lunes, 23 de marzo de 2009
Génesis
Al principio todo era luz, sombras blancas... y surgimos de la nada.
Una sombra que dibuja mi cuerpo,
Una luz que la fragmenta,
Una serpiente que juega
Entre los pedazos rotos en el suelo
Se avienta e injerta su veneno
A mi luz que se quiebra.
Soy excreción del ser
Que se deposita en la nada
Donde en el azar me acuno
Y sirvo a tejerme en un río
De la presencia absolutamente vacía
De la nada…
Y despierto, dormido, proyecto
El sueño para alimentar mi existencia,
Mientras me ahorco
Con el hilo de palabras ligeras
Que carecen de sentido primigenio
Y donde todo se crea de su blanco entierro
De nuestra naturaleza incierta
Somos parte de algo…
Pero correspondemos a nada…
Somos producto inmediato
De una creación sin significado
Que se tiende y entiende
Por símbolos y signos
Que sostienen la levedad
Y explicación de algún origen…
De alguna historia:
Que si los mitos
Que si la sabiduría del pueblo
Que si las tragedias
Que los cuentos
La lengua…
Y sólo podemos explicarnos
A través de las trabes
De la construcción de la cultura.
Llenamos todos los huecos
Que habitan por no saber
De dónde venimos
A dónde vamos
O de quiénes somos…
Y ponemos conceptos de libertad
Amor, progreso, unidad
Virtud, educación
Y un montón de complejidades
Abstractas y subjetivas
Sólo para dar razón de nuestro vivir…
Para darnos trascendencia
En un mundo “histórico” e indeterminado
Preconfigurado y contingente
Sobre valorado y valorado
Que no tiene punto de partida…
Y ¿a dónde nos dirigimos
Si no existe providencia?
Y le echamos la culpa a un Dios
Imaginado por nuestras
Pobres y absurdas mentes
Que necesitan un consuelo
Ante la eterna pregunta
Del origen…
Y nos sentimos abandonados
En un mundo carnicero
Y falto de valores
¡Por no tener un principio!
Y entonces nos volvemos
Indiferentes y nos damos lo mismo,
La alteridad nos importa un carajo
Y nos preocupa, a su vez, qué hay del otro:
Que nos afecta, nos mueve
Nos conmueve y conmociona
Pero detrás de todo esto
Sólo nos tenemos a uno mismo
Albergados en una casa sin puertas
Pero siempre vigilada
Por los puercos de la reflexión
Y la edificación de “la vida buena”.
Esta carencia del sentido
Nos pierde en el laberinto de Creta
Donde buscamos constantemente
Una respuesta, una señal
Una salida…
Y aplastamos todo irresponsablemente
Aniquilando el entorno
A la natura, a, y entre nosotros,
Y hasta los que vengan después de eso
¿Qué podrán encontrar?
Un océano de lágrimas
Que lloraremos cuando al salir…
Sigamos sin la respuesta del comienzo
De nuestra era, la más suprema
La más denigrante y la más pordiosera.
Retornamos entonces, y así,
A seguir acabando con nuestra creación
Y hasta con lo que nos es ajeno
Y nos es propio…
¡Todo por una maldita pregunta!
Y nos inventamos “la misión”
Y “el toque divino” que según nos es conferido
Por alguna causa que debemos de haber emprendido
Al final de este viaje que hicimos por casualidad…
Y entonces… nos ponemos en las manos
Del destino o de Dios…
¡Creados por nosotros
y por la ignominiosa terquedad
de seguir buscando el imperioso
origen y final de una historia
que (¿necesariamente?) nos hable
acerca del mundo, la vida, la muerte
por “la misión” y sumisión de nuestra
marchita existencia!
Damos cuentas pobres
Y pequeñas ideas
A cerca de nuestro génesis…
¡Dios ha muerto!
Y el hombre la pasa bastante mal…
Tenía razón aquella persona
Que se atrevió a ver más allá de nuestro laberinto
Limitado por nuestra conciencia
Y finitud, de nuestro ser temporal
Que anhela explicar todo como si fuera eterno
Pero que intenta huir de la inmortalidad:
Agente causante de la quimérica ansiedad
De saber cómo y bajo qué criterios
Alguien nos expuso en un plano
Enraizado en la nada
Donde jugamos a interpretar
Todo lo que nos dicte una posible respuesta
Que nos haga ya de no depender del fuego
Y del sol…
Es en el cielo y en la inmensidad del infinito
Donde encontramos el ejercicio de echar a volar
La paloma con alas rotas…
Sí, presumiendo los cristianos
Que se nos fue conferido el “libre albedrío”
Y “la redención” y todas esas palabras
Que no tienen más fundamento
Que el hecho de que por sentirnos desamparados,
Vomitados y paridos por la mente arrabalera
Que indaga en la soledad individual y colectiva,
Donde asumimos como “la verdad” de nuestro ser
Estar puestos en la mano divina,
Y de creer por nuestra fragilidad
Que nos debemos a un máximo poder supremo
Por no sentirnos expulsados
Del edén, de la matriz
De la generación espontánea,
Y creamos recovecos
Que son igualmente fétidas cavernas
Para azotar la culpa de estar olvidados
Y apuntalar con el dedo
A un máximo motor poético
Al cual podamos maldecir
Por la fortuna o infortunio en nuestra excursión
Por el valle de las lágrimas de sangre:
Por donde pisamos encontramos tierra roja
Que fue teñida por el sacrificio de matar
En nombre de un Dios de nuestra cabeza;
Y escuchamos voces
Y hablamos al aire,
Como si ese otro participara con nosotros
En un diálogo monológico…
Al que creemos le importamos
¡Si al menos existiera!
