sábado, 15 de septiembre de 2012

Motivos para celebrar


Me dicen que “no hay nada que celebrar”, que esto es sólo un pretexto para ponerse “pedo” y juntarse con la “bandera” y los “carnazas” de “coraza”; que este sitio está mal porque somos unos “agachones” que aceptamos un gobierno corrupto que le roba a su gente, que permitimos el conformismo y que tenemos una pésima conciencia histórica.
Y puede que haya cierta razón en eso que pregonan, sin embargo, no celebro al gobierno de México o al narcotráfico que amedrentan a los ciudadanos, sino a mi país, a la gente mejor que yo y a las bellezas naturales que guarda dentro de sus límites geográficos, a su gente que es la mía, que corea en los estadios y grita “puto” al equipo contrario, a la que se “rompe la madre” y “se soba el lomo” o “persigue la chuleta” para ver crecer y dar mejor vida a sus hijos; le festejo a la tierra que ha dado como fruto riqueza prehispánica, a los grandes pensadores de talla internacional que han aportado cosas importantes al mundo, desde perspectivas filosóficas y literarias hasta aportaciones científicas como el anticonceptivo en pastillas.
Le celebro a la patria que me ha dado una madre de corazón noble; y es que a la “jefa” en México se le respeta, nadie debe meterse o insultar a la madre del “otro”, ni a la virgen María ni a nuestras patronas que nos “sonaban” a madrazos limpios. Esas madres que hasta se agarran a “vergazos” si ofenden a sus hijos.
Celebro a la tierra que se regocija al son de la guitarra del mariachi y de los tríos, de su rock nacional y con el pop para el fresa. Celebro a la gente tan unida que intenta hacer de este país un lugar mejor, esos quienes entregan más de media vida a labores altruistas, desde el rescate de perros hasta apoyo a comunidades indígenas que no están cerca de las grandes ciudades. Celebro a los hijos mexicanos que se levantan temprano a “chambear” para barrer las calles y bolear zapatos y también por lo que estamos pegados a la silla frente al escritorio, sin olvidar a los pequeños empresarios que generan empleos.
Celebro a los pequeños que nos arrancan sonrisas y a los deportistas que con su gran pasión nos trajeron medallas en los pasados Juegos Olímpicos… pero brindo por aquellos que estando carentes de algunos de los miembros del cuerpo, demostraron tener una fortaleza superior que la mayoría de los habitantes de México y de quienes los gobernantes deberían aprender para representarnos de forma digna.
Celebro porque, viviendo un tiempo en otro país, me di cuenta de lo que había dejado atrás y por eso regreso, por la picardía y folklor de nuestro lenguaje, por la sabrosa destreza culinaria de “doña lupe” y su habilidad con las manos para hacer tortillas y disfrutar de las ricas “quecas” de la esquina; porque aquí los amigos se juntan para “persignar el piso” y bailar una buena salsa, quebradita o menearse al ritmo de la banda; aquí en mi país el significado de “identidad nacional” adquiere colores que se mezclan con el rosa mexicano y el sincretismo confundido con la herencia española. Porque estando lejos de mi país supe que era extrañar “echar la chela” y la cantada al final, abrazados y llorando a nuestros amores. Porque en México sí se lucha con pasión, y se juega el “fucho” en las calles como si fuera el partido que definirá sus vidas. En México las asperezas entre amigos se curan con tequila, también las penas si se entonan las canciones de José Alfredo, José José, “Juanga” y “Chente”… pero sobre todo, porque somos personas que “saltamos” para defender a nuestros “compas”. Estando lejos de mi tierra, revaloré el ser mexicano; porque los extranjeros saben que somos pulcros, alegres y siempre amables, ellos ven en nosotros grandes inventores que se valen por sí mismos para “arreglárnosla” para “calmar el pedo” si es necesario.
No celebro a mis mediocres gobernantes o a los sanguinarios narcotraficantes, reitero; celebro a mi gente que a pesar de ser pisoteada y decepcionada, le siguen “echando ganas”, no se rinden; porque en las pasadas elecciones se unieron e invitaban unos a otros a mejorar el ejercicio político, y aunque “nos la metieron” de todas formas, demostramos que unidos podemos hacernos escuchar; sí, sé que aún nos falta mucho como nación y que debemos aprender que el poder es del pueblo y no de los ladrones en los asientos de las cámaras y la silla presidencial, pero ahora sabemos que somos mucho México para ellos; por eso le celebro a este país, que me ha dado la vida y el orgullo de sentirme mexicano.

