ellos deciden dejar que prosiga.

Extrajo una gota de cada uno de los recipientes, y los derramó en los genitales, en el ombligo, en la cabeza, en las manos, en las piernas y uno último en el pecho. Acto terminado, se hincó en el suelo, levantó la cabeza, puso los ojos en blanco y abrió las manos. Se paró y comenzó a golpear al cuerpo incansablemente hasta que lo dejó destrozado.
Nadie sabía qué tipo de platillo está preparando, pero en sus caras estaban expresadas un asco infinito.
El maestro de África se acercó a ellos para gritarles e insultarles, sacó de su espalda un látigo y empezó a golpear al cuerpo tendido sobre su mesa. De pronto guardó silencio y rompió en risas amargas; por último, escupió sobre aquél alimento. Lo mostró y lo aventó en pedazos arrancados con sus propias manos a todos. Los comensales y los jueces salieron corriendo, gritando, la mayoría a punto de vómito, otras tantas haciéndolo… En un abrir y cerrar de ojos, el auditorio quedó vacío, sólo se quedó el africano comiendo del plato. Sus contendientes pasaron detrás, blasfemándolo. Claro, nadie pudo felicitarle, pues en su platillo se encontraba el increíble gusto por cocinar la esencia del ser humano.

martes, 8 de julio de 2008

Nuevo testamento

Por cada gota que derrames, y en cada gota que te seques, te acordarás... de mí.

Una moneda al aire
una bala perdida
un niño extraviado
una flor en el desierto…

un grito ahogado en el océano,
suspendido en el recuerdo de una risa
y de una lágrima rota en el suelo.

Estoy como un ave puesta en cautiverio,
solo, encerrado,
en una jaula de cicatrices
por donde pasó tu mano
y tembló tu vientre…
ostia y vino de mi cuerpo.

Después de tu última cena
la moneda se insertó en mi ala diestra,
la bala en la zurda,
el niño en mis pies corrió desnudo
para que la flor me hiciera una corona…
y sea escrita tu historia.

Sangras mis pensamientos
como sangro estas letras,
escarlata tinta en mi Biblia
minutos póstumos a tu partida.

Narro la letanía de tu presencia
en estos valles que sirvieron para sostenerte,
en las mañanas claras cuando abrazado a tu espalda,
frente al enigma trinitario del secreto de tu mirada
y en la fragilidad del tiempo al concebirte en mi espacio:

déjame oler el rastro que dejaste en las sábanas,
limpia mi rostro con tu manto de luna
y llévame a las paredes que atestiguaron tu sonido…
donde tu pasión y tu furia son látigos en mi memoria.

La quinta herida ha llegado a mi costado izquierdo,
aquella que llorar a las nubes, temblar a la tierra
y alborotar a los mares ha provocado:
tu lanza que perfora mi pulmón con tu olvido
me roba el aliento y te hace un evangelio
mientras quedo tendido en el quinto misterio.


Así sea

martes, 1 de abril de 2008

Cuando despiertes...

No dejes que me queme nunca el sol, para que en las noches pueda vigilar tu sueño sin que sientas mi presencia, mantenerme así hoy prefiero, quizá, hasta que tu olvido sea mi dueño.

Cierra tus ojos
sueña profundo
duerme… Sólo duerme…

No oigas otras voces
tampoco me escuches…

Muéreme en cada letra
muéreme durmiendo.

Vigilaré celoso la entrada
hasta que cada sol me vea partir
y cada luna me acompañe a cuidarte.

Seré ave nocturna
que se sostiene en un árbol
sin emitir trino, sólo viendo
tu descanso, tu respiro…

Tu respiro…

Aquel que se acomodaba en mi cuello
en las noches fuera de tus dominios
mientras mis manos recorrían tu cintura
y calladitos olíamos el aroma de nuestro cuerpo…

Así mantente dormida,
acunada en el brazo de Morfeo,
que sea él quien ahora soporte te respiro lento
mientras a través de tu ventana, me voy desapareciendo…

…Conforme asoma el alba…

…También mi recuerdo…

…Hundido en el pozo de tu memoria
que vas guardando en la inconciencia
bajo tres llaves de párpados cerrados
y guardianes de nuestro respiro intersticio…

Prefiero tenerte dormida y cerca
que despierta y lejana de mis letras…
El avatar de la vida nos acomodó astros
en una órbita onírica de tus tres lunas en el rostro,
donde soñaba morderlas en un trazo de mi boca
y acomodarles millares de semillas de esperanza…

…Que germinarán una mañana soleada,
cuando aciago, me encuentre expulsado de tu almoHada.

jueves, 27 de marzo de 2008

A... La carta sin entrega

Una persona amó y fue su infierno, la otra nunca lo hizo y fue su condena...

