El
resultado de mi mala consciencia y mi buena memoria se refleja en los actos de
mis días mientras espero tu llamada. He tenido días peores, lo sé; es sólo que
hoy, mirando a la calle, me encontré pensando en ti más que otras veces…
reflexionando lo que hice y no hice, las promesas rotas y los juramentos que
ahora parecen falsos.
Aún con
el temor de perderte retraté tu sonrisa sobre la pared, como si fuera la única fotografía
de todas las veces que nos amamos… como si todo se redujera a la inolvidable
sonrisa después de llorar. ¿Cuántas veces más recordaré y hablaré sobre esto? Nadie
me amará como tú, bien lo sé ya.
Y miro
al espejo mientras fumo inventándome más historias que contar, con la extraña
sensación de que el tiempo que he perdido lejos de tu mano está guardándome
rencor desde aquella noche de mi sorpresiva despedida. Aquél momento aún me
despierta sudando, romper tu corazón ha sido la más violenta quimera que he
bebido. Me da miedo pensar que el no poder corresponderte ahora estará tan
tatuado en mi piel que se convierta en mi condena.
Han
pasado días enteros que estoy más al pendiente del reloj que de mi propia vida;
han habido otros en que simplemente me río por la desesperación de no saber qué
es de ti, y en aquellos días que voy a verte, es como si toda realidad se
extinguiera, quedando suspendido entre el espacio y el tiempo, entre mi
consciencia y la memoria, entre el mundo y el lenguaje.
Ciertas
ocasiones al expresarme de ti lo hago de tal forma que cualquiera creería que
fuiste el amor de mi vida… aún queda mucho para estar seguro de que lo eres,
pero de algo estoy totalmente convencido: eres la única mujer que supo manejar
mis demonios, haciéndolos suyos y controlándolos con un beso. Empero, esto
significó tal calma en mí que me sentí dormido sobre los brazos de una angustia
que me despertó de manera agresiva. Me desperté queriendo huir de la perfección
y caminar descalzo en los senderos pedregosos del error y la equivocación,
sobre las brasas de mis deseos voraces para resignificar las pasiones, mis
vicios y mi torpeza.
Es por
eso que notas una mirada nostálgica en mis pinturas, vivo en una melancolía tan
constante como mi eterna sonrisa que desconoce infortunios y humillaciones. Sin
embargo, no soy de hierro, nunca lo he sido a decir verdad, solamente nunca me
ha gustado que adivinen mi tristeza y soledad, por eso opto por ser un hombre
solitario, por eso decidí irme de tu lado.
Quizás
nunca entiendas, ni espero lo hagas, el por qué de las decisiones que tomo,
paralelas siempre a lo que siento y hasta en lo que actúo. Quizás no comprendas
que me hizo falta el despojo, el drama y más locura… quizás ni yo lo sé aún. Creo
aún no puedo conciliarme, por eso me arrastro por una gota de lágrima como si
se tratara de mí buscando la supervivencia en un desierto a medio día… quizás
por eso aún busco tus brazos y tu voz, beber y navegar por el manantial de tu
boca siempre dispuesta a reconfortarme.
Sí, te
volviste en el refugio cómodo de mi ser y no quise más que fueras eso. