jueves, 29 de noviembre de 2012

Cena para tres (mi vida contigo)


Este es mi primer corto interactivo, nacido del cuento de hace unos años titulado "Cena para tres"; es una adaptación, espero lo disfruten y les guste.
Si quieren ver la otra historia, denle clic cuando aparezca la palabra "Sol", o bien, déjenlo correr.
http://www.youtube.com/watch?v=xHaYkR_HdHU

Este es mi primer cortometraje, aún me falta mucho por mejorar, pero eso irá sucediendo... no será el último.

domingo, 25 de noviembre de 2012

25 Aniversario de Kasbek


No es casualidad que más de 280 guerreros se dieran cita en el campo de batalla. Regresaron viejas leyendas y antiguos héroes que forjaron 25 años de historia, extrañando a quienes ahora nos vigilan desde el cielo;  todos ellos desempolvaron sus armaduras para teñirlas con valor y entrega, olvidando por un día entero su individualidad para destacar la importancia de cazar en grupo, de estar unidos y rememorando a los viejos espíritus desde el interior.
Escuadras como Dakotas, Incas y Seris se hicieron presentes, dejando de lado el mito de su existencia para recordarles a quienes les siguen detrás, que ellos tienen rostro, nombres e identidad; que no son fantasmas, que antes de ser olvidados sus escuadras gritaron tan fuerte que hacen eco en el presente, donde curiosos y conocedores se acercaron para escuchar las anécdotas de guerreros cuyas historias aún se cuentan en campamentos.
Otras escuadras como Yaquis, Ashantis y Francos dieron cátedra del por qué son grandes, Delawers, Celtas y Sajones, nos dijeron por qué ahora son ellos quienes mandan. Samuráis, Mohicanos, Highlanders y Bretones enseñaron su forma de imponerse. Y los que me faltan por nombrar que también van fraguando la solidez del escuadrón Kasbek, son igual de importantes hasta el punto de alimentar esta llama que sigue viva y ardiendo tan feroz que es imposible se consuma.
Sus almas hacen que sus corazones sean de caballeros, de sangre noble. Ellos, que no necesitan ser gigantes para ser reconocidos como fuertes guerreros, escribieron y escriben sus propias historias, llenas de hazañas, hechas a puño y letra de dioses griegos, impresas con sangre, coraje y sudor de saberse vivos dentro del terreno donde se siembra comunión y se cosecha integridad. El Olimpo, señores, quedó opacado la tarde del 25 aniversario del escuadrón Kasbek, donde hombres lucharon como poetas y se ganaron un lugar en nuestros corazones.


Por un ideal… ¡se vive, se lucha, se triunfa!
Seris  

lunes, 29 de octubre de 2012

Generación X


Soy de la generación que aún tuvo una infancia libre de celulares, de cuando la ciudad era segura y se podía jugar a los 7 años con los vecinos sin la vigilancia de los padres y nos llamaban a “grito pelado”: “ya métete”. Soy de la generación que se levantaba a las siete de la mañana los domingos para ver los Caballeros del Zodiaco, y las caricaturas aún abordaban cuentos clásicos con la compañía instrumental de grandes maestros de la música.
Soy de la generación que aún vio Logo Writer y usó la tortuguita para aprender a hacer comandos de programación. También de cuando los maestros aún tenían el poder y regañaban sin temor de ser reprendidos por los padres o demandados por los mismos. Soy de la generación que aún creía en lo que sus padres decían y no lo comprobaba en Google; de cuando las tareas eran trabajos de investigación en libros y el “copy-paste” se hacía si se compraba una monografía o biografía. De la generación que compraron casetes y discos LP, que vieron nacer el “punchis punchis”… de cuando los discos y los grupos hacían aún álbumes temáticos.
Mis contemporáneos saben cuáles fueron los “tazos” originales, los “pepcilindros”, y probamos las riquísimas hamburguesas del Burguerboy y los helados Tomboy, para los fresas el Bing. Soy de esa generación que vio los Thundercats, Halcones Galácticos y He-man. Recuerdo ser un niño cuyo único pecado era hacer travesuras y prefería jugar a “las atrapadas”, “las traes” y “cebollitas”; y no andábamos simulando un “perreo” con nuestras compañeritas. Gracias a esa inocencia es que a esta edad sabemos el secreto que guarda un rincón obscuro del primer beso y salir sonrojados porque sólo fue un beso robado.
Soy de esa generación a quienes nos rompían el hocico si nos escuchaban nuestros padres decir una grosería que se escapaba por el uso cotidiano con los amigos, y respetábamos si los adultos estaban hablando: sólo una mirada bastaba para mandarnos callar… Soy de esa generación a quienes todavía alcanzamos a adquirir un poco de principios y que hoy por hoy suenan de nuevo las palabras de nuestros padres.
Mi generación es distinta, estamos en la frontera entre las enseñanzas viejas y el indómito carácter de la rebeldía de la depravación de las nuevas; nuestras canciones aún poseen algo de poesía en su rock, en las baladas, y no hablan tanto de “metérsela duro”, aún guardamos ese romanticismo confundido entre el amor y el sexo.
Empero, esta generación que ha visto quebrar los valores que nos enseñaron, somos los mismos que estamos teniendo y educando hijos o sobrinos, qué mundo dejarles para que no estén perdidos sin identidad, qué estamos haciendo para lograr el exacto sincretismo entre dos mundos que ya no se tocan: estamos en medio de ellos, de esos que descubren un mundo nuevo con la tecnología y los que nacen ya con un aparato en la mano, dependiendo totalmente de eso, sintiéndose desnudos si olvidan sus teléfonos; aún soy de la generación que hacía valer la palabra si se quedaba de acuerdo una semana antes algún encuentro sin necesidad de confirmar… ahora es más sencillo romper las promesas. Soy de esa generación que aún prefiere comprar un libro que bajarlo por internet, que prefiere consultar un diccionario que un poderoso buscador, que sabe a qué huelen los libros de nuestros abuelos, y estos son conocidos porque leyeron un montón y nos sorprenden con todo el conocimiento literario y de vida…
Escribo esto en honor a un contemporáneo que se nos ha adelantado, y su pronta partida precisamente me hizo recordar la infancia que como generación tuvimos, me hizo revalorizar la vida a la que le hemos llenado de significado genuino, entre la inocencia y la diablura que esta generación tiene por encontrarse en el límite.
No vengo hablarles del dolor que se alberga al perder a un hermano, amigo, etc., vengo a platicarles a quienes nos siguen detrás y quienes están delante que nuestra generación es tan bella que buscamos pretextos para reunirnos y seguir riendo con los recuerdos de las pequeñas travesuras que parieron nuestras sonrisas al recordar a una estrella que, caracterizada por buen humor y broma desde que fuimos niños, pasa a vigilarnos para seguir riendo de nuestros pasos.

Tus compañeros y amigos del Morelos te recordaremos siempre por tu sonrisa.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Motivos para celebrar


Me dicen que “no hay nada que celebrar”, que esto es sólo un pretexto para ponerse “pedo” y juntarse con la “bandera” y los “carnazas” de “coraza”; que este sitio está mal porque somos unos “agachones” que aceptamos un gobierno corrupto que le roba a su gente, que permitimos el conformismo y que tenemos una pésima conciencia histórica.
Y puede que haya cierta razón en eso que pregonan, sin embargo, no celebro al gobierno de México o al narcotráfico que amedrentan a los ciudadanos, sino a mi país, a la gente mejor que yo y a las bellezas naturales que guarda dentro de sus límites geográficos, a su gente que es la mía, que corea en los estadios y grita “puto” al equipo contrario, a la que se “rompe la madre” y “se soba el lomo” o “persigue la chuleta” para ver crecer y dar mejor vida a sus hijos; le festejo a la tierra que ha dado como fruto riqueza prehispánica, a los grandes pensadores de talla internacional que han aportado cosas importantes al mundo, desde perspectivas filosóficas y literarias hasta aportaciones científicas como el anticonceptivo en pastillas.
Le celebro a la patria que me ha dado una madre de corazón noble; y es que a la “jefa” en México se le respeta, nadie debe meterse o insultar a la madre del “otro”, ni a la virgen María ni a nuestras patronas que nos “sonaban” a madrazos limpios. Esas madres que hasta se agarran a “vergazos” si ofenden a sus hijos.
Celebro a la tierra que se regocija al son de la guitarra del mariachi y de los tríos, de su rock nacional y con el pop para el fresa. Celebro a la gente tan unida que intenta hacer de este país un lugar mejor, esos quienes entregan más de media vida a labores altruistas, desde el rescate de perros hasta apoyo a comunidades indígenas que no están cerca de las grandes ciudades. Celebro a los hijos mexicanos que se levantan temprano a “chambear” para barrer las calles y bolear zapatos y también por lo que estamos pegados a la silla frente al escritorio, sin olvidar a los pequeños empresarios que generan empleos.
Celebro a los pequeños que nos arrancan sonrisas y a los deportistas que con su gran pasión nos trajeron medallas en los pasados Juegos Olímpicos… pero brindo por aquellos que estando carentes de algunos de los miembros del cuerpo, demostraron tener una fortaleza superior que la mayoría de los habitantes de México y de quienes los gobernantes deberían aprender para representarnos de forma digna.
Celebro porque, viviendo un tiempo en otro país, me di cuenta de lo que había dejado atrás y por eso regreso, por la picardía y folklor de nuestro lenguaje, por la sabrosa destreza culinaria de “doña lupe” y su habilidad con las manos para hacer tortillas y disfrutar de las ricas “quecas” de la esquina; porque aquí los amigos se juntan para “persignar el piso” y bailar una buena salsa, quebradita o menearse al ritmo de la banda; aquí en mi país el significado de “identidad nacional” adquiere colores que se mezclan con el rosa mexicano y el sincretismo confundido con la herencia española. Porque estando lejos de mi país supe que era extrañar “echar la chela” y la cantada al final, abrazados y llorando a nuestros amores. Porque en México sí se lucha con pasión, y se juega el “fucho” en las calles como si fuera el partido que definirá sus vidas. En México las asperezas entre amigos se curan con tequila, también las penas si se entonan las canciones de José Alfredo, José José, “Juanga” y “Chente”… pero sobre todo, porque somos personas que “saltamos” para defender a nuestros “compas”. Estando lejos de mi tierra, revaloré el ser mexicano; porque los extranjeros saben que somos pulcros, alegres y siempre amables, ellos ven en nosotros grandes inventores que se valen por sí mismos para “arreglárnosla” para “calmar el pedo” si es necesario.
No celebro a mis mediocres gobernantes o a los sanguinarios narcotraficantes, reitero; celebro a mi gente que a pesar de ser pisoteada y decepcionada, le siguen “echando ganas”, no se rinden; porque en las pasadas elecciones se unieron e invitaban unos a otros a mejorar el ejercicio político, y aunque “nos la metieron” de todas formas, demostramos que unidos podemos hacernos escuchar; sí, sé que aún nos falta mucho como nación y que debemos aprender que el poder es del pueblo y no de los ladrones en los asientos de las cámaras y la silla presidencial, pero ahora sabemos que somos mucho México para ellos; por eso le celebro a este país, que me ha dado la vida y el orgullo de sentirme mexicano.