Ser mexicano, es sinónimo de ser “chingón”; y esta palabra sólo puede ser entendida si se es de aquí, de nuestro querido México.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Por ti... por ustedes


Me gusta haber nacido un día después del aniversario de mis padres: y cantar “my way”, de Frank Sinatra, a solas y a todo pulmón al punto de las 12 del 31 de agosto. Me gusta caminar largas horas cuando tengo uno de esos días que parecen de película, cuando se siente que el mundo conspiró en tu contra para hacerte sentir la caricia del infierno.
Me gusta recordar los secretos de mi infancia, y reírme de las maldades que hice; me gusta ver a los que un día fueron mis mejores amigos (as) para rememorar nuestras aventuras y travesuras durante la estancia en el colegio. Me gusta saberme un hombre que reconoce su pasado y que no se arrepiente de lo vivido, pero me gusta más saber el hombre en quien me estoy convirtiendo; me gusta ser despertado por mi madre, y que me dé un abrazo acompañado de un beso en la cama el día de mi cumpleaños; me gusta pasar los domingos por la cocina para degustar el aroma de lo que cocina mi madre, y robarle unos trozos de lo que guisa y ser regañado por ladrón de comida. Me gusta acabarme los postres que hornea mi madre y hacerla repelar y terminar riendo; me gusta saber que ella es más mi amiga, y me gusta quedarme horas platicando por las noches, o que se me haga tarde para ir al trabajo por estar chismeando durante el desayuno.
Me gusta “pistear” con mi hermano, contar nuestras vivencias de la violencia de mi padre, los fantasmas escondidos en nuestra primera casa, en la segunda, y saber que hasta la fecha contamos totalmente el uno con el otro. Me gusta salir con los primos, y terminar enamorándome de sus amigas aunque sea sólo por una noche. Me gusta robar besos y salirme con la mía; salir en la madrugada o ya en la mañana con la ancha sonrisa de haber estado sumergido en un par piernas que han hurtado mi inocencia. Me gusta que me digan “te extraño”, “me haces falta”, “te amo”, “nunca te vayas” con sus miradas perdidas en mis labios y en mis ojos.
Me gusta llegar a las fiestas solo y salir acompañado o con algún número telefónico recién guardado en mi celular; me gusta que me dejen mensajes provocativos en mi red social. Me gusta que me rompan el corazón y llorar amargamente mientras escucho las canciones con las que identifico ese amorío, pero me gusta más cuando el adiós es un acuerdo común y soltar sin mayor reproche y engaño.
Me gustan los sábados que voy a tomar clases de tanatología, y me gusta más dar clases de “aspectos filosóficos de la muerte”, en esos días donde los invito a pensarse y reflexionarse de cómo han vivido su vida y no así su muerte. Me gusta ahora el ritmo de vida que tengo: salir de pisa del trabajo para llegar a la especialidad, la plática nocturna con mi nueva amiga, llegar a la casa y servirme una coca con muchos hielos y encender un cigarrito antes de dormir. Me gusta tirar sabrosísimo la flojera los domingos en casa, y sentir el agua tibia de la ducha, dormir unas dos horas por la tarde y ponerme a chismear con la banda, ya entrada la noche. Me gusta el helado… no, me gusta mucho el helado, y comer un litro entero mientras veo una película que me emociona aunque la haya visto 50 veces. Me gusta cultivar rosas y tréboles, cuidar a mis peces y alimentarlos, verlos cazar charalitos y también acariciar a mis tortugas.
Me gustan las tardes o las noches que revientan al ritmo de la cantada y las cervezas, me gusta desvelarme bailando o teniendo una riquísima plática con vino de por medio. Me gusta tener a mi familia reunida y jugar con mis sobrinos, platicar con quien ahora es toda una mujer, y más sentirme orgulloso de ella. Me gusta comprarle cosas a mi sobrino y más construirle guaridas donde pueda tener las fiestas más alocadas en confidencia con sus peluches; me gusta cargar al más pequeño y que me jale la barba o juegue con los vellos de mi pecho.
Me gustan las noches en que una mujer se queda dormida plácidamente en mi torso desnudo, acariciar su cabello, y que me sorprendan con más de un beso que provoque el estallido del pecado premarital. Me gustan mis tardes de soledad en la pirámide del cerro de la estrella y llenarme los pulmones con aire, liberarme, sentir que respiro, que estoy vivo para ver cómo se ilumina la ciudad poco a poco.
Me gustan esos momentos de inspiración que días como hoy me sientan a escribir; me gustan las frases que se me ocurren dentro del camión y olvidarlos porque no tuve la oportunidad de poder grabarlas. Me gusta contar historias donde no hay finales felices y me gusta hablar más del desamor porque del amor nada se sabe. Me gusta el drama aunque repudio las escenas en público, me gusta el arrebato aunque sea una persona sobria, me gusta hacer tonterías y terminar con cara de pillo por mis ocurrencias. Me gusta pasarme las horas arreglando mi barba y eligiendo mi ropa, llegar como amo de la noche a las reuniones y ser impuntual porque me estuve arreglando para esa persona… para que al final de la jornada me arrebate un beso y nos arranquemos las ropas. Me gustan las libélulas, y saber que me han dedicado una novela, cuentos y muchos poemas que han sido publicados, o que sólo soy yo el lector. Me gusta el poema “Los amorosos” de Jaime Sabines, y me gusta que viejos amores me hablen sólo para ponerme una canción o porque sólo se acordaron mucho de este servidor. Me gusta que en mi proyecto de vida estén incluidas las labores altruistas… y que no sólo se queden en meros deseos de querer ayudar. Me gusta tener espacios de creatividad donde pinto en lienzos y en la pared historias de mi vida o sueños. Me gusta mucho mi trabajo, realmente disfruto lo que hago para ganarme el sustento y saber que estoy dedicándome a lo que de adolescente quería ser, pero amo el hecho de que con ese fruto destine una parte del dinero ganado para que un niño nacido en precarias circunstancias tenga servicios dentales, médicos y escolares; esto realmente lo creo una aportación y decirle a la vida “gracias por lo que me has dado”.  

