jueves, 29 de noviembre de 2012
Cena para tres (mi vida contigo)
Este es mi primer corto interactivo, nacido del cuento de hace unos años titulado "Cena para tres"; es una adaptación, espero lo disfruten y les guste.
Si quieren ver la otra historia, denle clic cuando aparezca la palabra "Sol", o bien, déjenlo correr.
http://www.youtube.com/watch?v=xHaYkR_HdHU
Este es mi primer cortometraje, aún me falta mucho por mejorar, pero eso irá sucediendo... no será el último.
domingo, 25 de noviembre de 2012
25 Aniversario de Kasbek
No
es casualidad que más de 280 guerreros se dieran cita en el campo de batalla.
Regresaron viejas leyendas y antiguos héroes que forjaron 25 años de historia,
extrañando a quienes ahora nos vigilan desde el cielo; todos ellos desempolvaron sus armaduras para
teñirlas con valor y entrega, olvidando por un día entero su individualidad para destacar la importancia de cazar en grupo, de estar unidos y rememorando a
los viejos espíritus desde el interior.
Escuadras
como Dakotas, Incas y Seris se hicieron presentes, dejando de lado el mito de su existencia para
recordarles a quienes les siguen detrás, que ellos tienen rostro, nombres e
identidad; que no son fantasmas, que antes de ser olvidados sus escuadras
gritaron tan fuerte que hacen eco en el presente, donde curiosos y conocedores
se acercaron para escuchar las anécdotas de guerreros cuyas historias aún se
cuentan en campamentos.
Otras
escuadras como Yaquis, Ashantis y Francos dieron cátedra del por qué son
grandes, Delawers, Celtas y Sajones, nos dijeron por qué ahora son ellos
quienes mandan. Samuráis, Mohicanos, Highlanders y Bretones enseñaron su forma
de imponerse. Y los que me faltan por nombrar que también van fraguando la solidez del
escuadrón Kasbek, son igual de importantes hasta el punto de alimentar esta llama que sigue viva y ardiendo tan feroz que es imposible se consuma.
Sus
almas hacen que sus corazones sean de caballeros, de sangre noble. Ellos, que
no necesitan ser gigantes para ser reconocidos como fuertes guerreros, escribieron y escriben sus propias historias, llenas de hazañas, hechas a puño
y letra de dioses griegos, impresas con sangre, coraje y sudor de saberse vivos
dentro del terreno donde se siembra comunión y se cosecha integridad. El
Olimpo, señores, quedó opacado la tarde del 25 aniversario del escuadrón
Kasbek, donde hombres lucharon como poetas y se ganaron un lugar en nuestros corazones.
Por un
ideal… ¡se vive, se lucha, se triunfa!
Seris
lunes, 29 de octubre de 2012
Generación X
Soy
de la generación que aún tuvo una infancia libre de celulares, de cuando la
ciudad era segura y se podía jugar a los 7 años con los vecinos sin la
vigilancia de los padres y nos llamaban a “grito pelado”: “ya métete”. Soy de
la generación que se levantaba a las siete de la mañana los domingos para ver
los Caballeros del Zodiaco, y las caricaturas aún abordaban cuentos clásicos
con la compañía instrumental de grandes maestros de la música.
Soy
de la generación que aún vio Logo Writer y usó la tortuguita para aprender a
hacer comandos de programación. También de cuando los maestros aún tenían el
poder y regañaban sin temor de ser reprendidos por los padres o demandados por
los mismos. Soy de la generación que aún creía en lo que sus padres decían y no
lo comprobaba en Google; de cuando las tareas eran trabajos de investigación en
libros y el “copy-paste” se hacía si se compraba una monografía o biografía. De
la generación que compraron casetes y discos LP, que vieron nacer el “punchis
punchis”… de cuando los discos y los grupos hacían aún álbumes temáticos.
Mis
contemporáneos saben cuáles fueron los “tazos” originales, los “pepcilindros”,
y probamos las riquísimas hamburguesas del Burguerboy y los helados Tomboy,
para los fresas el Bing. Soy de esa generación que vio los Thundercats,
Halcones Galácticos y He-man. Recuerdo ser un niño cuyo único pecado era hacer
travesuras y prefería jugar a “las atrapadas”, “las traes” y “cebollitas”; y no
andábamos simulando un “perreo” con nuestras compañeritas. Gracias a esa
inocencia es que a esta edad sabemos el secreto que guarda un rincón obscuro del
primer beso y salir sonrojados porque sólo fue un beso robado.
Soy
de esa generación a quienes nos rompían el hocico si nos escuchaban nuestros
padres decir una grosería que se escapaba por el uso cotidiano con los amigos,
y respetábamos si los adultos estaban hablando: sólo una mirada bastaba para
mandarnos callar… Soy de esa generación a quienes todavía alcanzamos a adquirir
un poco de principios y que hoy por hoy suenan de nuevo las palabras de
nuestros padres.
Mi
generación es distinta, estamos en la frontera entre las enseñanzas viejas y el
indómito carácter de la rebeldía de la depravación de las nuevas; nuestras
canciones aún poseen algo de poesía en su rock, en las baladas, y no hablan
tanto de “metérsela duro”, aún guardamos ese romanticismo confundido entre el
amor y el sexo.
Empero,
esta generación que ha visto quebrar los valores que nos enseñaron, somos los
mismos que estamos teniendo y educando hijos o sobrinos, qué mundo dejarles
para que no estén perdidos sin identidad, qué estamos haciendo para lograr el
exacto sincretismo entre dos mundos que ya no se tocan: estamos en medio de
ellos, de esos que descubren un mundo nuevo con la tecnología y los que nacen
ya con un aparato en la mano, dependiendo totalmente de eso, sintiéndose
desnudos si olvidan sus teléfonos; aún soy de la generación que hacía valer la
palabra si se quedaba de acuerdo una semana antes algún encuentro sin necesidad
de confirmar… ahora es más sencillo romper las promesas. Soy de esa generación
que aún prefiere comprar un libro que bajarlo por internet, que prefiere
consultar un diccionario que un poderoso buscador, que sabe a qué huelen los
libros de nuestros abuelos, y estos son conocidos porque leyeron un montón y
nos sorprenden con todo el conocimiento literario y de vida…
Escribo
esto en honor a un contemporáneo que se nos ha adelantado, y su pronta partida
precisamente me hizo recordar la infancia que como generación tuvimos, me hizo
revalorizar la vida a la que le hemos llenado de significado genuino, entre la
inocencia y la diablura que esta generación tiene por encontrarse en el límite.
No
vengo hablarles del dolor que se alberga al perder a un hermano, amigo, etc.,
vengo a platicarles a quienes nos siguen detrás y quienes están delante que
nuestra generación es tan bella que buscamos pretextos para reunirnos y seguir
riendo con los recuerdos de las pequeñas travesuras que parieron nuestras
sonrisas al recordar a una estrella que, caracterizada por buen humor y broma
desde que fuimos niños, pasa a vigilarnos para seguir riendo de nuestros pasos.
Tus
compañeros y amigos del Morelos te recordaremos siempre por tu sonrisa.
sábado, 15 de septiembre de 2012
Motivos para celebrar
Me
dicen que “no hay nada que celebrar”, que esto es sólo un pretexto para ponerse
“pedo” y juntarse con la “bandera” y los “carnazas” de “coraza”; que este sitio
está mal porque somos unos “agachones” que aceptamos un gobierno corrupto que
le roba a su gente, que permitimos el conformismo y que tenemos una pésima
conciencia histórica.
Y puede
que haya cierta razón en eso que pregonan, sin embargo, no celebro al gobierno
de México o al narcotráfico que amedrentan a los ciudadanos, sino a mi país, a
la gente mejor que yo y a las bellezas naturales que guarda dentro de sus
límites geográficos, a su gente que es la mía, que corea en los estadios y
grita “puto” al equipo contrario, a la que se “rompe la madre” y “se soba el
lomo” o “persigue la chuleta” para ver crecer y dar mejor vida a sus hijos; le
festejo a la tierra que ha dado como fruto riqueza prehispánica, a los grandes
pensadores de talla internacional que han aportado cosas importantes al mundo,
desde perspectivas filosóficas y literarias hasta aportaciones científicas como
el anticonceptivo en pastillas.
Le
celebro a la patria que me ha dado una madre de corazón noble; y es que a la “jefa”
en México se le respeta, nadie debe meterse o insultar a la madre del “otro”,
ni a la virgen María ni a nuestras patronas que nos “sonaban” a madrazos
limpios. Esas madres que hasta se agarran a “vergazos” si ofenden a sus hijos.
Celebro
a la tierra que se regocija al son de la guitarra del mariachi y de los tríos,
de su rock nacional y con el pop para el fresa. Celebro a la gente tan unida
que intenta hacer de este país un lugar mejor, esos quienes entregan más de
media vida a labores altruistas, desde el rescate de perros hasta apoyo a
comunidades indígenas que no están cerca de las grandes ciudades. Celebro a los
hijos mexicanos que se levantan temprano a “chambear” para barrer las calles y
bolear zapatos y también por lo que estamos pegados a la silla frente al
escritorio, sin olvidar a los pequeños empresarios que generan empleos.
Celebro
a los pequeños que nos arrancan sonrisas y a los deportistas que con su gran
pasión nos trajeron medallas en los pasados Juegos Olímpicos… pero brindo por
aquellos que estando carentes de algunos de los miembros del cuerpo, demostraron
tener una fortaleza superior que la mayoría de los habitantes de México y de
quienes los gobernantes deberían aprender para representarnos de forma digna.
Celebro
porque, viviendo un tiempo en otro país, me di cuenta de lo que había dejado
atrás y por eso regreso, por la picardía y folklor de nuestro lenguaje, por la
sabrosa destreza culinaria de “doña lupe” y su habilidad con las manos para
hacer tortillas y disfrutar de las ricas “quecas” de la esquina; porque aquí
los amigos se juntan para “persignar el piso” y bailar una buena salsa,
quebradita o menearse al ritmo de la banda; aquí en mi país el significado de “identidad
nacional” adquiere colores que se mezclan con el rosa mexicano y el sincretismo
confundido con la herencia española. Porque estando lejos de mi país supe que
era extrañar “echar la chela” y la cantada al final, abrazados y llorando a
nuestros amores. Porque en México sí se lucha con pasión, y se juega el “fucho”
en las calles como si fuera el partido que definirá sus vidas. En México las
asperezas entre amigos se curan con tequila, también las penas si se entonan
las canciones de José Alfredo, José José, “Juanga” y “Chente”… pero sobre todo,
porque somos personas que “saltamos” para defender a nuestros “compas”. Estando
lejos de mi tierra, revaloré el ser mexicano; porque los extranjeros saben que
somos pulcros, alegres y siempre amables, ellos ven en nosotros grandes
inventores que se valen por sí mismos para “arreglárnosla” para “calmar el pedo”
si es necesario.
No
celebro a mis mediocres gobernantes o a los sanguinarios narcotraficantes,
reitero; celebro a mi gente que a pesar de ser pisoteada y decepcionada, le
siguen “echando ganas”, no se rinden; porque en las pasadas elecciones se
unieron e invitaban unos a otros a mejorar el ejercicio político, y aunque “nos
la metieron” de todas formas, demostramos que unidos podemos hacernos escuchar;
sí, sé que aún nos falta mucho como nación y que debemos aprender que el poder
es del pueblo y no de los ladrones en los asientos de las cámaras y la silla
presidencial, pero ahora sabemos que somos mucho México para ellos; por eso le
celebro a este país, que me ha dado la vida y el orgullo de sentirme mexicano.
Ser
mexicano, es sinónimo de ser “chingón”; y esta palabra sólo puede ser entendida
si se es de aquí, de nuestro querido México.
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domingo, 9 de septiembre de 2012
Por ti... por ustedes
Me
gusta haber nacido un día después del aniversario de mis padres: y cantar “my
way”, de Frank Sinatra, a solas y a todo pulmón al punto de las 12 del 31 de
agosto. Me gusta caminar largas horas cuando tengo uno de esos días que parecen
de película, cuando se siente que el mundo conspiró en tu contra para hacerte
sentir la caricia del infierno.
Me
gusta recordar los secretos de mi infancia, y reírme de las maldades que hice;
me gusta ver a los que un día fueron mis mejores amigos (as) para rememorar
nuestras aventuras y travesuras durante la estancia en el colegio. Me gusta
saberme un hombre que reconoce su pasado y que no se arrepiente de lo vivido,
pero me gusta más saber el hombre en quien me estoy convirtiendo; me gusta ser
despertado por mi madre, y que me dé un abrazo acompañado de un beso en la cama
el día de mi cumpleaños; me gusta pasar los domingos por la cocina para
degustar el aroma de lo que cocina mi madre, y robarle unos trozos de lo que
guisa y ser regañado por ladrón de comida. Me gusta acabarme los postres que
hornea mi madre y hacerla repelar y terminar riendo; me gusta saber que ella es
más mi amiga, y me gusta quedarme horas platicando por las noches, o que se me
haga tarde para ir al trabajo por estar chismeando durante el desayuno.
Me
gusta “pistear” con mi hermano, contar nuestras vivencias de la violencia de mi
padre, los fantasmas escondidos en nuestra primera casa, en la segunda, y saber
que hasta la fecha contamos totalmente el uno con el otro. Me gusta salir con
los primos, y terminar enamorándome de sus amigas aunque sea sólo por una
noche. Me gusta robar besos y salirme con la mía; salir en la madrugada o ya en
la mañana con la ancha sonrisa de haber estado sumergido en un par piernas que
han hurtado mi inocencia. Me gusta que me digan “te extraño”, “me haces falta”,
“te amo”, “nunca te vayas” con sus miradas perdidas en mis labios y en mis
ojos.
Me
gusta llegar a las fiestas solo y salir acompañado o con algún número
telefónico recién guardado en mi celular; me gusta que me dejen mensajes
provocativos en mi red social. Me gusta que me rompan el corazón y llorar
amargamente mientras escucho las canciones con las que identifico ese amorío,
pero me gusta más cuando el adiós es un acuerdo común y soltar sin mayor
reproche y engaño.
Me
gustan los sábados que voy a tomar clases de tanatología, y me gusta más dar
clases de “aspectos filosóficos de la muerte”, en esos días donde los invito a
pensarse y reflexionarse de cómo han vivido su vida y no así su muerte. Me
gusta ahora el ritmo de vida que tengo: salir de pisa del trabajo para llegar a
la especialidad, la plática nocturna con mi nueva amiga, llegar a la casa y
servirme una coca con muchos hielos y encender un cigarrito antes de dormir. Me
gusta tirar sabrosísimo la flojera los domingos en casa, y sentir el agua tibia
de la ducha, dormir unas dos horas por la tarde y ponerme a chismear con la
banda, ya entrada la noche. Me gusta el helado… no, me gusta mucho el helado, y
comer un litro entero mientras veo una película que me emociona aunque la haya
visto 50 veces. Me gusta cultivar rosas y tréboles, cuidar a mis peces y
alimentarlos, verlos cazar charalitos y también acariciar a mis tortugas.
Me
gustan las tardes o las noches que revientan al ritmo de la cantada y las
cervezas, me gusta desvelarme bailando o teniendo una riquísima plática con
vino de por medio. Me gusta tener a mi familia reunida y jugar con mis
sobrinos, platicar con quien ahora es toda una mujer, y más sentirme orgulloso
de ella. Me gusta comprarle cosas a mi sobrino y más construirle guaridas donde
pueda tener las fiestas más alocadas en confidencia con sus peluches; me gusta
cargar al más pequeño y que me jale la barba o juegue con los vellos de mi
pecho.
Me
gustan las noches en que una mujer se queda dormida plácidamente en mi torso
desnudo, acariciar su cabello, y que me sorprendan con más de un beso que
provoque el estallido del pecado premarital. Me gustan mis tardes de soledad en
la pirámide del cerro de la estrella y llenarme los pulmones con aire,
liberarme, sentir que respiro, que estoy vivo para ver cómo se ilumina la
ciudad poco a poco.
Me
gustan esos momentos de inspiración que días como hoy me sientan a escribir; me
gustan las frases que se me ocurren dentro del camión y olvidarlos porque no
tuve la oportunidad de poder grabarlas. Me gusta contar historias donde no hay
finales felices y me gusta hablar más del desamor porque del amor nada se sabe.
Me gusta el drama aunque repudio las escenas en público, me gusta el arrebato
aunque sea una persona sobria, me gusta hacer tonterías y terminar con cara de
pillo por mis ocurrencias. Me gusta pasarme las horas arreglando mi barba y
eligiendo mi ropa, llegar como amo de la noche a las reuniones y ser impuntual
porque me estuve arreglando para esa persona… para que al final de la jornada
me arrebate un beso y nos arranquemos las ropas. Me gustan las libélulas, y
saber que me han dedicado una novela, cuentos y muchos poemas que han sido
publicados, o que sólo soy yo el lector. Me gusta el poema “Los amorosos” de
Jaime Sabines, y me gusta que viejos amores me hablen sólo para ponerme una
canción o porque sólo se acordaron mucho de este servidor. Me gusta que en mi
proyecto de vida estén incluidas las labores altruistas… y que no sólo se
queden en meros deseos de querer ayudar. Me gusta tener espacios de creatividad
donde pinto en lienzos y en la pared historias de mi vida o sueños. Me gusta
mucho mi trabajo, realmente disfruto lo que hago para ganarme el sustento y
saber que estoy dedicándome a lo que de adolescente quería ser, pero amo el
hecho de que con ese fruto destine una parte del dinero ganado para que un niño
nacido en precarias circunstancias tenga servicios dentales, médicos y
escolares; esto realmente lo creo una aportación y decirle a la vida “gracias
por lo que me has dado”.
Gracias
a todos por darme más de cinco mil visitas a este espacio donde escribo, porque
lo hago con las vísceras y sin limitaciones o autocensura.
domingo, 2 de septiembre de 2012
Más allá del bien y del mal
A mis
29 he podido aprender que…
…no
importan que tantas penas pases, tu familia no te abandona.
…no hay
mayor éxito ni mejor negocio que aquel donde se termina contento.
…
siempre habrá más de uno que quiera joderte la vida, o verte llorar, pero
siempre tendrás a tu lado una persona que estará dispuesta a dar su vida (gracias,
mamá).
…no
importa cuánto hayas peleado con tu hermano cuando eres niño, a estas alturas
uno obtiene a su mejor amigo y confidente (te amo, Samuel).
…si
llegas sin hijos a esta edad, tienes sobrinos a quienes les puedes enseñar como
si uno fuera su padre.
…si el
infortunio te sonríe, lo mejor es devolverle la sonrisa, y luego reírte con él.
…a tus
mejores amigos no les importa ni el tiempo o la distancia, siempre contarás con
ellos en tus fracasos… pero más en tus glorias.
…tus
primos son hermanos, y aún cuando el largo velo del tiempo te arrebate a tus
amigos, con ellos envejecerás (Ana, Carlos, los amo).
…amores
vienen, y otros tantos se van, pero siempre habrá uno, o quizás dos, a lo mejor
tres, que siempre desearán tu felicidad aunque ya no puedan estar contigo.
…se
vuelve más importante estar con las personas que te quieren, aunque sean pocas,
que estar con aquellas a quienes les eres indiferente y son muchas.
…siempre
hay tiempo para amar y para tomarse un café con un viejo amigo (a).
…la
cama no sólo sirve para soñar, tener sexo o llorar, también sirve para
compartir y conocer el verdadero significado de la intimidad.
…si no
se perdona con el corazón, no es perdón en realidad.
…se
debe trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
…no
existe tal cosa de la “media naranja”, para amar y entregarse hace falta que
uno esté completo y que la otra persona también se sienta así.
…es más
satisfactorio estar con una mujer que estar con una princesa.
…lo que
no mata a uno, no lo hace más fuerte, sino más extraño y más duro.
…no hay
mayor dependencia que el buscar la libertad.
…muchos
se esmeran en querer hablar, pero muy pocos en querer escuchar.
…el
hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras y promesas.
…es más
fácil romper una promesa que hacerla.
…los
momentos más bonitos, son aquellos en compañía del silencio.
…la “verdad”
está sobrevaluada, y es tan relativa como la “mentira” o la “omisión”.
…no es
mejor amante quien está con muchas, sino quien se concentra en una sola.
…arrepentirse
de su historia, es negar lo que le lleva a estar aquí y no desprenderse de su
pasado.
…no hay
mayor ambición que aquella que supera a la obtención de bienes materiales.
…las
palabras se las lleva el viento si no están sostenidas por hechos.
…las
renuncias son elecciones a un amplio abanico de posibilidades y otras
complicaciones.
…el
idealismo es el último lujo de la juventud, pero eso no significa que se debe
dejar de luchar por lo que se quiere conforme vas creciendo.
…la
muerte sólo es el descanso de la vida, no una pérdida o despedida.
…el
racismo sólo es una forma de criticar tus propias carencias o debilidades.
…no hay
mayor placer que compartir tu riqueza con quienes han nacido en condiciones
menos afortunadas que la tuya.
…no se
actúa para que la gente note tu presencia, sino para que se haga sentir tu
ausencia.
…uno no
puede entregar lo que no tiene.
…la
madurez no llega con los años, sino con el ejercicio de reflexión de tus actos.
…no
existe eso que llaman “bueno” y “malo”, las cosas sólo son porque no fueron de
otra manera.
…los “hubiera”
existen en medida de hacer crítica a elecciones que renunciaste.
…”cambiar
de camino” no significa huir o cobardía, sino otra manera de hacer las cosas.
…no
existe la soledad, uno es la mejor compañía, y si no eres capaz de estar
contigo mismo, menos podrás compartir con alguien más.
…no se
trata de llegar primero, o saber llegar, sino de llegar contento no importa en
qué lugar.
…uno
mismo es el obstáculo o la libertad para superar las formas de lo posible y lo
imposible.
Y aún
me falta tanto por aprender, pero para eso siempre estará la vida; y aún si
esta mañana termina, lo haré con la ancha sonrisa de que seguí mi corazón y en
constante lucha de construir mi propia suerte.
viernes, 13 de abril de 2012
El hermano que se fue
Es
francés y libertario
Casi un
prodigio revolucionario,
Escribe
con el golpe de las ideas
Y habla
con su lengua de fuego
Su
melancolía se entorpece
Con el alcohol
cayendo por su garganta,
Raspada
por cien cigarros de cada noche...
Herida
por el grito con el puño al cielo
Es mi
hermano y está muerto
Pero su
imaginación vuela como el aire,
Como un
niño volando un papalote
En el
fondo de una mente sin recuerdos
Es un
idealista siempre joven
Viajero
de mundos y galaxias
Ha
visto el mundo y no para de recorrerlo:
Sueña
profundamente desde la tierra
Tres
metros abajo
Desde
la trinchera de su tumba
Vive en
los campos de guerra
Y las
ciudades fantasmas
Donde
aún su risa suena…
Es mi
hermano y está muerto
Te extraño
martes, 3 de abril de 2012
Reencuentro
Recuerdo
verte años atrás, con tu uniforme de secundaria, con el cabello atado a media
cola, calcetas y blusa blancas, falda a cuadros… Recuerdo que no me hacías caso
en lo absoluto, recuerdo que sólo me ubicabas como “el de lentes”. Muchas
noches llamé a tu casa y colgaba en cuanto oía tu voz, víctima de los nervios
al escucharte, preso de mis emociones que subían y bajaban de mi ombligo al
corazón. Me atreví hablarte el último día de clases, en la despedida de aquella
época en la secundaria… de eso ya son quince años, hoy volví a verte.
Muchas
veces paseaste conmigo durante la prepa, mi primer beso fue contigo: recuerdo
claramente cómo todo alrededor se hizo nada, se hizo nadie, sólo éramos tú y yo
danzando en una luna que brilló durante muchos años. Mi primera vez contigo,
también, y aunque no sabía qué debía hacer, manejé la situación como si tuviera
ancha experiencia. De ahí caminé contigo en la universidad, en mi nueva etapa,
te desvelabas conmigo escuchando todos los monólogos que me aventaba para
explicarme a Heidegger, Nietzsche, Sartre, Aristóteles… y tú aguardabas en el
sillón y en las mesas de diferentes cafeterías sonriéndome, intentando entender
sin lograr detenerme para más explicaciones. Estuviste en mi graduación, en la
fiesta, y estuvimos abrazados todo el tiempo, riendo, besándonos acaloradamente
conforme el alcohol nos entonaba al cantar esas “adoloridas” del mariachi. De
ahí nuestro viaje de graduación fue como una canción de verano, apenas
comíamos, vivimos de noche con los amigos y las mañanas para nosotros.
Celebramos con una cena mi primer trabajo, me comprendiste la primera vez que
me corrieron, callada. Luego festejaste mi primer ascenso, los pequeños logros
que fui obteniendo: mi primer libro (tú fuiste mi primera dedicatoria), el
primer viaje pagado sin ayuda de mis padres; estuviste aquí todo el tiempo y no
te diste cuenta cómo pasaron los años… yo tampoco, a decir verdad. De pronto
hoy volví a verte, y pasamos lado a lado sin reconocernos al instante, tú nunca
te diste cuenta que fui yo quien rozó tu codo, sólo dijiste: “disculpa”, y
seguiste tu camino como aquella última tarde que te vi saliendo por la puerta
principal de nuestra secundaria.
domingo, 25 de marzo de 2012
Prima nocte
En
algún lugar; se me antoja una noche: viejo hotel, de interiores blancos y
puertas rojas. Dentro de la habitación un balcón con herrería vieja, una cama
con sábanas a medio usar. El cuarto una suite en París, el cliché célebre para
historias amargas. Aunque esta no es una de esas.
Dos
amantes que se encuentran, tienen la hora acordada, está acordonada cada sábado
en punto de las nueve. Él llega primero, pero en esta ocasión, ella estaba ya
esperándolo. Su vestido rojo, maquillaje con sombras negras, labios carmesí,
zapatillas de tacón de 15 centímetros, negros. El cabello suelto, hacia atrás,
sostenido por un sombrero femenino de época. Él de traje negro, camisa blanca,
un poco mojado por la lluvia. Se quitó el abrigo, lo dejó en el perchero y
camina hacia ella, la envolvió por la cintura, le puso un beso en la mejilla y
dejó caer el rostro entre el cuello y su hombro.
Se
conocieron en cualquier lugar, eso no importó con el tiempo, quizás en un café,
en un restaurante, sólo saben que los dos en esa ocasión algo buscaban, se les olvidó
qué era, y entonces sucedió la primera promesa que él rompería: hablar.
Ella
giró hacia él, le arrebató la ropa y él también hizo lo propio con ella, se
besaron como en el primer encuentro, así de largo, chupando sus lenguas que
abrasaban infernales, como un tango suave que se escucha con un antiguo
tocadiscos, o un fonógrafo, quizás. Él miró un anillo con una piedra que
brillaba con luz propia, y se reflejaba exacto en las paredes… se detuvo
víctima de los celos, le sostuvo las muñecas, apretándoselas, la odio tanto en
un segundo que le perdonó con una lágrima. Se desplomó sobre sus rodillas al
suelo, la abrazó acomodando la nariz en su vientre, lloró amargamente,
exprimiendo los ojos hasta doler, arañando sus caderas hasta casi querer
golpearla. Cerró los puños y deslizándolos sobre los muslos de ella le pidió
que no lo hiciera, que no se fuera…
Ella lo
tomó de los codos, levantándolo, hacía una mueca desesperada y decepcionada, su
mirada se torno fría, y vuelta un témpano de hielo, le sonrió, acarició aquél
rostro angustiado, le miró profundamente, como si tomara una fotografía en
blanco y negro, se despidió con un beso sobre la frente, de aquellos que se
narran con un dibujo a lápiz. Tomó su ropa y se retiró desnuda, firme sin
voltear atrás. Al cerrar la puerta, él sintió como se calentaba su corazón,
incendiándose se golpeó contra los muros, como si estuviera oliendo el perfume
que dejó impregnado en la habitación: a cítricos que se confunden con tabaco.
Se dirigió al balcón para observar como la ciudad se la llevaba en un taxi,
donde siempre la vio llegar, donde ella lo veía desde abajo y se retiraba sus
grandes lentes obscuros como si quisiera asegurarse de que fuera él y no otro
quien estuviera esperándola.
Ella jamás regresó,
pero un día, después de 20 años, la vio pasar de lejos de la mano de otro
hombre que tomaba su mano, que la miraba con un brillo similar a la de un
infante descubriendo el mundo. Él sólo sonrió y devolvió su cara a quien le
sabía morir porque el tiempo es así, porque la vida es efímera, como su amor de
frente al viejo hotel que estaba en ruinas.jueves, 15 de marzo de 2012
La duda
Busco
en el silencio
Los
secretos guardados
Bajo tu
mirada
Y no
encuentro más respuesta
Sólo
preguntas sollozantes
Que me
miran como ángeles caídos
Como
sombras confundidas
Con el
espesor de la amargura:
Así de
heridos, suplicando la muerte.
Te oigo
en mi pasado
Ecos
que se rompen en mil fragmentos
Enterrándose
en mis pies
En
palabras que un día tuvieron sentido
Que hoy
me recuerdan a ti…
Y veo
entonces la imagen
De ese
espejo que rompí
Aquella
noche mientras me odiaba en el hotel
Al
instante mismo de derramarme
En los
brotes de la ceguera
Que
regaban mis ojos
Con la
maldición que interrumpía mi boca.
He
transitado ya las ciudades abandonadas
Por
sobre las ruinas y cenizas
De los
campos bélicos de tus hombros.
Y leo
tu historia como a un libro viejo
Guardado
en cajas de madera
Como si
éste tratara de no hacer ruido
Pero
que no sabe callar…
Si bien
tú haces lo mismo:
Abres
grietas de tiempos
Que
alteran mi futuro
martes, 13 de marzo de 2012
Del cielo tu sonrisa
El
resultado de mi mala consciencia y mi buena memoria se refleja en los actos de
mis días mientras espero tu llamada. He tenido días peores, lo sé; es sólo que
hoy, mirando a la calle, me encontré pensando en ti más que otras veces…
reflexionando lo que hice y no hice, las promesas rotas y los juramentos que
ahora parecen falsos.
Aún con
el temor de perderte retraté tu sonrisa sobre la pared, como si fuera la única fotografía
de todas las veces que nos amamos… como si todo se redujera a la inolvidable
sonrisa después de llorar. ¿Cuántas veces más recordaré y hablaré sobre esto? Nadie
me amará como tú, bien lo sé ya.
Y miro
al espejo mientras fumo inventándome más historias que contar, con la extraña
sensación de que el tiempo que he perdido lejos de tu mano está guardándome
rencor desde aquella noche de mi sorpresiva despedida. Aquél momento aún me
despierta sudando, romper tu corazón ha sido la más violenta quimera que he
bebido. Me da miedo pensar que el no poder corresponderte ahora estará tan
tatuado en mi piel que se convierta en mi condena.
Han
pasado días enteros que estoy más al pendiente del reloj que de mi propia vida;
han habido otros en que simplemente me río por la desesperación de no saber qué
es de ti, y en aquellos días que voy a verte, es como si toda realidad se
extinguiera, quedando suspendido entre el espacio y el tiempo, entre mi
consciencia y la memoria, entre el mundo y el lenguaje.
Ciertas
ocasiones al expresarme de ti lo hago de tal forma que cualquiera creería que
fuiste el amor de mi vida… aún queda mucho para estar seguro de que lo eres,
pero de algo estoy totalmente convencido: eres la única mujer que supo manejar
mis demonios, haciéndolos suyos y controlándolos con un beso. Empero, esto
significó tal calma en mí que me sentí dormido sobre los brazos de una angustia
que me despertó de manera agresiva. Me desperté queriendo huir de la perfección
y caminar descalzo en los senderos pedregosos del error y la equivocación,
sobre las brasas de mis deseos voraces para resignificar las pasiones, mis
vicios y mi torpeza.
Es por
eso que notas una mirada nostálgica en mis pinturas, vivo en una melancolía tan
constante como mi eterna sonrisa que desconoce infortunios y humillaciones. Sin
embargo, no soy de hierro, nunca lo he sido a decir verdad, solamente nunca me
ha gustado que adivinen mi tristeza y soledad, por eso opto por ser un hombre
solitario, por eso decidí irme de tu lado.
Quizás
nunca entiendas, ni espero lo hagas, el por qué de las decisiones que tomo,
paralelas siempre a lo que siento y hasta en lo que actúo. Quizás no comprendas
que me hizo falta el despojo, el drama y más locura… quizás ni yo lo sé aún. Creo
aún no puedo conciliarme, por eso me arrastro por una gota de lágrima como si
se tratara de mí buscando la supervivencia en un desierto a medio día… quizás
por eso aún busco tus brazos y tu voz, beber y navegar por el manantial de tu
boca siempre dispuesta a reconfortarme.
Sí, te
volviste en el refugio cómodo de mi ser y no quise más que fueras eso. Quiero
decirte que soy la víctima de mis consecuencias, que se arrojan obscuras y
sangrientas cuando te imagino a mi lado, apoyándome en tus hombros, en tus
labios, desesperado por retenerte en el caudal de mi historia que fluye como un
río embravecido, llevándose al océano todas mis memorias: barcos que se hunden
en el fondo o que son abandonados en puertos fantasmas, donde he recogido
vivencias y saqueado pueblos enteros.
No deseo ser el mar
que regrese a tu playa para tragarse tu sonrisa y que nunca más lo veas
regresar, no quiero ser aquél que refleja el sol en sus estelas para guardar al
cielo en su ancha inmensidad.Para amarte
Dicen
que para escribir
Hay que
conocer todo el bien
Y todo
el mal…
Dicen que
para beber
Hay que
pasar la mayor pena
Y la
mayor alegría…
Incluso
dicen que para amar
Uno debe
tener el corazón roto
Y el
alma herida.
No creo
mucho en lo que dice la gente
No creo
que para amarte y escribirte…
Necesite
que las heridas respiren
Tomar hasta
embriagarme rogando amor
Rogando
porque una bala me atraviese
Para amarte
no necesito que me rompas
O jurarte
y prometerte que bajaré los astros
Y envolverte
en cuentos de hadas
No necesito
cortar flores
Y sacar
experiencias pasadas
Que pesan
en mis hombros
Y me
hunden en el suelo
Mientras
he ido pisando
Cristales
rotos…
No necesito
verte o pensarte a diario
Menos decirte
que realmente me interesas
Aunque me
digas que no lo hago…
Me da
lo mismo lo que pienses
Porque para
amarte no necesito que lo creas
Y si lo
sientes o no… me da lo mismo también
Nunca he
sido de la idea
Que el
amor se manifiesta de la misma forma
Con una
o con otra…
Poco me
interesa cómo te han amado
Mas si
quieres irte…
Sólo te
pido una de tus noches
Para
que me estés extrañando por la mañana.
De las preguntas necias...
¿Que si
te extraño?
¿Que si
te amo?
¿Que si
aún pienso en ti…?
No hay
necesidad de preguntarme
Si aún
me sientes temblar
Si cuando
en un beso lloro
Si cuando
me cantas al oído me quiebro…
¿Cómo no
extrañarte?
Tu espalda
ligera
Tu vientre
plano
El olor
de tu sexo en mi barba…
¿Cómo
podría ponerte al olvido?
Tu entrega,
tu pasión
La forma
en como rodeas mi cuello
Esa locura
de ir cantando en el carro
Gritando,
tocándonos, peleando…
Puede
que no me sientas todos los días
Quizás no
escuches mis pensamientos
O me
leas en estos versos que se pierden
Como antes
mis dedos dentro de ti
De tu
cuerpo asesino
De tu
rostro encendido
De tu
mirada profunda que me ha llevado
Lejos…
tan lejos que he perdido el curso
Cuando estoy
tan cerca de despedirme
Y abrigarte
por centésima vez una última más…
Amarte ha
sido como se vive una brisa
Mojándome
en tu sonrisa
Bañándome
en tu boca
Enjugando
las lágrimas de un niño
Las mías
esperando mi muerte.
¿Aún te
importa saber que te extraño todos los días?
Si supieras,
mujer, tan sólo…
Que te
aprisiono durante la madrugada
Y te
libero por las tardes, perdiéndote
Y en
cada regreso nunca eres la misma
En cada
regreso te vuelves inolvidable
domingo, 11 de marzo de 2012
Sólo ámame
No entiendo
cómo debo amar y mucho menos cómo debo ser amado.
No amo
con el corazón, amo con mis entrañas, sintiendo como se retuercen enfurecidas
cuando estás cerca, cuando estás lejos.
También
amo con mis manos, y te pinto en la pared nuestra historia, y amo con mis ojos,
que se cierran y abren mientras te encuentro o desapareces.