Ser mexicano, es sinónimo de ser “chingón”; y esta palabra sólo puede ser entendida si se es de aquí, de nuestro querido México.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Por ti... por ustedes


Me gusta haber nacido un día después del aniversario de mis padres: y cantar “my way”, de Frank Sinatra, a solas y a todo pulmón al punto de las 12 del 31 de agosto. Me gusta caminar largas horas cuando tengo uno de esos días que parecen de película, cuando se siente que el mundo conspiró en tu contra para hacerte sentir la caricia del infierno.
Me gusta recordar los secretos de mi infancia, y reírme de las maldades que hice; me gusta ver a los que un día fueron mis mejores amigos (as) para rememorar nuestras aventuras y travesuras durante la estancia en el colegio. Me gusta saberme un hombre que reconoce su pasado y que no se arrepiente de lo vivido, pero me gusta más saber el hombre en quien me estoy convirtiendo; me gusta ser despertado por mi madre, y que me dé un abrazo acompañado de un beso en la cama el día de mi cumpleaños; me gusta pasar los domingos por la cocina para degustar el aroma de lo que cocina mi madre, y robarle unos trozos de lo que guisa y ser regañado por ladrón de comida. Me gusta acabarme los postres que hornea mi madre y hacerla repelar y terminar riendo; me gusta saber que ella es más mi amiga, y me gusta quedarme horas platicando por las noches, o que se me haga tarde para ir al trabajo por estar chismeando durante el desayuno.
Me gusta “pistear” con mi hermano, contar nuestras vivencias de la violencia de mi padre, los fantasmas escondidos en nuestra primera casa, en la segunda, y saber que hasta la fecha contamos totalmente el uno con el otro. Me gusta salir con los primos, y terminar enamorándome de sus amigas aunque sea sólo por una noche. Me gusta robar besos y salirme con la mía; salir en la madrugada o ya en la mañana con la ancha sonrisa de haber estado sumergido en un par piernas que han hurtado mi inocencia. Me gusta que me digan “te extraño”, “me haces falta”, “te amo”, “nunca te vayas” con sus miradas perdidas en mis labios y en mis ojos.
Me gusta llegar a las fiestas solo y salir acompañado o con algún número telefónico recién guardado en mi celular; me gusta que me dejen mensajes provocativos en mi red social. Me gusta que me rompan el corazón y llorar amargamente mientras escucho las canciones con las que identifico ese amorío, pero me gusta más cuando el adiós es un acuerdo común y soltar sin mayor reproche y engaño.
Me gustan los sábados que voy a tomar clases de tanatología, y me gusta más dar clases de “aspectos filosóficos de la muerte”, en esos días donde los invito a pensarse y reflexionarse de cómo han vivido su vida y no así su muerte. Me gusta ahora el ritmo de vida que tengo: salir de pisa del trabajo para llegar a la especialidad, la plática nocturna con mi nueva amiga, llegar a la casa y servirme una coca con muchos hielos y encender un cigarrito antes de dormir. Me gusta tirar sabrosísimo la flojera los domingos en casa, y sentir el agua tibia de la ducha, dormir unas dos horas por la tarde y ponerme a chismear con la banda, ya entrada la noche. Me gusta el helado… no, me gusta mucho el helado, y comer un litro entero mientras veo una película que me emociona aunque la haya visto 50 veces. Me gusta cultivar rosas y tréboles, cuidar a mis peces y alimentarlos, verlos cazar charalitos y también acariciar a mis tortugas.
Me gustan las tardes o las noches que revientan al ritmo de la cantada y las cervezas, me gusta desvelarme bailando o teniendo una riquísima plática con vino de por medio. Me gusta tener a mi familia reunida y jugar con mis sobrinos, platicar con quien ahora es toda una mujer, y más sentirme orgulloso de ella. Me gusta comprarle cosas a mi sobrino y más construirle guaridas donde pueda tener las fiestas más alocadas en confidencia con sus peluches; me gusta cargar al más pequeño y que me jale la barba o juegue con los vellos de mi pecho.
Me gustan las noches en que una mujer se queda dormida plácidamente en mi torso desnudo, acariciar su cabello, y que me sorprendan con más de un beso que provoque el estallido del pecado premarital. Me gustan mis tardes de soledad en la pirámide del cerro de la estrella y llenarme los pulmones con aire, liberarme, sentir que respiro, que estoy vivo para ver cómo se ilumina la ciudad poco a poco.
Me gustan esos momentos de inspiración que días como hoy me sientan a escribir; me gustan las frases que se me ocurren dentro del camión y olvidarlos porque no tuve la oportunidad de poder grabarlas. Me gusta contar historias donde no hay finales felices y me gusta hablar más del desamor porque del amor nada se sabe. Me gusta el drama aunque repudio las escenas en público, me gusta el arrebato aunque sea una persona sobria, me gusta hacer tonterías y terminar con cara de pillo por mis ocurrencias. Me gusta pasarme las horas arreglando mi barba y eligiendo mi ropa, llegar como amo de la noche a las reuniones y ser impuntual porque me estuve arreglando para esa persona… para que al final de la jornada me arrebate un beso y nos arranquemos las ropas. Me gustan las libélulas, y saber que me han dedicado una novela, cuentos y muchos poemas que han sido publicados, o que sólo soy yo el lector. Me gusta el poema “Los amorosos” de Jaime Sabines, y me gusta que viejos amores me hablen sólo para ponerme una canción o porque sólo se acordaron mucho de este servidor. Me gusta que en mi proyecto de vida estén incluidas las labores altruistas… y que no sólo se queden en meros deseos de querer ayudar. Me gusta tener espacios de creatividad donde pinto en lienzos y en la pared historias de mi vida o sueños. Me gusta mucho mi trabajo, realmente disfruto lo que hago para ganarme el sustento y saber que estoy dedicándome a lo que de adolescente quería ser, pero amo el hecho de que con ese fruto destine una parte del dinero ganado para que un niño nacido en precarias circunstancias tenga servicios dentales, médicos y escolares; esto realmente lo creo una aportación y decirle a la vida “gracias por lo que me has dado”.  

