lunes, 21 de febrero de 2011

Jubilación de mi viejo colchón


Porque llegó el tiempo de jubilarte, de darle paso a lo nuevo… de dar la bienvenida a mi nuevo colchón. Voy a extrañarte, en ti dejé las mejores experiencias de mi vida sexual, de la emocional también. Comenzaste silencioso, terminaste quejándote en cada brinco… Fuiste testigo de noches apasionadas, alborotadas y sostuviste cuerpos hermosos, orgasmos que hicieron lagunas en tu tela. Fuiste testigo de tantas promesas de amor, de reproches y lágrimas. Cómo no hacerte una mención esta noche que me despido de ti. Por ti, que acariciaste pechos desnudos y espaldas húmedas, que te burlaste de mí en cada lágrima cuando busqué refugio y me expulsabas gritándome: “levanta la cara, tu corona no debe caerse”. Más de una treintena de cuerpos ardientes retozaron sobre ti, algunas masacraron tus vísceras con los movimientos de sus caderas; algunas no querían irse de ti, otras sólo usurparon por momentos el lado izquierdo de tu ser.
Si tan sólo hubieras podido hablar para despedirte, si al menos tuvieras vida para que platicáramos por última vez todas las anécdotas que habitaron en ti… de aquellas hermosas pieles: de la más virgen a la más puta, de la más entregada a la más reprimida, de la más expresiva a la más callada… de mi primer amor, las que regresaron por sentirse amadas y por la última que nos traicionó. Eres más parte de mí que cualquier otro objeto en mi corazón, fuiste mi mayor confidente, amigo y cómplice de las travesuras que hice: derramarte vino, atar cuerpos, pétalos, desayunos servidos y fuiste el más poderoso escenario erótico, dramático y romántico que cualquier hombre puede pedir: hasta tres a la vez, dos el mismo día en circunstancias distintas… Mas terminaste rompiéndote porque nada es para siempre, porque te rasgaron tantos amores como a mí… porque fuimos uno y ya no podía repararte, tampoco reemplazarte, pero es necesario que te ponga en un sitio donde nadie, absolutamente, pueda recostarse en ti.
Frases como “nunca te dejaré”, “te amaré por siempre”, “eres un cabrón”, “no sé qué hago aquí”, “cómo recordarás esto cuando se acabe…”, “fue un error haber venido”, “podría quedarme a vivir aquí toda la vida, contigo”… y otras tantas más que fueron onomatopeyas y gritos de locura y éxtasis; bebiste más sudor de lo que yo he tomado vino.
Pero es tiempo de abandonar mi pasado, tengo a una persona tan grande que no me atreví a ponerla sobre ti, llegó el momento en que ella sea sostenida por alguien que no tiene memoria, es preciso que ahora este aprendiz se convierta en maestro cuando viva su historia, pues no pienso que ella sea afectada o atentada por nuestro pasado. Esto que te escribo, es para decirte lo maravilloso que fue tenerte los últimos 12 años conmigo… esos años… no por remordimiento o pena, pero finalizan contigo.

Para ti con desprecio


Uno, a lo largo de la vida, recopila frases de desprecio para quienes rompen nuestros corazoncitos… o que nos dedican por hacer lo mismo. Por tanto me atrevo a exponerles las 10 frases más ardillas que han cruzado por mis oídos:

10.- Skwicle stwicle squicle skrwicle (quiero mi bellota). Aaaaah, no, a estas no me refería.

09.- Cómo no eres hombre para romperte la madre…

08.- Valió más una noche pagada con ella, que quinientas contigo.

07.- El amor se trata de ensayo y error hasta que encuentres al / a la bueno (a): yo fui tu ensayo, tú fuiste mi error.

06.- De saber que te gustaba ser tratada como lacaya, jamás te hubiera tratado como princesa. (O lacayo o príncipe, respectivamente, según convenga).

05.- Es bueno que te fuiste… estaba haciéndome alérgico (a) al pelo de gata (o).

04.- Lo más absurdo que hice contigo fue ofrecerte océanos, cuando tú sólo podías dar ríos.

03.- Al compararnos en la calle, sólo servías de variedad.

02.- Como me gustaría arrancarte los ojos en este momento… pero no, cómo podrías verte al espejo la cara de idiota que tienes…

01.- No importa qué tan malo (a) haya sido… sigo siendo demasiado bueno (a) para ti.