Gracias a todos por darme más de cinco mil visitas a este espacio donde escribo, porque lo hago con las vísceras y sin limitaciones o autocensura.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Más allá del bien y del mal


A mis 29 he podido aprender que…

…no importan que tantas penas pases, tu familia no te abandona.
…no hay mayor éxito ni mejor negocio que aquel donde se termina contento.
… siempre habrá más de uno que quiera joderte la vida, o verte llorar, pero siempre tendrás a tu lado una persona que estará dispuesta a dar su vida (gracias, mamá).
…no importa cuánto hayas peleado con tu hermano cuando eres niño, a estas alturas uno obtiene a su mejor amigo y confidente (te amo, Samuel).
…si llegas sin hijos a esta edad, tienes sobrinos a quienes les puedes enseñar como si uno fuera su padre.
…si el infortunio te sonríe, lo mejor es devolverle la sonrisa, y luego reírte con él.
…a tus mejores amigos no les importa ni el tiempo o la distancia, siempre contarás con ellos en tus fracasos… pero más en tus glorias.
…tus primos son hermanos, y aún cuando el largo velo del tiempo te arrebate a tus amigos, con ellos envejecerás (Ana, Carlos, los amo).
…amores vienen, y otros tantos se van, pero siempre habrá uno, o quizás dos, a lo mejor tres, que siempre desearán tu felicidad aunque ya no puedan estar contigo.
…se vuelve más importante estar con las personas que te quieren, aunque sean pocas, que estar con aquellas a quienes les eres indiferente y son muchas.
…siempre hay tiempo para amar y para tomarse un café con un viejo amigo (a).
…la cama no sólo sirve para soñar, tener sexo o llorar, también sirve para compartir y conocer el verdadero significado de la intimidad.
…si no se perdona con el corazón, no es perdón en realidad.
…se debe trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
…no existe tal cosa de la “media naranja”, para amar y entregarse hace falta que uno esté completo y que la otra persona también se sienta así.
…es más satisfactorio estar con una mujer que estar con una princesa.
…lo que no mata a uno, no lo hace más fuerte, sino más extraño y más duro.
…no hay mayor dependencia que el buscar la libertad.
…muchos se esmeran en querer hablar, pero muy pocos en querer escuchar.
…el hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras y promesas.
…es más fácil romper una promesa que hacerla.
…los momentos más bonitos, son aquellos en compañía del silencio.
…la “verdad” está sobrevaluada, y es tan relativa como la “mentira” o la “omisión”.
…no es mejor amante quien está con muchas, sino quien se concentra en una sola.
…arrepentirse de su historia, es negar lo que le lleva a estar aquí y no desprenderse de su pasado.
…no hay mayor ambición que aquella que supera a la obtención de bienes materiales.
…las palabras se las lleva el viento si no están sostenidas por hechos.
…las renuncias son elecciones a un amplio abanico de posibilidades y otras complicaciones.
…el idealismo es el último lujo de la juventud, pero eso no significa que se debe dejar de luchar por lo que se quiere conforme vas creciendo.
…la muerte sólo es el descanso de la vida, no una pérdida o despedida.
…el racismo sólo es una forma de criticar tus propias carencias o debilidades.
…no hay mayor placer que compartir tu riqueza con quienes han nacido en condiciones menos afortunadas que la tuya.
…no se actúa para que la gente note tu presencia, sino para que se haga sentir tu ausencia.
…uno no puede entregar lo que no tiene.
…la madurez no llega con los años, sino con el ejercicio de reflexión de tus actos.
…no existe eso que llaman “bueno” y “malo”, las cosas sólo son porque no fueron de otra manera.
…los “hubiera” existen en medida de hacer crítica a elecciones que renunciaste.
…”cambiar de camino” no significa huir o cobardía, sino otra manera de hacer las cosas.
…no existe la soledad, uno es la mejor compañía, y si no eres capaz de estar contigo mismo, menos podrás compartir con alguien más.
…no se trata de llegar primero, o saber llegar, sino de llegar contento no importa en qué lugar.
…uno mismo es el obstáculo o la libertad para superar las formas de lo posible y lo imposible.

Y aún me falta tanto por aprender, pero para eso siempre estará la vida; y aún si esta mañana termina, lo haré con la ancha sonrisa de que seguí mi corazón y en constante lucha de construir mi propia suerte.