Gracias a todos por darme más de cinco mil visitas a este espacio donde escribo, porque lo hago con las vísceras y sin limitaciones o autocensura.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Más allá del bien y del mal


A mis 29 he podido aprender que…

…no importan que tantas penas pases, tu familia no te abandona.
…no hay mayor éxito ni mejor negocio que aquel donde se termina contento.
… siempre habrá más de uno que quiera joderte la vida, o verte llorar, pero siempre tendrás a tu lado una persona que estará dispuesta a dar su vida (gracias, mamá).
…no importa cuánto hayas peleado con tu hermano cuando eres niño, a estas alturas uno obtiene a su mejor amigo y confidente (te amo, Samuel).
…si llegas sin hijos a esta edad, tienes sobrinos a quienes les puedes enseñar como si uno fuera su padre.
…si el infortunio te sonríe, lo mejor es devolverle la sonrisa, y luego reírte con él.
…a tus mejores amigos no les importa ni el tiempo o la distancia, siempre contarás con ellos en tus fracasos… pero más en tus glorias.
…tus primos son hermanos, y aún cuando el largo velo del tiempo te arrebate a tus amigos, con ellos envejecerás (Ana, Carlos, los amo).
…amores vienen, y otros tantos se van, pero siempre habrá uno, o quizás dos, a lo mejor tres, que siempre desearán tu felicidad aunque ya no puedan estar contigo.
…se vuelve más importante estar con las personas que te quieren, aunque sean pocas, que estar con aquellas a quienes les eres indiferente y son muchas.
…siempre hay tiempo para amar y para tomarse un café con un viejo amigo (a).
…la cama no sólo sirve para soñar, tener sexo o llorar, también sirve para compartir y conocer el verdadero significado de la intimidad.
…si no se perdona con el corazón, no es perdón en realidad.
…se debe trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
…no existe tal cosa de la “media naranja”, para amar y entregarse hace falta que uno esté completo y que la otra persona también se sienta así.
…es más satisfactorio estar con una mujer que estar con una princesa.
…lo que no mata a uno, no lo hace más fuerte, sino más extraño y más duro.
…no hay mayor dependencia que el buscar la libertad.
…muchos se esmeran en querer hablar, pero muy pocos en querer escuchar.
…el hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras y promesas.
…es más fácil romper una promesa que hacerla.
…los momentos más bonitos, son aquellos en compañía del silencio.
…la “verdad” está sobrevaluada, y es tan relativa como la “mentira” o la “omisión”.
…no es mejor amante quien está con muchas, sino quien se concentra en una sola.
…arrepentirse de su historia, es negar lo que le lleva a estar aquí y no desprenderse de su pasado.
…no hay mayor ambición que aquella que supera a la obtención de bienes materiales.
…las palabras se las lleva el viento si no están sostenidas por hechos.
…las renuncias son elecciones a un amplio abanico de posibilidades y otras complicaciones.
…el idealismo es el último lujo de la juventud, pero eso no significa que se debe dejar de luchar por lo que se quiere conforme vas creciendo.
…la muerte sólo es el descanso de la vida, no una pérdida o despedida.
…el racismo sólo es una forma de criticar tus propias carencias o debilidades.
…no hay mayor placer que compartir tu riqueza con quienes han nacido en condiciones menos afortunadas que la tuya.
…no se actúa para que la gente note tu presencia, sino para que se haga sentir tu ausencia.
…uno no puede entregar lo que no tiene.
…la madurez no llega con los años, sino con el ejercicio de reflexión de tus actos.
…no existe eso que llaman “bueno” y “malo”, las cosas sólo son porque no fueron de otra manera.
…los “hubiera” existen en medida de hacer crítica a elecciones que renunciaste.
…”cambiar de camino” no significa huir o cobardía, sino otra manera de hacer las cosas.
…no existe la soledad, uno es la mejor compañía, y si no eres capaz de estar contigo mismo, menos podrás compartir con alguien más.
…no se trata de llegar primero, o saber llegar, sino de llegar contento no importa en qué lugar.
…uno mismo es el obstáculo o la libertad para superar las formas de lo posible y lo imposible.

