domingo, 30 de enero de 2011

Conquistando un sueño


La diferencia entre invadir y conquistar radica en que la primera desplaza, golpea, hiere, entra de facto sin pausa, hace a un lado, obliga, reprime, saca el corazón y lo expone en público para ser humillado; después viene el aislamiento… más tarde la extinción. En cambio, conquistar… aquél quien se proponga esta acción, le está apostando al sincretismo, llega al corazón sin carcomerlo, entra despacio, pausado, permite, libera y entrega; se apropia sin tener necesidad de quebrantar o bajar defensas; quien conquista entra con la guardia abajo, pero de frente, sin engaños, firme, pero sin llegar a ser tirano. Da esperanza, colma con un amor suave, deja que sus palabras se limiten a los hechos, y estos hechos vuelan como sueños por la noche para cuidar, proteger y vigilar lo que le es dado sin uso de la fuerza; se permite fluir a través de cada una de las calles de la ciudad a la cual llega.
Quien invade, toma de inmediato lo que ve a su paso, lo destruye, quema y construye sobre las cenizas algo nuevo, pero egoísta, logrando su cometido con base en la muerte. El que conquista, toma lo ajeno, lo hace suyo, pero también aporta, crea con ese otro mundo con el que se encuentra, y vuelve a crear.
Como ves, no pretendo invadir tu vida, tu cuerpo, tu mente y tus sueños. Quiero conquistarte, verte abrir, sin miedo, con tregua, pausa, alimentándome por ti, no de ti. Quiero robarme tus sueños con la única intención de ponerlos en un frasco con luciérnagas: alumbrarte durante la madrugada esas noches donde estás dormida en la cama que te guarda celosa. Me propongo a conquistarte paso a paso hasta que no puedas separarte de mí, y aunque lo hicieras, dejarte algo tan pequeño que lo llevarás en tu sangre, en las calles de tu cuerpo que te recuerde mi paso. Pero no vengo a dejarte, ni estoy advirtiéndote que nos destrozaremos en una batalla que ni existe, que no hace falta. Lo que quiero decirte es que no tengo prisa por saberte mía, y yo de ti. Te digo con esto que quiero detenerme a conocerte centímetro por centímetro cada parte de tu ser.
Me gustaría saber si quieres bailar… conquistarte en medio de un vacío con un apasionado tango donde si cometemos errores, podamos transformarlos en pasos de baile tan simples que sean estéticos. Me gustaría tomarte por sorpresa y hacerte flotar unos milímetros del suelo para deslizarnos a través de las caricias delicadas donde sentimos sentir un arrebato de dulzura… externarnos, liberarnos y ser la mejor parte de nuestros días.
Me has robado tantas sonrisas que, hoy, se convirtieron en suspiros mientras mi corazón se agitaba por saberte tan cerca a mí mientras dormíamos sobre el pasto, debajo de un árbol donde sentía respirar tu cabello y tu mano dibujando un baile en los lienzos de un pasado olvidado. Te digo con esto que prefiero escribas tú la historia que comenzó desde el momento impreciso de querer besarte y detener, por cariño o cobardía, el mundo en un sueño donde pueda estar contigo sin ser molestados.
Quiero aprender, escuchar, los secretos depositados de la selva de tus ojos, del fuego de tu silueta que me atrae tanto que hasta siento es pecado atreverme a medirla. Hoy, tomé tu rostro con mis dos manos para cazar tu boca y verterme con su sangre hasta quedar prendido de tus labios y no querer separarme. Me costó tanto trabajo dejarte ir, que estuve a punto de decirte que no te fueras… pero otra vez, tendré que robarte un sueño más para seguir estando contigo.