Y se nos dice cómo comportarnos
Por medio de enseñanzas de algún profeta
O de algún maestro, héroe-trágico
Que atrevemos a tomar como estandarte
Y decir que mueren por nosotros
O que se van de nosotros
Pero siempre vigilantes…
¡Qué paranoia saber que te observan siempre!
Y la culpa ahí metida, nacida por una pregunta,
Nos ha metido en camisa de espinas
En que cualquier movimiento que hagamos
Será para lacerarnos y desgarrarnos la piel
Hasta que perdamos el sentido de lo que estamos haciendo
(si hubiera uno):
Matamos en nombre Dios
Ganaremos esta guerra a su nombre:
En nombre de Dios nuestros caballos
Aplastaran los ejércitos enemigos…
Si fuera este nuestro origen…
Sabríamos que nuestro lazo es de violencia
Y que nuestro destino es el exterminio
De una raza mamífera animal
¿racional?
Pero histórico y trascendental
Porque es producto e hijo de su pasado
Que actúa para un futuro
Y de presente inexistente…
¡Pero ni siquiera sabemos de dónde venimos!
¡Cómo saber a dónde vamos!
Hacemos planes y edificamos una vida,
Nos llenamos de reflexión, y de conocimiento
Como si hubiera algo qué conocer en este mundo
Y apartamos la razón del instinto
Sin saber que nuestro misma ¿razón? Es nuestro instinto
Donde por medios psicologistas le damos respuesta
A ¡nuestro presente!
Y nos sentimos determinados
Cuando todo en el hombre es cambiante
Y es incierto
Inexplicable mas no divino.
No somos hijos de nuestra historia
Tampoco de nuestro pensamiento
Ni del lenguaje…
Somos hijos de la nada
Y de la tierra
Virus que todo infecta y destruye,
Que se alimenta con la enfermedad de su entorno
¡Y hasta de nosotros mismos!
Como un suicidio colectivo
Nos asesinamos y nos ponemos
En brazos de la familia y de la pareja…
Del padre y la madre
De los hijos
De los nuestros y de los ajenos
Que son el resultado de la indiferencia
Que nosotros y los anteriores han ido forjando
Esta indiferencia se coloca en nuestra genética
Y por nuestra misma acción de cultura
Esta misma se quiebra
Y cambia
Da vueltas, se conduce lineal
Se hace una espiral
Y entonces nada en nosotros puede ser verdadero,
Ni el nacimiento
Ni el desarrollo…
Pero la muerte…
Sí, la muerte es lo único seguro que sabemos:
El retorno a la nada, a la tierra y al aire
Donde nos fundimos con el todo
Y la nada del ser, porque si no fuimos
Tampoco seremos
En un sentido metafísico, antiguo y medieval.
No es caer en un nihilismo
Tampoco
Sólo es hacer conciencia
De que si no sabemos de dónde venimos
No podemos saber a dónde vamos…
Y vemos esculpida nuestra historia
En los periódicos
En las revistas
En medios de tecnología
Que le dan en la madre al ambiente
Y por ende a nosotros
¡Y me maldigo cien veces por ser cómplice de ello!
Mis oídos se han acostumbrado
Al clickeo del mouse
Al compás de las teclas del key board
Y a la música que escucho mientras escribo esto…
El referente de los hombres ahora es la técnica:
Prostituta que rebasa la ciencia y a la sabiduría,
La ramera culpable de ser adictos a su veneno
Como la vagina húmeda que se a cuesta
Por primera vez en nuestra cama:
La vemos acostada y sollozante
Hambrienta
Y nos despojamos de todo
Y nos volvemos inconscientes
Nos olvidamos del entorno y sólo está ella
Y nosotros…
Confundidos en un ser
Cuando el orgasmo llega.
Apenas estamos viéndola…
Como adolescentes encendidos
Que experimentan sin medir consecuencias,
Y echamos otra vez esa maldita culpa
De herencia cristiana conforme crecemos.