Y aún me falta tanto por aprender, pero para eso siempre estará la vida; y aún si esta mañana termina, lo haré con la ancha sonrisa de que seguí mi corazón y en constante lucha de construir mi propia suerte.

viernes, 13 de abril de 2012

El hermano que se fue


Es francés y libertario
Casi un prodigio revolucionario,
Escribe con el golpe de las ideas
Y habla con su lengua de fuego

Su melancolía se entorpece
Con el alcohol cayendo por su garganta,
Raspada por cien cigarros de cada noche...
Herida por el grito con el puño al cielo

Es mi hermano y está muerto

Pero su imaginación vuela como el aire,
Como un niño volando un papalote
En el fondo de una mente sin recuerdos

Es un idealista siempre joven
Viajero de mundos y galaxias
Ha visto el mundo y no para de recorrerlo:
Sueña profundamente desde la tierra
Tres metros abajo

Desde la trinchera de su tumba
Vive en los campos de guerra
Y las ciudades fantasmas
Donde aún su risa suena…

Es mi hermano y está muerto

Es mi hermano y lo sigo escuchando.


Te extraño

martes, 3 de abril de 2012

Reencuentro


Recuerdo verte años atrás, con tu uniforme de secundaria, con el cabello atado a media cola, calcetas y blusa blancas, falda a cuadros… Recuerdo que no me hacías caso en lo absoluto, recuerdo que sólo me ubicabas como “el de lentes”. Muchas noches llamé a tu casa y colgaba en cuanto oía tu voz, víctima de los nervios al escucharte, preso de mis emociones que subían y bajaban de mi ombligo al corazón. Me atreví hablarte el último día de clases, en la despedida de aquella época en la secundaria… de eso ya son quince años, hoy volví a verte.
Muchas veces paseaste conmigo durante la prepa, mi primer beso fue contigo: recuerdo claramente cómo todo alrededor se hizo nada, se hizo nadie, sólo éramos tú y yo danzando en una luna que brilló durante muchos años. Mi primera vez contigo, también, y aunque no sabía qué debía hacer, manejé la situación como si tuviera ancha experiencia. De ahí caminé contigo en la universidad, en mi nueva etapa, te desvelabas conmigo escuchando todos los monólogos que me aventaba para explicarme a Heidegger, Nietzsche, Sartre, Aristóteles… y tú aguardabas en el sillón y en las mesas de diferentes cafeterías sonriéndome, intentando entender sin lograr detenerme para más explicaciones. Estuviste en mi graduación, en la fiesta, y estuvimos abrazados todo el tiempo, riendo, besándonos acaloradamente conforme el alcohol nos entonaba al cantar esas “adoloridas” del mariachi. De ahí nuestro viaje de graduación fue como una canción de verano, apenas comíamos, vivimos de noche con los amigos y las mañanas para nosotros. Celebramos con una cena mi primer trabajo, me comprendiste la primera vez que me corrieron, callada. Luego festejaste mi primer ascenso, los pequeños logros que fui obteniendo: mi primer libro (tú fuiste mi primera dedicatoria), el primer viaje pagado sin ayuda de mis padres; estuviste aquí todo el tiempo y no te diste cuenta cómo pasaron los años… yo tampoco, a decir verdad. De pronto hoy volví a verte, y pasamos lado a lado sin reconocernos al instante, tú nunca te diste cuenta que fui yo quien rozó tu codo, sólo dijiste: “disculpa”, y seguiste tu camino como aquella última tarde que te vi saliendo por la puerta principal de nuestra secundaria. 

domingo, 25 de marzo de 2012

Prima nocte


En algún lugar; se me antoja una noche: viejo hotel, de interiores blancos y puertas rojas. Dentro de la habitación un balcón con herrería vieja, una cama con sábanas a medio usar. El cuarto una suite en París, el cliché célebre para historias amargas. Aunque esta no es una de esas.
Dos amantes que se encuentran, tienen la hora acordada, está acordonada cada sábado en punto de las nueve. Él llega primero, pero en esta ocasión, ella estaba ya esperándolo. Su vestido rojo, maquillaje con sombras negras, labios carmesí, zapatillas de tacón de 15 centímetros, negros. El cabello suelto, hacia atrás, sostenido por un sombrero femenino de época. Él de traje negro, camisa blanca, un poco mojado por la lluvia. Se quitó el abrigo, lo dejó en el perchero y camina hacia ella, la envolvió por la cintura, le puso un beso en la mejilla y dejó caer el rostro entre el cuello y su hombro.
Se conocieron en cualquier lugar, eso no importó con el tiempo, quizás en un café, en un restaurante, sólo saben que los dos en esa ocasión algo buscaban, se les olvidó qué era, y entonces sucedió la primera promesa que él rompería: hablar.
Ella giró hacia él, le arrebató la ropa y él también hizo lo propio con ella, se besaron como en el primer encuentro, así de largo, chupando sus lenguas que abrasaban infernales, como un tango suave que se escucha con un antiguo tocadiscos, o un fonógrafo, quizás. Él miró un anillo con una piedra que brillaba con luz propia, y se reflejaba exacto en las paredes… se detuvo víctima de los celos, le sostuvo las muñecas, apretándoselas, la odio tanto en un segundo que le perdonó con una lágrima. Se desplomó sobre sus rodillas al suelo, la abrazó acomodando la nariz en su vientre, lloró amargamente, exprimiendo los ojos hasta doler, arañando sus caderas hasta casi querer golpearla. Cerró los puños y deslizándolos sobre los muslos de ella le pidió que no lo hiciera, que no se fuera…
Ella lo tomó de los codos, levantándolo, hacía una mueca desesperada y decepcionada, su mirada se torno fría, y vuelta un témpano de hielo, le sonrió, acarició aquél rostro angustiado, le miró profundamente, como si tomara una fotografía en blanco y negro, se despidió con un beso sobre la frente, de aquellos que se narran con un dibujo a lápiz. Tomó su ropa y se retiró desnuda, firme sin voltear atrás. Al cerrar la puerta, él sintió como se calentaba su corazón, incendiándose se golpeó contra los muros, como si estuviera oliendo el perfume que dejó impregnado en la habitación: a cítricos que se confunden con tabaco. Se dirigió al balcón para observar como la ciudad se la llevaba en un taxi, donde siempre la vio llegar, donde ella lo veía desde abajo y se retiraba sus grandes lentes obscuros como si quisiera asegurarse de que fuera él y no otro quien estuviera esperándola.
Ella jamás regresó, pero un día, después de 20 años, la vio pasar de lejos de la mano de otro hombre que tomaba su mano, que la miraba con un brillo similar a la de un infante descubriendo el mundo. Él sólo sonrió y devolvió su cara a quien le sabía morir porque el tiempo es así, porque la vida es efímera, como su amor de frente al viejo hotel que estaba en ruinas.

jueves, 15 de marzo de 2012

La duda


Busco en el silencio
Los secretos guardados
Bajo tu mirada

Y no encuentro más respuesta
Sólo preguntas sollozantes
Que me miran como ángeles caídos

Como sombras confundidas
Con el espesor de la amargura:
Así de heridos, suplicando la muerte.

Te oigo en mi pasado
Ecos que se rompen en mil fragmentos
Enterrándose en mis pies

En palabras que un día tuvieron sentido
Que hoy me recuerdan a ti…

Y veo entonces la imagen
De ese espejo que rompí
Aquella noche mientras me odiaba en el hotel

Al instante mismo de derramarme
En los brotes de la ceguera
Que regaban mis ojos

Con la maldición que interrumpía mi boca.

He transitado ya las ciudades abandonadas
Por sobre las ruinas y cenizas
De los campos bélicos de tus hombros.

Y leo tu historia como a un libro viejo
Guardado en cajas de madera
Como si éste tratara de no hacer ruido

Pero que no sabe callar…

Si bien tú haces lo mismo:
Abres grietas de tiempos
Que alteran mi futuro

La duda de nuestro compromiso...