domingo, 23 de enero de 2011

Los hijos del quinto sol


La sangre vuelve al flujo constante en los torrentes; del corazón al cuerpo, mis labios de tu vientre a la boca. Sostener tu rostro con las manos, vernos fijamente, como si fueras un jaguar negro parada frente a mí. Tus ojos profundos, tu piel obscura… sangras mis entrañas mientras tiemblo de miedo. Callamos lo que sentimos, pero estamos ahí viviendo con reserva, vacilando con nuestros movimientos, en entrega sin hacerlo… ser cazador o ser cazado. Sientes mis yagas como indecencias que te crean necesidades controladas; demonios de la selva que rompen árboles y piden ser liberados en cada abrazo… pero sólo se siente, no se habla. No querer tanto, querer mejor, calmas mis corceles con una mano empuñada a las riendas donde me diriges y me calmas: no hay prisa, a fuego lento. Te acercas ligera, midiéndome, a veces te alejas, otras te acercas y me dejas tocar tu manto maya. Fraguado en la víspera de tres lunas llenas y siete soles. Mágica, espigada, me obligas a excavar en mi mente, verte, esperarte: sin trampas, solos tú y yo en una danza guerrera de enfrentarnos cuerpo a cuerpo con mis manos y tus garras; en círculos rondas, yo parado, tratando de adivinar tus pasos. Arde el fuego en la mirada que se muestra entre el pensamiento de lo real y la fantasía. Puedo darte un mundo que sólo podrías ver en películas; pero te alzas protegiéndote y a veces vulnerándote, sometiéndome a entrar en tu ruedo. Escucho el leve sonido de las hojas movidas por el viento, el suave crujir de una rama que pisas sin apartar tu vista; debo permitir que seas tú quien se acerque para no espantarte, extender mi mano sutilmente para evitar que me muerdas. No vengo aquí para dañarte… pero cada movimiento mío parece amenazarte como si quisiera enterrar un cuchillo en tus pulmones y abandonarte desangrada. Pero mi relación es más sencilla y más compleja contigo: no espero que algo suceda.
Quizás así me dejes retirar con paso anciano para que no sientas que me has perdido… quizás se logre la combinación entre cultura y naturaleza, razón y pasión, Eros y Tánatos: sin uno no habría el otro que dé nombre y fe de su existencia. No estamos listos para luchar o pactar tregua, pero nos volvemos al otro buscando… más bien encontrando algo distinto a lo que hayamos vivido, sentido, pensado… mas no atrevemos un total acercamiento: las manos y el pensamiento del hombre, las garras y colmillos de tú, naturaleza inquieta. Soy aire que se vuelca y revuelca por cada sitio recóndito de tu cuerpo, eres fuego y como tal puedo darte oxígeno hasta volverte incontrolable felino provocado y tentado por la suerte… de querer tenerte, de que me mueras, de asesinarme con ataque al cuello y servirte de alimento… o tú de mí… yo de ti. Hijos nacidos de la madre alumbrada por el quinto sol: depredadores natos que buscan cazarse, pero que respetan quienes son… quienes somos, sin abandonarnos, pero haciéndolo sin distracción, a la expectativa del primer error que nos incite a perseguirnos… pero sólo danzas a mi alrededor, y yo me quedo quieto.

martes, 18 de enero de 2011

Premoniciones


Los vientos anuncian
Con soplo constante
La llegada de la primavera;
Las sombras que amé desde el otoño
Y el invierno las veo salir de la penumbra:

Amar a un fantasma o una sombra,
No es amor verdadero,
Sólo es una aventura…

Pero si de esa aventura
Se alza el último de tus primeros besos,
Entonces aguarda a que el sol saque a las sombras
Y te las devuelva en el brillo de cada mañana

Cuando, lo primero que veas, sea yo...

