jueves, 21 de octubre de 2010

Después de ti...


Y la luna vuelve a ser mi cómplice esta noche para recordarme tu rostro tendido en mi almohada. He fumado más de 100 cigarros estos días intentando conciliar el sueño que no llega o que se espanta a diferentes horas de la madrugada, y siento humedad en mis pies mientras camino a lo largo del piso que un día sostuvo tu baile a media noche la primera vez que dormimos con el objetivo de despertarnos juntos.
Quiero decirte que mi casa, sin ti, luce como una oficina abandonada por alguna campaña de gobierno que pierde elecciones. Mi casa parece tambalearse como si fuera sacudida por temblores y huracanes que la atacan al mismo tiempo… y no me hallo en ella.
Mi alegría es como el sonido de la risa de un mudo, mi pasión como un saco de polvo y arena que se guarda en las urnas de los muertos, y mi tristeza cobra forma de un río salvaje y desbordado por la tormenta que destruyó una ciudad en progreso.
Las sábanas de mi cama se asemejan a las áridas llanuras del viejo oeste que leemos cuando éramos niños… en esas sábanas, recuerdo bien, rompías tu infancia con los ojos cerrados. Pero las paredes son las que más me reclaman tu ausencia, en ellas se suda el rastro de tu sombra dibujada por la proyección de luz de las 50 velas ocupadas para crearte un altar… aún guardan, ellas, el eco de tus pláticas conjugadas con las mías que sólo se detenían para escucharnos susurrar al oído las palabras por las que hoy mataría volver a oír discurriendo de tu boca; por la que abrevé suaves jugos de frutas cosechadas en la fantasía de un mundo alterno descrito por los libros de magia.
Ir sin ti es como caminar en los valles que cuentan las anécdotas de tiroteos en una guerra después de años; ir sin ti es como andar vagando de cantina en cantina buscando alguna respuesta que se asoma sólo al fondo del vaso. Ir sin ti es como estar corriendo sobre las vías del tren para terminar arrollado… pero nada de eso sucede para terminar con esta pena.
Estar sin ti es como entrar a un cine sin función en alguna mañana de lunes, estar sin ti es como observar marchar el sol sin que se encuentre con la luna, estar sin ti es como ser esa concha dividida y arrojada en una playa virgen donde nadie pueda recogerla.
Tengo tantos recuerdos contigo que podría escribir una enciclopedia de la A a la Z acerca de cómo es tu amor conmigo… pero sólo puedo escribir una página de tu amor sin mí. He dejado de leerte y saberte en la más grande ambición de un filósofo por proponer un gobierno perfecto al estilo griego. Ya no me dejas abrirte para fijar mis ojos en ti y sumergirme en tu mundo que era el mío… y sigo dando vueltas a las páginas por si acaso aparece una letra que me dé la señal de que la historia seguirá siendo narrada por el encanto de tus ojos postrados en mi mirada, y de tu torso bien acomodado al mío como si mi cuerpo fuera hecho a tu medida.
Pero no vendrás esta noche, ni la que sigue, ni la que viene después de ella… no regresarás como ese rayo de luz que solías darme para anunciar el nuevo día, no estarás aquí cuando amanezca… ni para envolverme en un beso cálido para refugiarme del invierno… de este tu frío que me ha tocado para congelarme en un tiempo relativo donde sé que tardarás en volver… o en hacerlo jamás.
Y puede que después reconstruyamos nuestras vidas, donde sigamos con nuestros planes sin saber del otro, y sé que encontraremos la felicidad que se nos fue arrebatada en un segundo… pero aún no puedo imaginarte sin mí toda la vida, aún no me hago a la idea de que despiertes en otros brazos que no sean los míos, y tampoco me veo viejo sosteniendo una mano que no sea la tuya… duelen los planes hechos en la crónica precisa de lo que sucederá en un mundo etéreo que consiguió seguir siendo aún sin nosotros. En la mente tengo grabada tu pasado, tu presente y tu futuro… aunque me niego abrir la caja de pandora que representa este último por miedo a ya no estar ahí.

domingo, 17 de octubre de 2010

Preámbulo nocturno


Las cicatrices marcan donde estuvimos
Pero no a donde vamos…

¿A dónde vamos?