Cómo no eres yo para que puedas saber qué es perderte... Que esto sea por ti y por mí... Por lo maravilloso de haber estado contigo, en una espera que me diste pero en la que me han dicho que no regresarás... Y antes de que tu boca me despida, déjame decirte unas palabras que arrepientan tu partida, para que a tu regreso, no dudes en entrar:

En horas muertas del tiempo cero…

Todo se detiene por un momento…

Leo la carta que no fue entregada:
tus dedos ardientes, tu alma de hielo
palabras que me encadenan
acciones de mi destierro…

Me gustaría que fueras yo por un momento
Me gustaría que supieras qué siento…

Lo que significa perderte…

Lo que duele querer a cambio de un agradecimiento.

Tu indiferencia es como estas letras:
sólo tienen vida cuando son vividas
su muerte radica al dejar de ser leídas
así como pasa tu voz a través de la línea…

No llega el mensaje
tampoco mi carta.

Mira mis manos como tiemblan
no oigas mi respiración que aún se quiebra
tus latentes últimas palabras derriten mi cara
y sólo digo, queda pendiente nuestro destino…

Pero un ave me dice al oído que no regresarás
esa ave ya no quiso entregar la carta…
Letras que son muertas y enterradas
puestas en la lista, de la espera… Te esperan…

Mi hoja se vuelve negra
la culpa me esclaviza a una jaula sin rejas…

Invade tu recuerdo en cada luna
porque no te regresaré lo que no me diste…

A ti te regalo una carta que nunca leerás
la cual carece de un final…
Ella espera a que se la escribas
mas obedece al sueño ligero de no termi…

Una carta sin fi…
Una historia que no verá la l…
Del cuento enamorado nacido una noc…
Cuando abrazados buscábamos una solu…
Se fue perdiendo la fe con los deta…
se te apagó la mag…
mi espíritu poeta no se siente compl…
como incompleta está la carta no entreg…

¿Pensarás en mí como hago yo en ti?
¿Sentiste mi pecho colapsarse,
estremecerse hasta perder sentido?
¿Escuchaste cada ritmo sin mi armonía?

Siempre habrá algo que se guarda en secreto:

donde el comienzo es pleno
el final, su defecto, es que no acab…

Te pido que regreses para completar las frases,
mis días, mis besos, mis silencios, mis cartas…

Nan, nal, che, ción, lles, ia, eta, ada, a…

Secreto del Hada:

Alas…
Letras…
Espacios…
Juicio…
Arte…
Nido…
Daños…
Risas…
Añoranza…

Tu nombre pierde sentido como estas letras…
Son sólo palabras que encierran un mundo…
Diciéndolo todo…
Escapan sin final a la nad_ así tan _ _jos…

Donde los _ _zmines blancos _acidos en mis manos
que se _tren _e espacios se marchitan _ompiendo
en lágrimas negras como esta noche mi tint_
que es absorbida por tu nombre tres veces: _l_j_n_r_

Callaré tu nombre
como calla mi carta…

Para darle final a la historia, incompleta…
Hasta que contigo, de nuevo amanezc_


jueves, 14 de febrero de 2008

...En mi Biblia...

...Fui recogiendo los trozos de mis pisadas pensando que eran tuyas... En el sendero de piedras que nunca tocas, por ese viacrucis que soporto hasta que vuelvo a verte... Pero aún en ese vacío que dejo al levantar los pedazos de mi carne podrida, te vuelvo a encontrar; y pongo velitas como si fueran migajas para envolverte en una oración de este mito hasta que el otro día te traiga conmigo para que puedas enrollarme en las siete plagas del próximo encuentro...
Inserta tu golpe en mi garganta
quiebra mi voz con tu silencio
desata mi furia en tus sábanas
y sostén mi rostro perdido en el oído…

Cuando cierre los ojos…

Cuando te encuentres dentro…

Fundidos etéreos en nuestro secreto…

Rompe con tus manos mis cristales de agua
nada sobre ellos y conviértete en mi gloria
pon una de esas gotas en el cáliz de mi inocencia
y bebe mi sangre hasta embriagarte con mi presencia