Puedes ser otra sombra más de mi futuro
Que termine escrita en el pasado;
Devuelta en su silencio…

Ven, déjame romperte el corazón
Y luego déjame zurcirlo
Con mi boca;
Luego rompe el mío,
Vete y regresa cincuenta veces
Y otras cincuenta más
Para volverte mi cura;

Quiero robarte
Tenerte de frente
Rompernos la madre,
Quedarnos callados
Contemplarnos solos
Y dejarnos en el olvido.

domingo, 16 de enero de 2011

La voz perdida


En unas horas algo estará por cambiar… quizás otra historia, quizás nada. Esta semana será decisiva para el resto del año; algo grande se aproxima en muchos sentidos: juntas, encuentros, transacciones…
Sé muy bien que ya no te importa, que en otros brazos has encontrado amor y estás entregada a ellos; pero hoy leí tus cartas, todos tus mensajes que los guardaba en un archivo, junto con tus fotos, tus videos. A dónde se fue tan pronto tanto amor jurado en las noches en el transcurso de la madrugada, en dónde pusiste todos esos sueños fabricados debajo de las sábanas. A veces me descubro pensando en ti, noches como hoy que me he despedido como tantas veces lo he hecho ya, creo no puedo hacerlo del todo, quizás por no abandonar la idea de que te amé como a ninguna, probablemente por la idea de que ese amor que un día me tuviste te haga volver a mí, aunque sé que no será posible, me cuesta trabajo desprenderme de tus besos y tus miradas sobre mi almohada, cuando callados veíamos pasar los minutos casi eternos.
He de aceptar que una lágrima rodó por este rostro que fue tan tuyo, mi querida sirena. Te llevaste mi voz, no encuentro el sonido ni el ritmo de mis letras. Intento recordar lo que terminamos diciendo, pero siempre llegan esas memorias que sólo me arrancan sonrisas ensombrecidas por saberte con otro y no conmigo. Me sigue partiendo el hecho de que me hubieras dejado atrás tan pronto. Sé que te va muy bien y que de mí ya casi ni te acuerdas, que otros besos mojaron tus labios robándose las huellas de los míos, como si tu boca fuera esa playa que es recogida por el oleaje constante de mi ausencia y presencia de otros sueños, de otras ideas. Me voy sumergiendo en la cuenca donde se estanca el mar para ver si te encuentro: pero ya he dejado de soñarte, ya no recuerdo tu olor ni recuerdo tu forma de besar… pero eso sí, recuerdo cómo te dabas a mis manos y a mi mente para contarte secretos de los tesoros perdidos que se trazaban en el mapa de tu cuerpo.