Pues este es el primer compendio, conforme pase el tiempo, estoy seguro que escucharé más y vendré con ustedes mis atormentados y atormentadores para compartir más frases del día que uno escucha a lo largo de las jornadas.

jueves, 17 de febrero de 2011

Eres


Risas que se convirtieron en pláticas; pláticas que fueron siendo esperadas por la noche; noches que robaba tus sueños, sueños que me dieron sonrisas; sonrisas que se transformaron en encuentros, encuentros que vieron comidas, comidas que cerraban en cines, danza, cenas… En un sitio italiano donde te pregunté si estarías aquí mañana, conmigo… te pedí ser mi novia al clásico estilo de niño. Fue un juego entre pedir el anillo y firmar tu presencia después de contemplarnos por un momento, juntos: me besaste con tal cariño que terminé olvidando a la gente a nuestro alrededor, sin ser uno mismo, fuimos uno, del otro, libres de juicio… como si fuera calle, cmo si fueras mi caminante.
No necesitaste ser diosa para devolverme la luna.
No tenías que pretender ser curandera para aliviar mis heridas.
No eres amuleto en mi vida, pero te has convertido en mi ángel.
No requieres ser comediante para hacer mi risa estallar.
Tampoco debías ser mi primer amor para apoderarte de mi juventud.
Llegaste a mí como chispa perdida en un incendio.
Vengo a ti ardiendo como tabaco consumido en tu boca.
Estás aquí porque así tenía que ser; porque el destino es bromista, porque no creemos en casualidades, porque somos tan diferentes que tropezamos con las mismas palabras.
No necesitaste ser historiadora para narrar los hechos de lo que parecía insólito.
No necesitaste ser periodista para informarme todas las mañanas que estabas conmigo.
No necesitaste ser bióloga para entender mi química y mi quimera.
No necesitaste ser psicóloga para comprender mi miedo en el medio desenvuelto en la experiencia.
No necesitaste ser filósofa para levarme a la locura del pensamiento.
Tampoco necesitaste ser abogada para pactar con una caricia allanamiento a mi morada.
No tenías que ser escritora para transportarme a otro mundo.
No tenías que ser auditora de hacienda para compartir mis logros contigo.
No tenías que ser maga para sorprenderme con tus actos.
No tenías que ser matemática para resolverme en una ecuación.
Tampoco tenías que ser astróloga para explicarme el poder de una estrella.
Eres mi astro que brilla por sí sola.
Pero yo debo ser astronauta para regalarte un ramo de astros nocturnos que iluminan tu sonrisa.
Debo ser reverendo para envolverte con una oración cuando mi mano habla a través de tu voz.
Debo ser fantasía para acomodarme en tu imaginación
Debo ser sombra para ser tocado cada mañana con el rastro de luz que dejaste en residuo la noche anterior.
Debo ser agua para evaporarme con tu calor.
Debo ser tierra para darte lugar donde puedas expandirte.
Debo ser fuego para combatirte hasta terminar en cenizas.
Debo ser aire para alimentarte con bocanadas de viento y darte vida en un soplo de adviento.
Si pudiera ser algo en este momento preferiría ser humano: errar, dar sentido a mis palabras, y luego morir en la esperanza de aquél que quiere ser todo… pero que es nada.
Si me dieran a elegir, seleccionaría ser letra, y que juegues conmigo en un texto abierto, con la que puedas usar y crear todos los días nuevas formas de expresión.
Si al menos alguien me preguntara qué quiero ser por un día, diría que quiero ser melodía; así podrías sentirme recorrerte desde tu interior y salir por tu mente cada que me escuchas y me bailas en una emoción, en un sentimiento que rige tu sangre y se apropia de imágenes fraguadas de aprisionarnos entre los brazos.
Mas debo ser tinta para derramarme en tu lectura…
Pero no necesitas ser poeta para convertirte en mi poesía.

sábado, 12 de febrero de 2011

Febrero 15


Algunos pretendieron subirte al cielo… yo lo haré, y no necesito ser piloto de aviones o astronauta para lograrlo. Otros dijeron que te llevarían a las profundidades del océano… sin ser buzo o navegante nos perderemos en las profundidades de los abismos del deseo. Algunos más pudieron darte flores… pero yo lo que quiero es plantar un jardín de sueños y emociones para que, cultivándolos a diario, pueda darte flores silvestres de amor y sonrisas que abran con el amanecer. Otros tantos te dieron recuerdos de los cuales no puedes deshacerte, yo quiero darte vida para que no tengas la necesidad de recordarme, sino de vivirme. Quizás terminaste deseando no querer a otro porque la última persona no fue cuidadosa al entrar en tu pecho… sin querer sacarte su historia, tú misma la borrarás cuando me escuches susurrarte al oído el verso más puro que me dicten los dioses en el momento de rozar mis labios con los tuyos.
Al estar contigo no pretendo tratarte como princesa, sino como la mujer que quiero a mi lado; no tengo intenciones de servirme a ti en un trabajo de tiempo completo pensando en ti, quiero darme a ti en plena libertad de confianza, donde esbocemos felicidad en nuestros rostros mientras caminamos de la mano y en silencio.
Muchos cantaron hermosas coplas, sobrios y ebrios… pero nadie tendrá la genialidad de componer baladas bajo tu ventana sin tener que estar en el frío de la noche esperando a que salgas y me avientes una rosa: he de ser trovador de dos siglos atrás para cortejarte como pretendo, en tiempos modernos donde queda olvidado el romanticismo que se vivió en aquel entonces, con esa pasión que devoraba a los artistas, con esa pasión que siento al besarte, arte, darte, cuidarte y amarte… Arte tiene la terminación exacta para expresar en toda la extensión de la palabra mis intenciones contigo.
Puede que no creas lo que te digo, sin embargo, ha quedado demostrado a lo largo de los días que nos acompañamos; cada noche camino a tu casa es recorrer el sendero de la desesperación y calma por la ansiedad de callar el grito de mis manos que me demandan constantemente que las ponga sobre tu fina espalda y pintar en ella las llamas más ardientes que ni el infierno conoce. Podré no ser brasa ni demonio, pero te quemarás hasta derretirte entre mis dedos, mis muslos, mis brazos… por sobre todo mi cuerpo terminarás diluida hasta volvernos uno, en el misterio de la tercera epifanía de gloria: haré que el apocalipsis sea una bendición para almas como la nuestra.
Has vengado mi sonrisa arrebatada por la experiencia, y no importa qué me tome, o cuánto, para tener la prueba de Sísifo puesta en tu puerta como recompensa. Estaré a tu lado aún cuando el mundo esté extinto y la vida se vuelva un absurdo, cuando la roca del pasado caiga desde la montaña: es en ese instante que nos burlaremos de las divinidades que nos castigan por haber tardado en encontrarnos, nuestra gloria estará impresa en este día donde, sumergidos en el fuego de nuestras miradas, contemplemos el paraíso que se pacta con un beso largo más allá del bien y del mal.

Esta fecha, jaguar, quizás no signifique el momento que nos vimos… sino el momento en que nos detuvimos a vivirnos.

Después de... mil promesas


Después de mil promesas rotas, cumplo con la última...
Para olvidarte tuve que arrastrarme por los rincones de mi casa ahogado en alcohol. Tuve que llamarte para hacerte partícipe de mi dolor; tuve que amarte tanto hasta llegar al grado de odiarlo, de odiarte, de vomitar mi rencor por tu cobardía; luego tuve que ser cobarde para no verte más y no querer saber de ti. Después tuve que enredarme en otras manos para lavar mis heridas y maldecir tu nombre que se escapaba de mis labios cuando estaba con ellas: tuve que amar odiarte con la misma intensidad con la que un día dije “te amo”. Temblaron mis entrañas cada vez que sabía de ti, y entonces decidido aprendí a vivir sin ti, pero sin acostumbrarme. Quemé mis labios con el veneno de dos cajetillas diarias, te arranqué de mi piel con la aspereza de viejas sábanas, las tiré y lloré como si te hubieras muerto. Levanté dos plegarias para que sufrieras como yo, sin arrepentimiento de hacerlo, me abandoné a la trampa de dos viejos amores para amoldar mi alma de nuevo, zurcir mi corazón y permitirte ser mi mejor error.
Poco a poco comencé a sentirme bien, y las cosas en mi vida mejoraron: abrieron la esperanza y floreció la ilusión. Dejé de necesitarte, amarte se volvió tan molesto como el zumbido de un mosquito en lunes por la madrugada: encendí la luz y lo maté sin sentir la menor culpa de asesinato. Abrí los ojos, me puse de pie, sonreí, me miré en el espejo, cerré los puños… y escupí lo que quedaba de tu amor en el escusado.
Así fue como te vi un día y pasamos casi lado a lado sin que me reconocieras, dejaste de afectarme y comenzó así la mejor parte de mi vida. Un futuro que pestañeó para volverse en presente, tenías razón, no cabías en mi vida, “por muy malo que yo haya sido, sigo siendo demasiado bueno para ti”. Tan sólo de pensar lo que me hubiera pasado a tu lado, me río y agradezco que te hayas largado de mi vida, ya no agradezco el haberte encontrado. Así puedo estar ahora tranquilo, sin miedo, contento porque la balanza de la vida se inclinó a mi favor.
Ahora vete al lugar de los muertos, sé otra más de mi memoria, no quiero ser tu amigo, ni siquiera tu olvido, prefiero ahora no saberme en tu vida, no vale la pena más verte danzando desnuda por mi cuarto, en mi baño, en cada una de las imágenes en los sitios que enlazábamos nuestro cariño, que ahora compartes con él. Mi mayor triunfo es... el haber quemado mi historia contigo como otra más en mi vida.

lunes, 7 de febrero de 2011

Del primer beso


El primer beso robado, el segundo dado, el tercero otorgado… los demás buscados, encontrados y esparcidos a lo largo del tiempo que por momentos nos seducían a cerrar los ojos e inventarse en una hoja en blanco. No importa de dónde venimos o a dónde vamos, sabemos dónde nos encontramos y parece que ahora es lo que nos importa. Lo demás se irá dando como los besos arrancados en algún callejón en penumbras. Silencios que se rompen en el marco del miedo y el control.
No hay prisa, tenemos más días, más meses, años… nos enardecemos y enfriamos como si fuéramos un par de velas encendidas hasta consumirnos, nos damos forma y nos deformamos constantemente aplicando una caricia leve, un beso de despedida, abrazarnos al vernos se vuelve el momento adecuado para callar los “me importas”, y quizás algo más. Cuidando lo que decimos, pero que sabemos de cierta forma: “si queremos decepcionarnos, mejor voltearemos a otros lados”, porque aquí, desde nuestro mundo, no será.
Muchas veces decimos “te amo”, y “para siempre”, “como nunca”… y hasta la fecha esas personas que juraron, incluso nosotros, amor eterno, no están. Abandonados en nuestras conciencias a través del tiempo, pero sólo ahí. Nada de eso importa, porque tropezamos, comenzamos y ahora estamos, de pronto, caminando de la mano sin saber que lo haríamos.
Quiero que me lleves a ese sitio etéreo de tu cuerpo, que ha tomado a filósofos, pensadores, sabios y locos a preguntar: ponme en tus manos y dirígeme a tu alma. No tengo la mínima intención de romperla, corromperla y aprovecharme de ella, puedes estar segura. Las experiencias nos han puesto en ese sitio donde no pretendemos seguir experimentando, sino querer bien, sin mucho o poco, donde las palabras alternas son eso, sobras.
Tómame al lugar donde puedo crecer, desarrollarme y procrearme: quiero que tu corazón sea esa manzana por la cual los primeros padres fueron expulsados por querer ser más grandes que Dios. Déjame ser ese fruto que es tentación para tus labios, pruébame una y otra vez, expúlsate del paraíso y ven conmigo a tierra. Condenémonos y seamos vulnerables a nuestro encuentro, que nuestra realidad sea como todas las demás: así de diferentes, así de únicas. Perdámonos en ese ciclo eterno y luego volvámonos a encontrar sumergidos en las llamas para expiar nuestras culpas.
Bésame una vez, dos, tres… multiplícalo por millones que nos debemos por haber coincidido a nuestra edad; caminemos sobre las brasas y sostengámonos del viento para no quemarnos vivos, o hacerlo hasta morir juntos en el deseo primigenio que nos llevó a robarte el primer beso.
¿Sabes que cuando estoy a tu lado, de frente, estoy contigo totalmente? ¿Y sabes también que aún cuando no, estás conmigo? Un día, al abrir los ojos, vi una sombra que no reconocí al momento, pero que a través del día me siguió hasta al punto de verme caminando a tu casa, sentarnos en restaurantes, bancas, en las butacas de los cines, en este instante conmigo. Deposito la mirada a otros lados cuando me dirijo a la oficina, es el mismo que tomo al ir por ti, sonrío de recordar cómo empezó este viaje, sonrío de regreso porque es lo mismo, aunque no se siente igual, y te volviste sin querer, en la mejor parte del día, o de la semana, cuando en tu espalda y en ese espacio entre tus clavículas y tus pechos, me hallo recogiendo la leña para darme calor en la última etapa del invierno.