Hoy vengo en tu última cena
y traga mi cuerpo en una ostia
suelta tus demonios sobre mi mesa
y arráncame con un beso mis prendas

Hoy necesito tenerte cerca
amordazándote con mi manto de pobreza
estrellando mi boca en tus monedas de plata
donde cada noche conservo tu belleza

reviéntame con un pecado de tu lengua
pulveriza mi espíritu de tinta derramada
espárcela lentamente en mi hoja evangélica
y rézame nocturno en tus oraciones del alba…

Híncame para velar tu sueño prohibido
rompiendo mis costillas por tu lanza del destino
extrayendo mi ligereza esa lánguida mirada
donde voy siendo con un beso tuyo, tu presa.

Enséñame…

A como tocarte con la fuerza de cien dragones
a quemarte con el fuego de mi leña verde
a consumirte en siete lunas y cinco soles
a existirme en la vista de la Venus sollozante.

Hagamos un ritual en el claro de un lago
ofréceme en castigo a tu veneno de centeno
déjame navegar en los torrentes de tu sangre
hasta que pueda alcanzar el centro de tus pasiones…

Hoy quiero hacer de ti mi éxodo
y ser ese pueblo bendito de tu cuerpo
y que se partan los mares si llegas a irte
para que nunca canses de regresarte…

Sé mi universo enclaustrado en los altares
donde el agua y el fuego puedan unirse
que el oro ofrecido sea mi sacrificio
y no haya rastro de las vírgenes en los cirios…

En tu pecho alzaré un altar
y en tus piernas construiré mi iglesia
oficiaré una misa si me dejas entrar
y sobre mí una alfombra donde puedas pisar…

Para que flotes levemente y no puedas lastimarme

para que tropieces y el suelo nunca toques

para que levante con mis dedos redes tu deseo de hambre.

Guarda la mitad de mi piel en tu cofre de mirra
el resto aviéntalo a una abedul fogata
pon astillas de pino en mis comisuras
y lárgate al fondo de mi ser desierto…

Regálate durante cuarenta días a mi pensamiento
y mándame un puñado de polvo de estrellas
porque la arena que pisas es mi tierra sagrada
que ha sido regada con tus caricias violetas…

Que me devuelven al viaje de tenerte cerca…

Atado a tus llamadas corporales primitivas
donde con sólo un suspiro me robas el aliento
donde con sólo una señal eres mi tragedia
escuchándome ser colapsado en tu coro griego

en el cual suspendes mi rito y mi obra…

En el mito capturado por una pluma negra…

Y que se encierra en la imagen de un poema…

Que al final de todo, terminan siendo tuyas mis letras.

Amén

lunes, 11 de febrero de 2008

Apariciones

Vienes y te vas, confundida palomilla ante la luz electrizante que un ocaso nos vio enredarnos, más tarde otro de ellos nos hizo presos y te fuiste corriendo para no entretener más tu boca del dolo de querer borrar una imagen en tu boca concebida por otro viajero libélula que te ha dejado.
No puedo saber el llanto llano silencioso de tu último encuentro... Más te vas y huyes de que pronto descubra el misterio que los arrayanes cuidan esa huella maligna que te acosa sin ser mi lengua viperina quien se lleve con una ola aquél amor añejo del cuál sigues escondida.

En el sueño roto del hada
ahorcada pendiendo de un árbol
como péndulo se balancea sin movimiento
en la aldea seca de árboles enverdecidos
con hojas obscuras y brillantes de su mirada…

Tus alas caídas de recorrer tantos templos
emociones te amarran al unísono de la flauta
dejando rastro en un bosque de perlas
evadiendo la realidad del rosado de tus labios…

Desapareciendo tu silueta en la mañana…

Recordando que tus prontas manecillas tienen prisa…

Absorbiendo el calor de tus piernas enardecidas…

Y no te encuentro en el tipi tipi de mi lluvia.

La marca de tus dedos en mi espalda
es igual al ritmo de tu voz incandescente en mi oído
aún cuando adviertes miedo y peligro
tus manos han sido ese leño de esta noche estrellada

Aún cuando no veo y no siento tu espera

Aún cuando volteo y te veo gravada en mi tierra…

Así es cuando siento sentirte latiendo traspasando
levemente mi voz de océano…

Recostada sobre mi pecho de hiedra…

Cuando colocas tus párpados soñando mi sueño
donde un sonido arrulla y vigila tu silencio.