En él dibujé las cruces precisas para que encontraras lo más grande que pude haberte dado; ahora que te has ido se te olvidó devolverme la risa, mi encanto y mi voz. Nadie podrá sustituirte, lo sé. Mis dedos secos se van rompiendo en pequeñas piedras sobre el teclado, y mis lágrimas se volvieron diamantes que se rompen como cristales cuando pasan el surco de mi barba y caen sobre la ropa.
Estoy en época de sequía, como si estuviera caminando sobre un desierto sin sol, así de árido, así de frío. Sólo veo cadáveres que comprendo son las ruinas de un amor extinto; permitiendo que mis pies se hundan en las dunas donde antes océanos había, veo que las heridas son tan grandes como relieves marítimos. Mi mundo cambió de eje, pero aún no veo tierra fértil, mis valles y nidos supongo son ahora tundras, mi mente de hielo. Cambiaste mi entorno, me desarmaste por completo, y ahora que todas las piezas están unidas, no localizo dónde está su centro, tan confundido estoy que no sé si camino con mis piernas o con mis brazos; siento que me sigo arrastrando, pero luego veo que no es así. El cielo y el suelo se ven del mismo color, no sé ya de paredes o rejas donde se pueda fragmentar tu sombra cuando prendo alguna luz.
Los barcos de acero que me llevaron a ti, son ahora de un papel tan frágil que son tragados por las coladeras, llevados a un lugar de nadie. No hay faro que alumbre su orientación. Y ahí estoy yo por un segundo, parado en medio de la nada, con un ramo de rosas marchitas que caen negras diluyéndose de entre mis dedos.
Limpiaste tus pies en mis deseos… no te tengo, mañana, ya estarás perdida en algún espacio de mí, cuyo sitio no ubico, y que no pretendo ir a explorar, no vaya a ser que te encuentre y no pueda deshacerme de ti. Tu recuerdo corre como si huyera de la policía fronteriza en el río del norte de México.
He tenido que desaparecerte de mi vida, pero al hacerlo también me fui de la mía, pues se narraba contigo. Al irte, no sólo eras tú, también te ibas conmigo y ahora no encuentro el regreso… como si estuviera suspendido en el aire de este inmenso universo sin estrellas. Fuiste un huracán que hizo cimbrar mis vientos cálidos con los que te cobijaste noches como esta que agitas tus aguas en otras playas.
Pero mi mayor desgracia es que te aferrarás a él como debiste hacerlo conmigo, y pasarás años tomada de su mano hasta el punto de que si nos volvemos a ver, no puedas reconocer si algún día me amaste tanto como decías hacerlo.
El tiempo se va terminando ya, la arena de este reloj se va agotando de tanto caer continuamente que ni te es posible decirme algo que me haga cerrar los ojos y transportarme a ese espacio creado por lo que un día fue nuestro.