No, no existe por el momento un orden
Ni una guía de vida
El mundo como lo conocimos de niños
No es ya el mismo
Sabemos que nuestra humanidad es joven
Puberta, etapa en la que nos metemos ácidos
Otras sustancias, la primera cogida
La primera tentación a la muerte
Y la indiferencia hacia el otro:
Somos egoístas como humanidad,
Como adolescentes tempranos
Creyendo que todo gira en pos de nosotros
¿Cuándo entenderemos que no es el hombre
El centro del universo, ni su medida de las cosas
Ni la técnica es nuestro mayor orgullo?
Y la empleamos para retardar la muerte
Pero no queremos ser eternos…
¿Entonces para qué la necesitamos?
Si al rato no queremos lo que nos ofrece.
Y lo mismo pasa con los medios…
Cuando un día nos despertamos y decimos:
Hoy quiero desconectarme del mundo…
¡Como si el mundo sólo fuera tecnología!
Evidentemente nos hemos olvidado
De lo que verdaderamente es el mundo…
Hasta se nos ha olvidado ver los amaneceres
Las lunas rojas y los cielos estrellados.
Se nos ha olvidado qué se siente el agua
Fría de un río que moja nuestros pies
Y nuestro cansancio…
Ya no detenemos a escuchar qué secreto
Cuentan los árboles cuando son apabullados por el viento
Y tampoco nos sentamos a oír el frenesí y el celo
De los insectos en la pradera.
Sólo escuchamos el embrague de los camiones
Y la combustión del motor en los carros,
Sólo podemos saber de ruidos
Que son creados con un martillo
Sobre la carpeta asfáltica.
No, se nos ha olvidado escuchar
El crujir de las ramas del otoño
Y de escuchar el sonido de un silencio de invierno,
De igual forma no entendemos ya
El lenguaje de los pájaros en primavera
Ni de las golondrinas en su arribo al verano…
Ya no comprendemos el constante andar del mar
Que se avienta contra la playa
Ni el romper de las burbujas de la espuma
Que se extiende por la arena…
Toda su existencia se narra en segundos,
Desde que nace en la cresta de ola
Hasta que se destruye con la gravilla
Donde hemos invadido con turismo.
Para qué salir de vacaciones si nos encerramos
En nichos de concreto y vidrio…
¿A caso salir significa romper las barreras del laberinto
Del asesino minotauro y si no encontramos algo afuera
Nos regresamos y volvemos a construir la pared
Para seguir buscando la salida que nos lleve
A la respuesta de nuestro origen?
Se dice que fuera del hombre nada hay
Y que si queremos entenderlo
Habrá que hacerlo desde él…
¿Pero sin reconocer nuestro origen?
¿A caso se ha olvidado el lamento
De los grillos sobre el césped mojado
Por millones de gotas de lluvia?
Seguimos buscando necios
Las respuestas en el hombre
Fuera de la naturaleza
Cuando la misma naturaleza somos nosotros…
Y se le echa la culpa al pensamiento progresista
Occidental, sin saber que los otros también
Influimos en la deconstrucción del ser
Donde unos no se hubieran logrado sin nosotros
Y nosotros no nos hubiéramos logrado sin ellos:
¡Desde el reconocimiento de si éramos humanos!
Vaya favor que nos hicieron…
Dejamos de tener nombres de la natura
Y nos damos la identidad que ya no nos corresponde:
Creación-origen-hombre-lengua
Intentamos entender nuestro génesis
Siendo que nos hemos alejado de nuestro comienzo…
Nos hemos objetivizado como si fuéramos artefactos
Y producto para autoconsumo,
Como un cigarro que se consume en nuestras manos
Donde su historia nace en nosotros y muere en los labios:
Somos tabaco fumado
Que riega sus cenizas en nuestra propia basura
Mientras enfermamos y morimos a diario.
Pero hasta cómo suena el chillar de las hojas
Del tabaco que se quema muerto hemos olvidado,
Así como también el sonido que se produce
Cuando pisamos en tierra mojada
O el sonido tranquilo que se interrumpe con un trueno…
No, ya no escuchamos sonidos…
Sólo ruidos…
Tampoco sentimos la brisa del cielo
En sus primeras lluvias
Ni sentimos la caricia de los animales
Que se buscan cuando aparece el frío.
Ya no comemos identificando los sabores
Ni observamos el ocaso…
Sólo vemos el fin de una era que se autodestruye
Conforme vamos succionando sus elementos…
Y eso que apenas somos nuevos…
¿Qué quedará cuando lleguemos
Como humanidad a viejos?
¡Qué les dejaremos a las siguientes generaciones
Cuando intenten buscar su origen!
Qué hay de las enseñanzas
Si todo vamos aniquilando
Ahora que empieza a ser tarde para recuperar
Lo que ya hemos perdido en el camino…
Hubo un origen…
En algún momento de la historia se produjo…
Pero nos hemos olvidado tanto de la naturaleza
Y nos consideramos ya tan aparte de ella, que…
Hemos dejado de lado la búsqueda de nuestro génesis…
Donde la respuesta se encuentra si nos callamos
Y dejamos a la naturaleza confirmarnos su poesía
Siempre que detengamos nuestro holocausto.
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