No entiendo
cómo ama la gente ordinaria, el amor no se siente en el corazón, se siente en
las tripas, cuando te enojas conmigo, cuando explotas en un orgasmo y yo
termino. Siento como arañas mis emociones.
Me
mareo, te sublimo, pero te siento con mi instinto… no te pienso. Por eso cuando
amo no lo hago con mi cerebro, no te racionalizo. Por eso estás conmigo.
No me
ames analizando mis actos, ámame hasta que te duela la panza, así sabré que te
importo, y cuando llores, rías, también hazlo desde las vísceras. No trates de
entenderme, tampoco me ames como lo hace el resto.
No quiero
arrancarte un suspiro, prefiero que tengas náuseas cuando me aproximo a tu boca
o cuando me voy sin despedirme.
No
quiero ser tu sueño, sino tu cólico, no pretendo que veas en mí al hombre
perfecto, sino el hombre del momento que hace que tu cuerpo sea un parque de
diversiones.
¡Grita!
Alza las manos, agárrate fuerte cuando vayamos en picada, siénteme con cada
fibra de la bilis, vomítala en borracheras conmigo, cuando te alcance el diablo
y me hagas drama a mitad de la noche, en medio de la fiesta.
Sé
posesiva, una loca, desgárrate si me ves con otra, pero aviéntate a mis brazos
y bésame como si fuera tu última noche, o mejor aún, tu última mañana conmigo.
Experiméntate
libre conmigo pero encadenada, encantada y llévate las manos al vientre cuando
circule mi lengua por tu ombligo.
Ámame
con las entrañas, hasta que vomites, yo te digo.
Viaja
conmigo en la cama, y veamos al techo relatando cuentos de nuestra vida.
Toma
mi mano y apriétala porque sientes que sólo estaremos un corto periodo, la vida
es tan corta, tan breve como para amar con el corazón.
No
me abras el pecho, exponte abriéndote por debajo de las costillas, permíteme manosear
tus emociones y somatízame si me ves llegar, o si ves cómo te doy la espalda.
Regrésame
con coraje y con odio, muerde mi abdomen, sángralo si por mí entristeces.
Ódiame
como a tus enemigos: con el corazón y la cabeza si buscas venganza; pero ámame
como a nadie, con las entrañas.
sábado, 10 de marzo de 2012
Cuando pinto tu nombre
Qué estarás
haciendo ahora
Después
de dos años de lo nuestro
Todo un
año sin saber de ti
De tus
sueños, tus miedos
Tus risas
y miradas enamoradas…
Aún te
veo deambular desnuda
En las
paredes de mi recámara
Aún tus
gritos se liberan
Quitándome
el sueño
Quitándome
el hambre
Fuiste tan
mía
Que tuve
que lastimarte por amor
Por odio
también, quizás
La
humedad de tu entrepierna
La de
tu boca y tus ojos
Pidiendo
con fuerza que nunca me fuera
Y ahora
somos un par de extraños
Que pasan
por la calle sin reconocerse
Mas no
así la memoria táctil
Que aún
te busca cuando la luna brilla
Cuando te
convertí en literatura
Aún cuando
lo hice en una de mis pinturas…
Sola
En mi
cabeza, en las entrañas
Es más
fuerte la duda
Y el
espacio vacío entre mis sábanas
Cuando confesaste
que nunca amaste
Que sólo
había sido una ilusión
Del atropellado
encuentro
Que un
día me sostuvo en el piso
De mi
alcoba, por tus huellas
Pinté tu
retrato sobre mi pared
Donde sudé
tantas veces
Y veces
más colgado de tu aliento
Donde permanecí
quebrado
Sollozando
tu partida
Lamentando
tu sombra
Ahora
tu retrato viaja de costa a costa
Buscándote
En los
lugares que nadie conoce
Tu nombre,
sólo tu figura.
miércoles, 29 de febrero de 2012
Amnesia
Pérdida
brusca y transitoria de la conciencia
Un recuerdo
reprimido
Tu paradero
Mi tiempo
oculto en la memoria
Quizás lo
asesiné una madrugada
Mientras
veía sus ojos suplicantes
Mientras
lo veía luchar su existencia
Suspendí
la fantasía
Expulsándolo
de mi realidad
Pero aún
está atorado
En la
frontera de mi lucidez
Y mi
locura.
No es
que haya olvidado
O que
me sea indiferente
Pero no
recuerdo qué amaba
Para quién
ni a quién me entregaba
Sé que
anda por aquí ese recuerdo
Tropezando
con otros:
Como luciérnagas
encerradas
En un
frasco
O chocando
contra una bombilla
Esa luz
de recuerdo
La he
perdido.
Sé que
algo importante habitaba
Y rasco
viejos rastros
Sumergiéndome
en las gotas de sudor
Sobre las
orillas de mi cama
Entre los
ecos de las risas
En los
bordes de las ventanas
De mi
balcón…
La fuga
de ese recuerdo
Significa
un vacío tan grande
Que
tantos más se escapan
Como si
fuera una estrella muerta
Un agujero
negro
Que traga
hacia afuera
Reduciendo
el contacto
El espacio
de ese recuerdo
Se sostiene
en hilos de silencio
Que sangran
entretejiéndose
En una
red de viejos rostros
De costras
levantadas
Esta
mañana desperté
Sabiendo
que perdí
La mejor
de mis memorias
Y entonces
pienso:
Esta es
la más cruel de mis despedidas…
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