Vas plantando una orquídea roja en mi boca
siendo un misterio de contenerte y salir corriendo
cuando el roce de tu rostro se pierde en mi niebla
arrastrándote por debajo de mi sentido opacado y ciego…

Escribo peldaños en letras para robarte un beso
succionar el veneno que un año atrás de un día eres víctima
y regalarte una espina del rosal enternecido
para crear con mi trino de ave viajera el carmín de tu rosa…

Enterrando mi corazón entintado al tallo de tu aventura.

Cierro un atardecer mientras te beso dormida
los maitines en mi vida se cierran en tu laberinto:

Ven y vete tres veces tres con el agua de mis raíces
te pierdo y te recupero en la zozobra de un fugaz encuentro
y te sigo viendo y te sigo despidiendo sin hallarte a mi lado
perdiendo la rapidez de tu río con desembocadura delta mi delirio

y son delirios en mi cabeza de lirios tras tu partida
en un invierno lloviente estremecido de quererme lejos

mientras sordo me quedo cerca…

Haz del aroma de tus uñas mi prisión blanca
marfil de los incisivos en mi cuello
clava tu pulgar en mis llagas
y saborea lentamente la proximidad de mi cuerpo…

Ajeno pordiosero al tuyo
bifurcado río europeo mi piel en llamas
cuando confundida te sientes lejana negando mi boca
que aturdida llega de saber que pudo estar en la tuya…

Anida tus alas de hada en mis brazos
corta la soga atenida a la rama
y haré de mis ojos tu alimento
metiendo tu brasa a mi garganta…

Regresa en las tardes empedradas
colmando con millares de trazos celestiales
dibujando en el húmedo jardín la crucifixión de mi existencia
clavándome a tu cruz que un par de noches tus labios fueron madera.

No te detengas…

domingo, 10 de febrero de 2008

Elemento del hombre

Sólo un día despiertas y ves que no sólo todo ha terminado, sino que ni siquiera empezó...
Dejémonos de cursilerías, dejémonos de miel del corazón... Somos partidiarios de la razón mientras sometemos el cariño... Seres naturales que han desechado el sentimiento, sin saber que donde gobierna corazón, es absurdo dejar ue reine la razón, pues la razón, nunca será amigo del alma.

Se provocan los torrentes en las aguas
los cielos se cubren de rojo
se parte la tierra y rompe raíces
detona el fuego guardado en tu cálida boca…

En los elementos encontramos nuestra vida…

Encontramos nuestra muerte…

El amor y el miedo el peor de los males
El amor y el miedo dueños de nuestros sentidos…

Hay veces que uno se defiende más callando…

Las palabras son torpes en la pasión de una mirada

En la tormenta de un fuego
en la helada de una primavera
en el incendio de un verano
en la lluvia de un otoño…

Y así van sucediendo pretenciosas las palabras…

Como gotas de lluvia ácida que surcan nuestra vida…

Como un par de flamas que carbonizan nuestras hojas…

Como un par de flores en un invierno abandonado…

Y como esos aires de grandeza ahogadas en el fuego…

Dando vida a la razón apartando al corazón…

Qué sería de prometeo si él no hubiera sucumbido
a la promesa de la razón y la técnica del hombre…

Donde la praxis nos lleva a un mundo venidero
de artefactos innecesarios que someten lo práctico…

Que se vuelan en los papalotes de los niños…

A que un rayo llegue y los parte…

A que un sol nuevo venga y nos incinere…

En la sombra que emana una montaña de elementos…

Con sus dotes puestos en las estaciones que nos labran
que nos dicen al oído… No te caigas…

Pero arrástrate para que pueda levantarte…

Luego nos acusa la acuciosa agua
el viento revolcándose en los recovecos
llevándose lo que hay en nuestra alma…
Después el fuego nos esclaviza
y nos dejamos atar a su antojo toda una vida…
La tierra sólo sigue produciendo semillas
que germinarán hombres y mujeres con la misma condena…

Y esa es la verdad de la significación de los elementos…

Esa es la podredumbre que habita en cada uno…

Somos seres en decadencia que siguen viviendo
con la mera curiosidad de ver qué pasará mañana…
Pero el mañana sigue viniendo…
Y lo que es de ayer… Ya nada queda…

Hay veces que ni siquiera empieza.

Palabras...

Una persona amó y fue su infierno, la otra nunca lo hizo y fue su condena...
Dejando a un lado el corazón, esto está escrito con la razón de una plática entre líneas, de saber que eres todo... Pero eres nada.
Así desenmascaro la verdad contenida en actos que llevan a un: "Nadie me ha llenado... No me llenas".

Una palabra no basta…

Decadencia, inseguridad…

Insatisfacción sexual…

¿Qué hace que el mundo se mueva?

Una palabra no basta, repito…

No se llena un anillo
ni con todas las aguas de los ríos
ni con todas las estrellas como racimos
aún con las flores de campos marchitos…

Se intenta, se fracasa
se quiebra, se enyesa
sólo es tomar el aliento
sólo es decir la última palabra…

Hasta cuándo, uno se pregunta:

¿Volamos?
¿Hay magia?
¿Nos tiramos y pataleamos?
¿Será cosa de niños aventar el tablero
aún cuando se está en pleno juego?

¿Por qué será más fácil destruir la confianza
que incluso adquirirla?

La levedad de un beso en juramento
es más débil que el poder de un acto
que la garra de una palabra atada a la mirada
cuando se ven… Ya no se reconocen…

… Y se hace nada…

Una máscara para el rostro avergonzado quiero
una palabra vehemente que rompa el hielo
que de un error fue creado…

Sólo se pasan malos momentos…

…Van siendo destrozados como esa gota perforando
constante, sin piedad, a la más dura roca…

…Y a nadie le interesa…
Especialista en las palabras
pero un fracaso en los hechos…

Si pudiera una palabra devolvérmela…

Creando una red de actos sinceros
aún en la mentira de la palabra
acechadora araña que ni es necesario pronunciarla

y sólo es eso…

Palabras…

Si lo que pensamos es lo que somos…
En dónde está la lógica de nuestros actos…
en dónde busco ahora la praxis de mis palabras…

Palabras…
Palabras…
Palabras…

Ordenando y alternando frases complejas
de qué sirve tanta literatura
tanta filosofía
tantos idiomas
tantos besos…

Un amor juvenilmente anciano
eterna llama como si resplandeciera cada día…

Mientras se olvida de su pasado:

cometiendo los mismos errores
o peor aún, agraviarlos
diciendo las mismas palabras…
Peor aún, con sentido.

Una palabra sin su acto…
En la novena temporada…
Desenlace… Su pronto no retorno…
Quién sabe…

Una palabra vale más que un beso…
Un acto vale más que una palabra…
Una imagen duele más que el frío en un corazón
que haya dejado de creer por nada y todo…

Y sólo es eso… Un “lo siento”…
Sin ser promesa… Sin ser acto…
Es una lágrima envuelta en el silencio de errante paso.

domingo, 27 de enero de 2008

Noches de ajedrez

Aquello que parece una choza, suele ser un castillo por dentro...


Pienso en un juego de ajedrez
blancos y negros escaques
realidades distintas y distanciadas
en sombras de peones sin coronas

no comprendes a nuestros alfiles su lucha
no entiendes el juego del caballo que brinca
ni la torre en sus trazos rectos
menos al rey en los espacios limitados…

Donde la reina siempre es libre…

Navegando en el tablero es su conquista

¿de qué sirve tanto movimiento a la deriva?

Cada visita es un juego nuevo
se extinguen las piezas en una noche
se comienza una partida continua
suscita la espera del otro su maniobra
sentados de frente como la muerte
y al griego vencer destino de su mito

en un combate donde el único vencedor es el que pierde.

¿Lo sientes?

Se borra en el paso curvilíneo de osada mano
en la despedida sutil esperanzadora de encuentro
sin saber qué es lo que pasa adentro…
Querer saberlo y guardar la pieza más importante
pues si en el enroque con la torre se protege
dime dónde continúas tu ataque.

Otrora, se conoce al otro su juego
acariciando en cada ataque la victoria
más si el único triunfo es de la muerte
dime entonces dónde queda la causa nuestra…
Sea de plomo, de plata o de oro
mis piezas son de tallada madera
detallada tu boca incisiva
ella es la que mira desconsolada
ella es quien mira el desasosiego nocturno…

Ayer te sentí en el territorio de las negras
tú marcabas el ritmo de los cuadros blancos
pude hacer jaque a tu gobernante distraído
lograste escaparte y decir: vivimos mundos distintos…

Platicaron mi rey y tu reina con la luna como testigo
sin haber diferencias mientras acordaban tregua;
sigues crucificada en el tinto de la sangre desesperada
pero aún más en la cruz atónita de la batalla en sitio.

El objetivo de la guerra es una:

Recorrerte minucioso oponente de la flecha
alfil de negras atentando contra la reina
encerrarte con el caballo y liberarte con la torre
atrapar en laúdes con la reina negra tu encuadre…

Y se oye el grito desesperado confundido
tus labios reconocen el origen de la aventura
tus manos andantes en mi piel la ternura
tu razón ajedrecista al inoportuno adversario…

Atento y borro tu guardia de blancas
te sometes y atacas vehemente mis fuerzas
entrañando la mirada perdida bajo tus párpados en negras
soltando un aliento ácido incontrolable en mis terrenos…

Pero aún no sabes que la mitad del tablero es de blancas
sólo rodeo vectorial aniquilar tus escudos de hierro
coronar un peón más al otro lado del juego albino
luego tomarte por sorpresa y nunca ganarte, sólo concilio.

Luego vienen las llamadas laberinto
de un cuento de hadas con lanzas y andariego trino
en una selva bicolor mina estallante al error
pero el error en el tiro del cañón está el vestigio…

Dejémonos de matemáticas y alquitrantes respiros
aventemos la espada con listón blanco hoy te pido
que si son juegos, si son besos al cuello
emanemos el sin control de planeación en abismo
En las vísperas de guerra innecesaria hallada en mundos distintos…

Callado disuelto en el juego social es que te miro.

domingo, 20 de enero de 2008

Órbita lunar

Cómo darle a un momento un aire de inmortalidad...?

No espera nada;
virginal y ramera
mi mano diestra
se cierra y contiene tu aroma…

Suave, menguando con la luna
de un siniestro llano en la espera
que desespera su cercana boca…

Presionando su lengua en busca de agua
en busca de la nada…

Quiméricas sus dunas desérticas
en una piel que se tiñe nocturna
mientras el perfume absorbe mi ligereza:

fundidos en un seno espectral de atmósfera
envolviendo el silencio entero después de un beso
víctimas del deseo perseverante
donde acuñados aguardamos en la mirada
en las espera de algo incierto
y sólo pasa una acaricia atorada en sus lunares…

Entretenido en tu órbita lunar
tríada suspendida lejana a mis palmas
trío consolador certero de tu boca.

Patino consumido en su delirio
absorto de una imagen perecedera
del lirio travieso en mi vuelo saturnino
cuando me deslizo en una de sus áureas bóreas…

Atinado reloj de haberme sustraído
del lejano invierno acuoso veraniego
donde de cabeza fui bajando peldaños
y de pie me puse para tomarle su mano:

órbita lunar que se enredó en mis dedos
más tarde en el telón de mi beso
mientras caminaba por una senda desconocida
ella sólo vino a encontrar una espera sin la misma…

Y viceversa…

Sentado ahora estoy en un satélite del universo
y clama su presencia mi torso bañado en su océano
salada agua de control sin querer tenerlo;
ella no sabe que en su límite está su encuentro.
Voy tejiendo hilos de mimosas en sus lunas:
una para que sean mías
otra para columpiarme en ellas
una más para dejarle saber mi espera…

Esto es acerca de ella…

De ti, que esperas en la no espera orbital
en una de tus lunas cansada matinal
de la luz en faro que no despierta marginal
mientras pelea si es o no artificial…

La segunda luna me contó ese secreto
te veías aprisionada a tu elemento
la luz es tuya en la punta de una estrella
que alumbra un camino laúd de mi estela…

La pregunta eterna de su pensamiento alberga

La prontitud de mi pecho laguna te conserva…

La tercera luna me habló de tu llaga enferma:

conserva esa, la última herida
que sangra al ser tocada
y sedienta se avienta a mi alma púrpura
que pide ser rescatada de tu cirio escarlata…

Quieto y callado mientras juegas
tus razonamientos concretos no quitan tu venda
es una espera puesta en la rotación de tus lunas
órbitas el trazo de tu zozobra en mi obra…

Y es en esa espera etérea de la nada
donde pongo un beso en el espacio de su dueña…
Vengo hacer nada en tu presente añadidura
y dejo un momento en blanco para ser tu promesa…

Mostrarte después la inmortalidad de un beso
de aquel lugar donde no hablo de tu primera luna.

sábado, 12 de enero de 2008

Frases Recalcitrantes 2007

Así, de esta manera, es como concluyó la 24a temporada...

10.- Porque tú eres mi familia, amor. By Jovik
09.- Si al amor lo llamas coincidencia, entonces, de cuántos amores hablaremos que no coincidieron al amar. By Sofía
08.- […] Hasta que comprendas que la razón de tu existencia es ser amado. By Sofía
07.- Tu pensamiento frío de filosofía razonada, pides amor razonando el pensamiento; cuando el sentimiento sin razón por ahí anda, jamás la razón será amigo del alma.
By Sofía
06.- Me rompo en dos mil pedazos, que no son mas que los pedazos de cada imagen que vi vacía, y aún en el vacío te encontré. By Sofía
05.- Un beso tierno y una flor tienen la misma fuerza para matar que una espada, abriste mi pecho con la daga de flor. By Sofía
04.- Sólo la mujer que no tema beber tu alma de golpe, que sepa de qué está hecho tu corazón, que ame la fuerza de tus vientos y sepa hacer suyas a las fieras, podrá alcanzar tu amor. By Sofía
03.- Cómo puedes decirle a alguien te amo y romperle el corazón de esta manera.
By Diana
02.- Sí tuve un momento de llanto (cuando te dije te quiero), y fue de miedo si recuerdas, mucho miedo y dolor […] por favor, no lo mezcles con amor.
By Ailed (tun tun tun)
01.- Un sueño es casi nada… y más que todo; fuiste ese sueño y ahí te quedarás, ya puedes cerrar los ojos, ya puedes besar a otros, tus problemas y tu vida… Ya no me interesan.
By Set (and David Summers & Buesa)

lunes, 7 de enero de 2008

Profundo Carmesí

Más que todo al soñarlo... Casi nada después.



Roja entintada por un ruiseñor
construida por manos de artista
Dios quiso sus pétalos como manos
yo hago de ti mi última rosa…

Dios le hizo sus espinas
tú hiciste de ellas mi agonía
en el sueño prohibido de regalarte una…

Sólo una rosa envidia.

Permanecer contigo es mi promesa:

el vuelo nace a otras tierras
comando las raíces de tu belleza
descubierta eres por otros alquimistas
te dejaré ir como mariposa…

Dios hizo mariposas azules
el diablo hizo mi última rosa
fracturada tinta de mi manos negras
él quiso que así todo esto fuera.

La rosa…

Tu rosa…

nunca fue mía cuando fue cortada
sembrada destino y dinamar contigo
caigo rendido por ver la mariposa
posada morada en el borde de tus manos…

Las que fueron mías sin serlas
las que fueron tuyas las mías al lazarlas…

Como se laza un ramo de rosas rojas…

Mi órbita secó tus lágrimas
gotas de lluvia rociaron esa rosa…

Secas…

Cristalinas…

Una rosa recuerdo en tu memoria

¿qué fue de nuestra rosa?

Noche de rosas

Hoy hablé de ti:

Sólo un instante:
me sumerjo en tu abismo
en el polen de tu flor marchita
en la cadera de tu tiempo ingenuo
y muero en la herida de tu costado

sin convertirme en tu sangre…

un instante medieval cuarteado.

Te postras en la celosía
tocas mi ventana de aire
y te filtras como verano en mi cama:

Beso tu imagen etérea
dejo arranques mis pétalos con tu espina
me ahorcas con tu tallo bugambilia
recorro tus pistilos quimera…

Es sólo un instante…

Otra más de esas noches en tu ausencia…

Donde me pongo a jugar con tus demonios
me toman de las alas y cortan mi pluma

esta pluma que maldigo por haberte herido…

Fracturo mis manos por crearte un vacío.