martes, 13 de marzo de 2012

Del cielo tu sonrisa


El resultado de mi mala consciencia y mi buena memoria se refleja en los actos de mis días mientras espero tu llamada. He tenido días peores, lo sé; es sólo que hoy, mirando a la calle, me encontré pensando en ti más que otras veces… reflexionando lo que hice y no hice, las promesas rotas y los juramentos que ahora parecen falsos.
Aún con el temor de perderte retraté tu sonrisa sobre la pared, como si fuera la única fotografía de todas las veces que nos amamos… como si todo se redujera a la inolvidable sonrisa después de llorar. ¿Cuántas veces más recordaré y hablaré sobre esto? Nadie me amará como tú, bien lo sé ya.
Y miro al espejo mientras fumo inventándome más historias que contar, con la extraña sensación de que el tiempo que he perdido lejos de tu mano está guardándome rencor desde aquella noche de mi sorpresiva despedida. Aquél momento aún me despierta sudando, romper tu corazón ha sido la más violenta quimera que he bebido. Me da miedo pensar que el no poder corresponderte ahora estará tan tatuado en mi piel que se convierta en mi condena.
Han pasado días enteros que estoy más al pendiente del reloj que de mi propia vida; han habido otros en que simplemente me río por la desesperación de no saber qué es de ti, y en aquellos días que voy a verte, es como si toda realidad se extinguiera, quedando suspendido entre el espacio y el tiempo, entre mi consciencia y la memoria, entre el mundo y el lenguaje.
Ciertas ocasiones al expresarme de ti lo hago de tal forma que cualquiera creería que fuiste el amor de mi vida… aún queda mucho para estar seguro de que lo eres, pero de algo estoy totalmente convencido: eres la única mujer que supo manejar mis demonios, haciéndolos suyos y controlándolos con un beso. Empero, esto significó tal calma en mí que me sentí dormido sobre los brazos de una angustia que me despertó de manera agresiva. Me desperté queriendo huir de la perfección y caminar descalzo en los senderos pedregosos del error y la equivocación, sobre las brasas de mis deseos voraces para resignificar las pasiones, mis vicios y mi torpeza.
Es por eso que notas una mirada nostálgica en mis pinturas, vivo en una melancolía tan constante como mi eterna sonrisa que desconoce infortunios y humillaciones. Sin embargo, no soy de hierro, nunca lo he sido a decir verdad, solamente nunca me ha gustado que adivinen mi tristeza y soledad, por eso opto por ser un hombre solitario, por eso decidí irme de tu lado.
Quizás nunca entiendas, ni espero lo hagas, el por qué de las decisiones que tomo, paralelas siempre a lo que siento y hasta en lo que actúo. Quizás no comprendas que me hizo falta el despojo, el drama y más locura… quizás ni yo lo sé aún. Creo aún no puedo conciliarme, por eso me arrastro por una gota de lágrima como si se tratara de mí buscando la supervivencia en un desierto a medio día… quizás por eso aún busco tus brazos y tu voz, beber y navegar por el manantial de tu boca siempre dispuesta a reconfortarme.
Sí, te volviste en el refugio cómodo de mi ser y no quise más que fueras eso. Quiero decirte que soy la víctima de mis consecuencias, que se arrojan obscuras y sangrientas cuando te imagino a mi lado, apoyándome en tus hombros, en tus labios, desesperado por retenerte en el caudal de mi historia que fluye como un río embravecido, llevándose al océano todas mis memorias: barcos que se hunden en el fondo o que son abandonados en puertos fantasmas, donde he recogido vivencias y saqueado pueblos enteros.
No deseo ser el mar que regrese a tu playa para tragarse tu sonrisa y que nunca más lo veas regresar, no quiero ser aquél que refleja el sol en sus estelas para guardar al cielo en su ancha inmensidad.


Para amarte


Dicen que para escribir
Hay que conocer todo el bien
Y todo el mal…

Dicen que para beber
Hay que pasar la mayor pena
Y la mayor alegría…

Incluso dicen que para amar
Uno debe tener el corazón roto
Y el alma herida.

No creo mucho en lo que dice la gente
No creo que para amarte y escribirte…
Necesite que las heridas respiren
Tomar hasta embriagarme rogando amor
Rogando porque una bala me atraviese

Para amarte no necesito que me rompas
O jurarte y prometerte que bajaré los astros
Y envolverte en cuentos de hadas

No necesito cortar flores
Y sacar experiencias pasadas
Que pesan en mis hombros
Y me hunden en el suelo
Mientras he ido pisando
Cristales rotos…

No necesito verte o pensarte a diario
Menos decirte que realmente me interesas
Aunque me digas que no lo hago…

Me da lo mismo lo que pienses
Porque para amarte no necesito que lo creas
Y si lo sientes o no… me da lo mismo también

Nunca he sido de la idea
Que el amor se manifiesta de la misma forma
Con una o con otra…

Poco me interesa cómo te han amado

Mas si quieres irte…
Sólo te pido una de tus noches
Para que me estés extrañando por la mañana.

De las preguntas necias...


¿Que si te extraño?
¿Que si te amo?
¿Que si aún pienso en ti…?

No hay necesidad de preguntarme
Si aún me sientes temblar
Si cuando en un beso lloro
Si cuando me cantas al oído me quiebro…

¿Cómo no extrañarte?
Tu espalda ligera
Tu vientre plano
El olor de tu sexo en mi barba…

¿Cómo podría ponerte al olvido?
Tu entrega, tu pasión
La forma en como rodeas mi cuello
Esa locura de ir cantando en el carro
Gritando, tocándonos, peleando…

Puede que no me sientas todos los días
Quizás no escuches mis pensamientos
O me leas en estos versos que se pierden
Como antes mis dedos dentro de ti

De tu cuerpo asesino
De tu rostro encendido

De tu mirada profunda que me ha llevado
Lejos… tan lejos que he perdido el curso
Cuando estoy tan cerca de despedirme
Y abrigarte por centésima vez una última más…

Amarte ha sido como se vive una brisa
Mojándome en tu sonrisa
Bañándome en tu boca
Enjugando las lágrimas de un niño
Las mías esperando mi muerte.

¿Aún te importa saber que te extraño todos los días?
Si supieras, mujer, tan sólo…
Que te aprisiono durante la madrugada
Y te libero por las tardes, perdiéndote

Y en cada regreso nunca eres la misma
En cada regreso te vuelves inolvidable

En cada regreso… en cada regreso…

domingo, 11 de marzo de 2012

Sólo ámame


No entiendo cómo debo amar y mucho menos cómo debo ser amado.

No amo con el corazón, amo con mis entrañas, sintiendo como se retuercen enfurecidas cuando estás cerca, cuando estás lejos.