viernes, 14 de enero de 2011

Sin vacantes


Dejándome acariciar por el viento de antaño, deduzco que mi alma tiene muchas heridas para ser renovada de un solo golpe y simular que nada pasa. Tras varios golpes en los intestinos he vomitado más de la mitad de mi sangre, y por tanto debo declararme incompetente ante situaciones emocionales que me han desgarrado las entrañas. Traigo un vacío interno que me ha obligado a decir: no hay vacantes en este corazón. Me he puesto en huelga, y a ser más selectivo de las personas a quien pretenda depositar confianza y cariño para sólo acumular nombres en la lista de fracasos y decepciones amorosas. Me gustaría tener 21 años para enamorarme de cualquier idiota que me impresione… me gustaría poseer esa ingenuidad para decir: tiene un hijo, tiene esposo, es una mediocre… no importa, la amo. Cada vez se vuelve un arte elegir pareja. Pero, desafortunadamente tengo un tino para enamorarme de personas que nada me ofrecen y que fuerzo a que entren en mi vida… Pero sin duda me he ido descubriendo cosas… de algo ha servido, y por eso mismo replico: no hay vacantes hasta sanarme desde el interior. De otra forma ando navegando con la espada desenvainada y soltando golpes de filo plateado a quien suponga agredirme, aún cuando esto sea sin querer.
Siento que soy un gato espantado arriba de la cornisa que fue perseguido por perros y que alcanzó a treparse… aventando zarpazos si siente que se acercan mucho. Cómo salir de este estado al que me sometí por imbécil… En qué momento abandoné mi naturaleza analítica para contemplar a la última mujer que cruzó este pecho… olvidarme de mí y no ver lo que pasaba realmente. En una realidad alterna puedo decir con seguridad que nada de esto hubiera pasado si hubiera tenido mis sentidos alerta.
Con el paso de los años, personas como yo nos volvemos excelentes cazadores; nuestra condena es que al serlo es que no podemos disfrutar de ser amados, sólo de amar como si cada cabeza que cortáramos fuera un punto que nos grabamos en la muesca del cinturón. Pero de nada sirve eso cuando, al final del día, sólo tenemos los recuerdos colgados en la pared, y nos vemos sentados en algún sillón, solos… fumando, tomando o escribiendo. Recordando, quizá por eso me atrevería a decir: viviendo como si viéramos un álbum de fotografías que nos cuentan historias… pero que al final, sólo son frías imágenes mudas que si pudieran gritar, sólo escucharíamos el eco, como si estuviéramos en medio de un eje volcánico… así de lejos y apagados se oyen.
Alguien dijo: cuando te toca, ni aunque te quites, y cuando no, aunque te pongas… Algo de verdad hay en la sabiduría popular porque… intenté colocarme en el momento preciso casi exacto de volver al mundo del cortejo… pero en vez de eso sólo pude pensar en la última que me hizo daño, aniquilándome yo solo la oportunidad; no era para mí. Sin embargo gano amigas y amores. Me es tan fácil entregar el cuerpo, pero el espíritu… sólo sucede una vez cada diez años. Caigo de nueva cuenta en ser amante de todas, amor de ninguna. Hace unos meses eso me parecía excelente forma de vida, así nadie dolía más de lo normal: solamente se iban sin que pudiera detenerlas, porque no me apetecía, y dejaba que volvieran si así lo deseaban, si me seguían deseando. Pero después de conocer a la última, la idea de mantenerme como… no el mejor amante, sino sólo buen amor, fue abandonada por haberme sentido que ya correspondía a ese universo de ser amado al mismo tiempo de ser amante. Me doy de topes ahora, aunque sin arrepentirme, por lo equivocado que estuve, y dejé pasar mientras amores que igual pudieron haberme hecho su rey en un castillo habitado de mansos corceles y verdes pastizales; en cambio, decidí ser aquél que enfocó toda su energía a un mundo que me hospedo y me expulsó de una patada. Lo mejor de todo, es que en este viaje, yo mismo hice eso cuando aún tenía la preciosa época de comienzos de los 20’s. No sé ni siquiera qué duele más, el saber que hice todo eso, o que me dieran a probar la sazón de mi propia cocina. Hay tanta gente a la que defraudé, prometiendo sin cumplir, que cuando quise cambiar, la vida me sonrió y me dijo: te acuerdas lo que hiciste… ahora aprenderás; y me cobró de un modo tal que me puso de rodillas e hizo me arrastrara por los rincones suplicando clemencia, piedad.
Tengo miedo, mucho. Ahora en los zapatos de las personas que herí, comprendo lo poco hombre que fui al tratar como animales a quienes me amaban con toda su dulzura, quizás por tener el ideal de que yo les proveería de todas sus carencias emocionales. Me dediqué a regalar historietas que uno lee sentado en la taza del baño… y les bastaba, para mí era otra lectura más. Cuando quise escribir mi novela, terminé siendo aquella lectura del baño que se abandona cuando uno termina de evacuar.
No quiero decir que me sienta mierda o excreción del ser, pero en las epifanías que se han revelado ante mí estos últimos días, veo lo mucho que me afectó ser ahora yo quien perdiera.