jueves, 3 de febrero de 2011

Bésame


(Gracias, Tania, por la foto... y por los suspiros robados)

No me beses, no aún. Sabes que me haces temblar cuando tu piel se aproxima a la mía y sólo estorba la ropa. Abrazarte por atrás, sentir tu cuello acomodarse a mi boca, voltearte a mí, sin vernos, dejando que nuestros cuerpos se conozcan, se atrevan y luego se despidan. Enardeciste mi aliento y me colocaste en un periodo onírico hoy que no te tuve. Ayer alteraste mis sentidos y los volviste en tu contra: tu perfume, tu silueta, tu manto de fuego que me logra desear darte aire para que crezcas y pierdas control. Nunca he contado tantas veces estar a punto de un beso y que se me vaya al infierno. Sentir tus uñas, tus dedos caminar sobre mis labios, como si fueran artesanos creando moldes perfectos sobre las comisuras, enredándose en los manglares de mi barba.
Vienes quemando todo cuando tocas, borrando las cicatrices de mis amargos pasados, que no te importan, que no necesitamos contarnos las aventuras de los viajeros que hospedamos algún día en las piernas y brazos. Todo se detiene por un momento cuando abrazados bailamos por la acera, permitiendo a los umbrales iluminarnos durante los silencios marcados en alguna dramática obra cuando te conviertes después en un témpano de hielo. No me beses, no me dejes hacerlo, no aún, hay días en que no quiero se transforme esto, pero hay días en que tengo una necesidad implacable de vulnerarme, salir a buscarte, llevarte a un sitio obscuro donde pueda capturar las imágenes más incongruentes, abstractas y hermosas que despiertan en la madrugada, donde tantas veces quiero llamarte para pedirte que algún día amanezcas a mi lado. Quiero abrirte y coserte constantemente cada noche y cada mañana con miradas perdidas sobre la almohada.
Mas luego despierto con una sonrisa que meses atrás desconocía, luego me veo en el espejo y comienzo a recordar lo que soy: un gato pardo callejero acostumbrado a la soledad sin abandonar sus dominios. Puedo perder la cabeza por incertidumbres que se tejen como telarañas en la mente: una red en forma de espiral donde loco me consumo en el viento y termino en cenizas del fuego que me prendes cada que me siento próximo a tu boca.
La experiencia me ha dado tantas llamas azules que a veces me es imposible abandonar el razonamiento, pero luego me conquistas con una forma tan natural de entregarte a la incertidumbre, de abandonarte y sentirme, que simplemente me permito arrastrarme al purgatorio de tus caricias para limpiar y enjugar lágrimas de un animal salvaje con ojos más profundos que la avaricia. Me coloco más allá del bien y del mal cuando soy preso de la emoción de sentir tu espalda germinar como una flor silvestre en invierno… Tus palabras cálidas y reservadas parecen susurros en un valle por el movimiento de los pastizales e insectos en frenesí y celo: llamándose entre ellos en un idioma que no entendemos. Este es el sonido de tus manos al roce con mi pecho.
Veo luz en sitios que había olvidado, nadie ha sabido cómo domesticar mis presagios, tú lo haces de manera llana, simple, en ti veo esa sombra del medio día a contra luz donde asomas tu figura delineada expuesta a mis instintos. En ti contemplo lo que un día me fue arrebatado por una bala perdida desde un tren en movimiento. La historia de bandidos y alguaciles persiguiéndose, abriendo fuego a diestra y siniestra, han terminado. Sólo nos quedamos los bandidos en un burdel de puertas cantineras, que son abiertas de una patada mientras observan un revólver ser agarrado por la cacha: el silencio llanero de saber que alguien grande ha venido al pueblo… y con el que nadie se atreve a meterse.
Fuego en un desierto de bandidos sacudidos por instintos asesinos narrados en las historietas de caballos y bandidos: toda tú eres fuego, digo: no me beses… de hacerlo no tendré opción alguna que la de secuestrarte en plena luz de día y desaparecer, revivirme y volverme tu sueño.