También amo con mis manos, y te pinto en la pared nuestra historia, y amo con mis ojos, que se cierran y abren mientras te encuentro o desapareces.

No entiendo cómo ama la gente ordinaria, el amor no se siente en el corazón, se siente en las tripas, cuando te enojas conmigo, cuando explotas en un orgasmo y yo termino. Siento como arañas mis emociones.

Me mareo, te sublimo, pero te siento con mi instinto… no te pienso. Por eso cuando amo no lo hago con mi cerebro, no te racionalizo. Por eso estás conmigo.

No me ames analizando mis actos, ámame hasta que te duela la panza, así sabré que te importo, y cuando llores, rías, también hazlo desde las vísceras. No trates de entenderme, tampoco me ames como lo hace el resto.

No quiero arrancarte un suspiro, prefiero que tengas náuseas cuando me aproximo a tu boca o cuando me voy sin despedirme.

No quiero ser tu sueño, sino tu cólico, no pretendo que veas en mí al hombre perfecto, sino el hombre del momento que hace que tu cuerpo sea un parque de diversiones.

¡Grita! Alza las manos, agárrate fuerte cuando vayamos en picada, siénteme con cada fibra de la bilis, vomítala en borracheras conmigo, cuando te alcance el diablo y me hagas drama a mitad de la noche, en medio de la fiesta.

Sé posesiva, una loca, desgárrate si me ves con otra, pero aviéntate a mis brazos y bésame como si fuera tu última noche, o mejor aún, tu última mañana conmigo.

Experiméntate libre conmigo pero encadenada, encantada y llévate las manos al vientre cuando circule mi lengua por tu ombligo.

Ámame con las entrañas, hasta que vomites, yo te digo.

Viaja conmigo en la cama, y veamos al techo relatando cuentos de nuestra vida.

Toma mi mano y apriétala porque sientes que sólo estaremos un corto periodo, la vida es tan corta, tan breve como para amar con el corazón.

No me abras el pecho, exponte abriéndote por debajo de las costillas, permíteme manosear tus emociones y somatízame si me ves llegar, o si ves cómo te doy la espalda.

Regrésame con coraje y con odio, muerde mi abdomen, sángralo si por mí entristeces.

Ódiame como a tus enemigos: con el corazón y la cabeza si buscas venganza; pero ámame como a nadie, con las entrañas.

sábado, 10 de marzo de 2012

Cuando pinto tu nombre


Qué estarás haciendo ahora
Después de dos años de lo nuestro
Todo un año sin saber de ti
De tus sueños, tus miedos
Tus risas y miradas enamoradas…

Aún te veo deambular desnuda
En las paredes de mi recámara
Aún tus gritos se liberan
Quitándome el sueño
Quitándome el hambre

Fuiste tan mía
Que tuve que lastimarte por amor
Por odio también,  quizás

La humedad de tu entrepierna
La de tu boca y tus ojos
Pidiendo con fuerza que nunca me fuera
Y ahora somos un par de extraños
Que pasan por la calle sin reconocerse

Mas no así la memoria táctil
Que aún te busca cuando la luna brilla
Cuando te convertí en literatura
Aún cuando lo hice en una de mis pinturas…

Sola

En mi cabeza, en las entrañas

Es más fuerte la duda
Y el espacio vacío entre mis sábanas
Cuando confesaste que nunca amaste
Que sólo había sido una ilusión
Del atropellado encuentro
Que un día me sostuvo en el piso
De mi alcoba, por tus huellas

Pinté tu retrato sobre mi pared
Donde sudé tantas veces
Y veces más colgado de tu aliento
Donde permanecí quebrado
Sollozando tu partida
Lamentando tu sombra

Ahora tu retrato viaja de costa a costa
Buscándote

En los lugares que nadie conoce
Tu nombre, sólo tu figura.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Amnesia


Pérdida brusca y transitoria de la conciencia
Un recuerdo reprimido
Tu paradero
Mi tiempo oculto en la memoria

Quizás lo asesiné una madrugada
Mientras veía sus ojos suplicantes
Mientras lo veía luchar su existencia

Suspendí la fantasía
Expulsándolo de mi realidad

Pero aún está atorado
En la frontera de mi lucidez
Y mi locura.

No es que haya olvidado
O que me sea indiferente
Pero no recuerdo qué amaba
Para quién ni a quién me entregaba
Sé que anda por aquí ese recuerdo
Tropezando con otros:
Como luciérnagas encerradas
En un frasco
O chocando contra una bombilla

Esa luz de recuerdo
La he perdido.

Sé que algo importante habitaba

Y rasco viejos rastros
Sumergiéndome en las gotas de sudor
Sobre las orillas de mi cama
Entre los ecos de las risas
En los bordes de las ventanas
De mi balcón…

La fuga de ese recuerdo
Significa un vacío tan grande
Que tantos más se escapan
Como si fuera una estrella muerta
Un agujero negro
Que traga hacia afuera
Reduciendo el contacto

El espacio de ese recuerdo
Se sostiene en hilos de silencio
Que sangran entretejiéndose
En una red de viejos rostros
De costras levantadas

Esta mañana desperté
Sabiendo que perdí
La mejor de mis memorias

Y entonces pienso:

Esta es la más cruel de mis despedidas…