martes, 11 de enero de 2011

Después de ti... Carta III


He dejado de esperar tus llamadas, tus mensajes y he dejado de estar atento a tus horarios. Amarte pasó de ser placentero a ser algo absurdo y molesto. Creo dejé de amarte ya… He parado de llorar y de pronunciar tu nombre hasta escupir sangre mientras fumo cigarro tras cigarro… el problema es que tengo tanto qué reclamarte del amor que me quedaste debiendo… pero sin correspondencia de cariño, no tiene caso hacerlo… deja de tener sentido escribirte; ya no te necesito. Aún te extraño: llamarte y cantarte hasta que te quedes dormida, quitarte el sueño por contarte cuentos improvisados igual de torcidos que mi mente… cómo no extrañarte cuando tres meses atrás te acomodaba a mi lado y jugábamos, ser como niños, ser como héroes de amor, ser esos amantes que hacían la diferencia por ser únicos… Ya no te amo, es cierto… pero cuánto te amé y cuánto te sufrí al final… te lloré tanto hasta que finalizaste ahogada en el huracán de mis lágrimas… nadie llenará el vacío que dejé en ti porque nadie será mejor… tanto que cuando te des cuenta… no alcanzará tu recuerdo para llamarme y pedir regresar: sé que no lo harás aunque quieras; quién hará la mitad de lo que di por ti, para ti… por temor a que nada volvería a ser igual, tienes razón… nada será.
Rompiendo la esperanza de verte un día regresar, comprendí que estamos mejor lejos y dejar que el manto de la noche nos cubra con su obscuridad para no volver a encontrarnos; no te odio, ni guardo rencor… nos he perdonado, y no es que ya no sienta, es que ya no me importa; he vuelto a mí, a ponerme de pie, a dejarte en mi cruel diciembre para que tus sombras se confundan con el revoloteo de las memorias convertidas en murciélagos chupando mi sangre, para no permitirme buscarte… para llenarme con la luz de otros nuevos días, ver palomas que alcen vuelo con el alba y atrapar arco iris con mis manos para seguir bailando y narrando historias de amor que tomen mi lengua y se reproduzcan en mis dedos hasta morir en ojos ajenos, en los de ella que conozco pero que no tengo prisa por amarla; donde nada hay seguro mas que ella misma cuando me recoja en su vientre y me eleve de la tierra donde no se conoce más el dolor ni el sufrimiento. Mi muerte será el premio por haberme roto el cuerpo de tanta vida… donde quizás coincidiremos de nuevo.
Negaste nuestro destino en este milenio, y a lo mejor nos veremos en el siguiente: historias como la nuestra sólo se dan cada mil años, te esperaré entonces, ya no en este. Y volveré a sentir que te conozco desde siempre, como ahora que nos reconocimos en cada mirada, verso, palabra con amor y en el agua… Me diste vida, y en la humedad de mi tierra, donde se registra tu paso, los canales de mi cuerpo abandonados desde que te fuiste con tu elemento, enardecerá para incinerar y recrear las mil y un historias emergidas con cada uno de tus besos, donde me hice preso una noche de junio en que comprendí que encontré muy pronto el amor de mis vidas… no era para ti, no me correspondía tenerte, pero no me arrepiento; lo mejor que tuve, lo mejor que me robaste… eras tú, eres irremplazable, otro milenio más me tomará en hallarte… Pero conociendo al humano, cambiaremos nuestras estrellas y el destino, como quedó demostrado es tan frágil como nuestro cuerpo.
Intenté odiarte, ser lastimero, y provocarte un odio igual… me es más sencillo dejarte atrás de esa forma… pero no lo logré. Llegaron tres meses y ha sido tiempo de recoger los pedazos de mi cuerpo. Estoy completo.
Vuelvo a tener trabajo como corrector de estilo y traductor en jefe en la revista más importante de Cancún, hoy comencé esta nueva empresa; este año pinta hermoso, diferente. Con varios proyectos editoriales en puerta que me aseguran trabajo durante mucho tiempo con sanos ingresos. Hace unos días me di la oportunidad de conocerme con alguien más, quien me tacha de ser nocivo para su salud por la adicción que hemos estado teniendo al platicar; no toma, no fuma, practica ballet, es inteligente y muy trabajadora. Logra hacerme olvidar todo por un momento y me ha hecho hasta esperar que llegue a su casa para regalarnos unas horas. Pero aún no estoy listo, creo me tomará unos meses más para incluso poder besarla; no soy el de antes de conocerte… no soy como tú que puede dejar todo atrás en un leve suspiro de debilidad o fortaleza; soy mejor hombre ahora.
Aquí te dejo ya, así me levanté. Lamento todas las interrupciones, lloriqueos de niña pidiendo que volvieras, y las malas palabras y malos tratos. Jamás me vulneraron tanto, y me descubrí haciendo cosas que no pensé fuera capaz de hacer. Es muy sencillo ser racional cuando ya no se ama a la otra persona, porque hacerlo sin correspondencia, es una mamada, porque uno enloquece de rabia y tristeza. Solía tachar a personas así de débiles e intensas, mi boca quedó maldita y caí en la comprensión de que no es lo mismo ser cabrón cuando se prueba la hiel y el dolor en la misma copa de vino.

Gracias por los bueno momentos; nos veremos cuando algún sol caiga.