Mis llagas esta noche se abren
Para indicarme el camino
Que nos corresponde…
Un lugar donde te he perdido:
En la fractura abismal
Entre tu tierra y la mía.

Te extraño…
Cómo no hacerlo…

Días pasados volábamos brillantes
Como dos cometas en el cielo
Como estrellas que iluminan
Al viajero perdido…

He sido viajero de tu piel
Y de tu mente en noches como ésta…

Donde no te tengo
Donde me haces falta;
Recuerdo esculpir
Casi en acto milagroso tu cuerpo.

Ahora no sabemos del calor
Ni de risas alborotadas
Por las anécdotas interminables
De tu historia y de la mía,
Sólo nos queda la extrañeza
De que en estas páginas
Comenzó una novela
Que marcaría nuestras vidas
Con finales alternos.

Finales narrados en silencio
Que juegan en las entrañas
Cada vez que te veo…

Siento de nuevo esa cosquilla
Que se cuela desde la garganta
Hasta el estómago
Alterando mis sentidos…

Mi existir…

Entregado en tus manos
La tarde que prometías
Que nada cambiaría…

Pero la nada se hace presa
En la cárcel de la ausencia
De tus palabras…

Tus llamadas más cortas,
Mi llanto incesante
Y la lastimera forma de mi miedo:
A perderte
A vagar por los mares de concretos
En la ciudad más grande del mundo
Que se hace pequeña
Mientras te siento caminando
Del otro lado de la cera
Mientras vemos cómo damos pasos
Y provocamos a la vida pasarnos de largo.

Y se quebranta el asfalto
Y se nos mueve el mundo
Al saber que aún seguimos juntos…
El único puente entre ambos
Es el amor que un día nos juramos
En la máxima expresión de ser eterno.

Ya eres eterna en mi vida
Mi última aventura donde sé
Poder conseguir la dicha y tranquilidad
Que se consigue en algún parque
A media noche sentado en una banca;

Quisiera gritarle al mundo
Que sigues siendo mía,
Y romper mi pasado
Hasta quedar virgen
Por sólo una noche más contigo…

Quiero ahogar mis memorias
En el fondo de un vaso tequilero
Y cantar al compás de las cuerdas
“Paloma querida”
Y llevártela en serenata
Con el único propósito de casarme contigo…

Quiero decirte en la cara
Que los momentos más felices
Han sido contigo:
Tus flores
Tus cartas
Tu desesperación de amarme
Y las sombras en mi casa
Que se dibujan en las paredes,
En la cama y en los sillones…
Mi balcón aún sostiene
La proyección de tu imagen
Abrazada en ligera lluvia de verano.

Pero de nuevo me veo envuelto
En la cobija de alquitrán
Y escribiendo lo que no me atrevo
A confesar por miedo al jamás

Estoy dispuesto a dar mi último aliento
Por tenerte otra tarde completa
Y olvidarnos de todo
Sin buscar nuevo comienzo

Daría mi cuerpo a los perros
Si así me lo pidieras
A cambio de otro momento
En la ciudad contigo…

Las cicatrices marcan donde estuvimos
Pero también sanan si les decimos a donde vamos.

miércoles, 13 de octubre de 2010


Dios dijo, cruzando las piernas y encendiendo un cigarro mientras veía la mundanidad de los hombres:

“He creado mucha poesía… pero pocos quisieron ser poetas”.

Fuego
Tierra
Aire
Agua

Flama
Polvo
Viento
Lluvia

Razón
Realidad
Respiración
Sed

Pasión
Cenizas
Suspiro
Lágrimas

Sé que hay poesía con estas letras
No es que no sepa acomodarlas
O extraerlas de su estado primigenio

No es que no sepa qué hacer
Sé que en esto hay poesía
Lo que pasa es que la he perdido.

Tu caricia
Tu rechazo
Tu recuerdo
Tu amor

Sigo sin poder hilvanar palabras,
No es que no pueda crear un verso
Es que no me atrevo…

Un hotel
Un beso salado
Una sonrisa
Una palabra de consuelo

Todo volverá a pasar,
Las cosas han cambiado…
Y yo sigo sin encontrar un buen verso…
Sigo sin crear poesía…

Una cama
Mis días empedrados
Una imagen
Un vino

¿En dónde estás?
Sin ti no sirvo…

Mira mis palabras…
Andan sueltas sin dirección
Como brújulas sin rumbo
Como yo sin tu alegría
Sin tu piel
Sin tu olor
Sin tu boca…

No, no es lo mismo escribir
Que hacer poesía…

No soy lo mismo contigo
Sin ti…

Te necesito.

Cuando escuchó esto, cerró sus ojos, se levantó de la piedra, apagó su cigarro y prometió no volver a la tierra:

“He dotado al hombre con todo para que fueran poetas… y se preocupan por el amor sin querer hacer poesía”.

sábado, 9 de octubre de 2010

Fe y resignación


Considero que de todas las confesiones que he realizado a lo largo de los últimos 10 años… este es el que más me ha dolido decir.
Siempre consideré altaneramente que “aquél que se arrepiente, no acepta la vida”, frase de algún pensador cuyo nombre no recuerdo… pero a últimas fechas, no paro de pensar en la vida que he llevado desde que cumplí 15 años, y la forma en que la vida me pasó la factura.
Hoy vengo a escribir con el alma mutilada y el corazón con menos de media tinta. Hoy me encuentro llorando desesperado en búsqueda de algún milagro o alguna señal, quizá también ha pasado por mi cabeza el tomar la pistola del buró y tragarme una bala para “no pudrir más vidas”. “Después de la tormenta siempre llega la calma”, encontré esto en una entrada al blog de una amiga, quien no ha tenido los mejores momentos este año. Y me pregunto varias veces durante el día… si he de pagar todo lo que he hecho, y esto es sólo el principio… ¿qué más hace falta por vivir para terminar con todo lo que pasa alrededor?
Alguien dijo que no es buscar culpables, sino responsabilizarse de las acciones, pero qué sucede cuando reivindicado, llega el momento del cobro de vida y tus acciones se derraman a la persona que amas…
He perdido el sueño pensando en el daño irreversible que le he provocado a la persona que elegí como mi esposa. No sabía que en el momento en que me besó, ella firmaba la condena de transformar todas las vivencias conmigo de gloria a pena. “Ni siquiera puedo recordar con gusto lo que ha pasado en las tres últimas semanas…” Hoy tuve la primera señal de su rechazo, y no tengo cara para reclamarle después de lo que le hice a su vida.
Siento como el invierno se hizo presente antes de tiempo, besos congelados, miradas de pena y lástima que no reparan en dejar libres a las lágrimas para que, vueltas en cristal, caigan a romperse como los sueños contados a la luz de las cenas y de las noches que pasamos amando. Hay un intervalo, una pausa que se muestra como un juez del infierno que castiga con el puño de su desprecio por tantos años de irresponsabilidad sexual… pero que viene a manifestarse con la mujer que sé es el último de mis amores.
No desea besarme, ni ser tocada con cariño, no acepta propuestas para hacer llevadero este mal que se acuna en los brazos de la pasión añejada; me declaro incompetente e insuficiente para la situación; no tengo nada, ni dinero para apoyarla con todos los recursos para que esto termine; y me veo con asco en el espejo, no soporto la idea de saber que prometí ser lo mejor en su vida, ser ahora lo peor que le ha pasado.
Las cosas no me salieron como las pensé a los 13 años, no estoy ni a la mitad de mis metas antes de cumplir 30 años. Y se hizo presente un hueco en medio de mis entrañas donde siento consumirme y absorberme a él como si fuera un hoyo negro tragándose el universo. Ella es mi universo, y la he arrastrado, por ignorancia, a pasar uno de los momentos más aciagos de su vida… y simplemente no puedo perdonármelo.
Pero ahora la pregunta del millón se asoma como sol en el alba: ¿y después… qué? Qué va a pasar ¿lo que pasó hoy fue un signo fatal de que esto estaba arruinado antes de comenzar? Ella, quien me entregó todo sin pedirme ni siquiera la verdad, ella, que me sorprendió varias veces con la mejor cara ante mi estado de pobreza, ella, mi mejor amante, mi mejor amiga y compañera de vida, una mujer que me ha amado con todo su ser y todo el interés… se distanció… en un principio no importó mi pasado… pero hoy sí importa, hoy el pasado regresó para recordarme que está ahí aunque yo haya cambiado… como una ola que se llevó un tronco y años después lo regresa a la playa.
Esta es mi confesión:
Yo, quien había perdido la fe y la aceptación de un ser superior; yo, quien luchó con gran astucia los mandatos morales católicos por ser una copia barata de los pensamientos griegos; yo, que con el alma mutilada y el corazón a media tinta, escribo esto al compás de las lágrimas, que se consideraba a sí mismo un muro de mármol y un puente que iba más allá del bien y del mal… hoy tengo la necesidad de sostenerme de lo divino, porque lo terrenal me ha azotado como un romano a Cristo… hoy comprendí mi fragilidad humana y mi condición vulnerable… hoy me siento tan pequeño ante la grandeza de la vida… hoy vi que soy una hormiga más en el infinito, hoy sé que nada soy porque parece que así me decidí a serlo… Esta es mi confesión y resignación más importante: hoy he recuperado la fe en Dios suplicándole auxilio porque me veo rebasado por todo lo que haya podido haber vivido… hoy regreso a su seno protector y custodia porque no encuentro más respuestas y me he agotado de tanto preguntar. Hoy regreso a él porque no tengo a donde más recurrir.

Sutil dolor


He de confesar que traigo un dolor en la pierna que me hace pensar en ti, en la tarde donde apasionados sucumbimos a nuestros deseos pasionales que se colocan como un lastre debajo de la cintura. Este dolor no es como aquél que después de hacer ejercicio termina adolorido y quejándose porque el cuerpo nos reclama que lo saquemos a oxigenarse… es más como un sutil dolor que provoca una pícara sonrisa que se asocia con millares de imágenes en las camas que nos han sostenido la espalda. Tu espalda… y la mía siempre arañada de tal forma que pareces dibujar un código de barras, una huella del sentido de pertenencia que me hace ser sólo tuyo. También sirve de advertencia para quien llegara a pretender tocar lo que es ya por antonomasia tuyo.
Dolores pasajeros que se instalan en el corto tiempo de una vida, mi vida contigo… si tuviera otras mil… otras mil me pasaría a tu lado. Pero sólo tengo una vida que se arrulla hasta quedarse dormida mientras vigilas mis sueños (aunque tú te quedes dormida más rápido), cuidas mis ronquidos, mis saltos repentinos, y yo también de los tuyos.
Este tipo de dolor, similar a un calambre cuando camino o alzo la pierna, significa amor, entrega y duelo. No pretendo volver a conocer la soltería, aunque estaba ya acostumbrado a ella cuando llegaste, mis estados de negación, ira y demás, fueron superados por los mil besos que me has dado y por los millones que te faltan aún por darme. Tu boca siempre mía, así como tus piernas y la mariposa en medio de ellas. Pequeña juguetona que me hace volar a las estrellas, esto es casi literal después de un orgasmo, después de haber amado.
Hace ya dos semanas que el dolor permanece, y estoy orgulloso de decir que es tu culpa, pues quiere decir que aún no paramos de sentir esa atracción que tuvimos al instante en que se me dio la gana de colocarte un beso en los hombros para que tú me pidieras un beso… sin pedirlo, sólo por el antojo que funcionó como carnada y culpable del que seamos adictos el uno del otro.
Para ser franco, prefiero que el dolor se cobije en los músculos de mi pierna que en los del pecho, esos no sólo quiebran el alma, sino que también saben amargos y con el tiempo hasta pierdes la confianza, misma que recuperé al saber que tú nunca querrás irte por mucho que pretendas hacerlo, dejé amapolas en cada una de las cuencas de tu piel para que siempre estés en pleno viaje conmigo y me veas como el mejor hombre aunque no sea cierto, como el mejor amante sin obtener algo a cambio, como el mejor amigo sin que pueda escuchar que tienes novio, como la mejor persona que hayas conocido aunque me quiebre, me rompa y te mande a veces al diablo (el problema aquí con esto es que yo soy el diablo, así que te mando conmigo y entonces pierdo).
Poco se sabe, considero, de los dolores que causan sonrisas, uno siempre se queja cuando duele algo, y se dirige al médico para querer curarse… Esta domingo quiero hacer lo mismo, quejarme contigo como mi doctora para que me recetes una precisa dosis de caricias, con todo e inyecciones de besos, también unas tabletas de endorfinas para que pueda bailar un exquisito mambo horizontal hasta que el sol salga huyendo porque no puede aceptar que estamos pecando, y sea la luna la que nos ponga esa música que sólo los amantes prohibidos bailan. No es que seamos prohibidos entre nosotros, pero imagínate si pudiera decirle a tus padres con toda la apertura de mi mente y mi boca: señores, su hija es la mejor mujer-amante que han atestiguado mis sábanas y las ajenas.
A resumidas cuentas, no sólo eres mi novia, mi amante, mi mejor amiga, mi familia, y lo mejor de todos mis días, sino que también eres ese sutil dolor que me despierta por las noches para invitarme a seguir fundiéndonos entre el calor de mi cuerpo y el tuyo.

Resulta que eres...


Eres mi amapola y el cigarro que consumo cada noche
Ese vicio que no puedo dejar
Porque no se me da la gana hacerlo.
Eres el último trago de la botella de vino que embriaga
Y eres el aire que me marea después de una noche de copas

Resulta que eres la fiesta y mi juego más divertido
Y la primera invitada que llega a mis reuniones
Con la que quiero amanecer riendo y amando.

Eres la gota que derrota a la roca más dura
Y eres la espina que se entierra al tomar una rosa
Eres esa flor que se mantiene viva todo el año
Y la mariposa que la fecunda en el jardín

Resulta que has llenado mi vida de colores
Y has puesto imágenes en los espacios vacíos de mi mente
Con las que he dejado de sentirme solitario.

Eres la duela que sostiene mi paso
Y eres también pasado y presente en un tiempo relativo
Eres el pilar donde me sostengo cuando estoy cansado
Y eres mi techo, mis paredes, que uso como refugio

Resulta que después de unos meses
Sigo igual de enamorado como al principio
Y resulta que te has convertido en la mejor parte del día.

Eres la luna que permanece fija en el cielo
Eres el sol del que no me puedo ocultar
Eres la estrella a la que pido deseos
Y eres la nube que me cubre y me calma

Resulta que eres mi cielo
Mi pensamiento
Mi curso
Y mi delirio…

Y hasta esa mancha en la ropa
Que aparece cuando se come mole;
Eres la sal que sazona mi vida
Y el ingrediente secreto que se guarda en la familia.


Resulta que eres mi alimento
Mi bebida, y la cereza que le faltaba a un pastel,
Eres lo que me hace bien y lo que me hace daño,
Pero sobre todo, eres el deseo concedido
Cuando miro a los astros
Para pedir el placer más bello:
Despertar acunado entre tus brazos.