Cada amanecer me acuesto en tus hojas
otoño muerto en un río frío me acuna
me cobija tu desesperado aliento enardecido
suelto tus brazos de ayer que se fueron contigo:

tiro de las raíces que rodean mi sueños
mientras te voy viendo en mis delirios
lirios de mi lago sostenido en mi arteria
mi sangre de rosas murió con tu canto sirena
en una de estas noches con la luna ciega
y he perdido tu silencio y tus laureles huellas…

Me he vuelto jardinero de orquídeas…

Te has convertido en flor desértica en mi pantano

un sueño distraído por el trazo antiguo
un par de huesos rotos de mi fortuna
flor de mayo sin primavera onírica
y aún así te veo plantada en cada maceta:

intento enterrarte en páginas de la tierra
roer cada semilla puesta en cada letra
dejar podrir los frutos edén de ti, mi Eva
y terminar erosionando con plantaciones tu presencia…

Tu presencia…

Génesis Maya donde recojo tu grano
amargo café de todas mis mañanas
mito clásico de jaguar negro extinto
me arrojé acucioso al filo de tu colmillo…

Voy siendo agricultor de orquídeas he dicho.

De esa manera podré sobrevivir a tu hoja amazónica
concretando palabras violadoras del instinto
congeladas al compás de tu flor de ocaso
para romperme los hombros si algún día te encuentro…

En cada instante de mis noches mensajera paloma
anido en las ramas de canciones absorbidas
salvajes sus ritmos cuando abriste en los jardines
el trino desolado agoniza desde tu partida.

Y sólo corté una rosa carmín en mi tumba
arrastrándome a ti fui perdiendo mis ropas
desnudo llegué una noche a tu carroza
esa calabaza que transporta mi alma

no he vuelto arar mis campos de tus semillas
pero tu rastro obliga a seguir cortando rosas
quiero un invernadero de orquídeas
pero la enredadera de tus flores aún me ahogan…

Caigo ave presa en tu jaula de espinas…

Muero culpa andariega de negra orquídea
tinta sangre aliento de vida
en otra noche, en una rosa
sigo esperando tu muerte en mis líneas.

jueves, 3 de enero de 2008

El Retorno



Ahogado en un mar de recuerdos
fui sacudiéndome los trozos del espejo
en un duelo con mis hombros
y mis ojos se iban deshaciendo;

me convertí en polvo
llevado por un soplo divino
puesto en el saco de Caronte
y después calcinado en la noche:

con pequeñas antorchas en mis labios
cayeron en pedazos sin tocar el suelo
suspendidos me he visto en mi tiempo
el reloj atoró en su garganta mis sueños.

Me puse en la lanza de una guerrera
en los colmillos de una vampiresa
en la garra de un jaguar…
Y todo se hizo fantasía cuando vi despierto:

En las altas llanuras de una montaña
he visto una estrella bajar del cielo
hirió con sus puntas mi alma
y me colocó en cinco lunas de lamento…

Rompiendo mis alas…

Robándome el fuego…

Sacando el diamante en mi pecho…

Picando mis espejos del aura…

Se provocó un enfermo silencio
que agusanaba oídos y pensamientos
y la tenencia de un siglo en invierno,
fracturado me acuné en ramas ajenas
fueron atravesando mis huesos
apolillado cuerpo decadente misterio…

Y me hice un hueco.

He tomado el tridente
me volví a forjar como hierro
en leña de pirul me fui enardeciendo
y ahora camino en la playa de siniestros:


montando un unicornio negro
voy pasando con la mirada en alto
no al cielo, no vaya a ser que él
una vez asomando su primera luz
me rapte con una estrella de nuevo.

Combatiré con astros blancos
secuestraré a la joven más bella
y daremos como nacimiento a otra
que sea capaz de crear otra leyenda…

Con su mirada medirá la templanza…

Con su brillo hará temblar a las selvas…

Con su fulgor romperá los cristales:

dignos rivales que marchitan las pieles
ácido se vuelven al ser enjugados
pero quien beba de ellas será su gloria
en estos valles agonizantes de ausencias.

Y me fui haciendo uno
juntando la cera de mi vela andrógina
en un momento de velo raído
me fui desgarrando el alma hasta que muriera:

Me senté con las manos en la cara
sonreía, maldecía y me volvía a la locura
apretaba mis puños y los dientes
mi mirada se perdía
pero el espíritu siempre sangrando
me recogía el rostro cuarteado
mientras limpiaba las heridas…

las yagas…

el alma acaecida…

mis manos marchitas.

Se hizo de metal mi cuerpo
frío, salado y vertido en dos caminos
desembocados cuesta arriba en un charco
mientras callada se ponía en rodillas
alentando el coraje de mi fuego extinto…

Solitaria ave andariega de desiertos
que miedoso me escondía en sus cenizas.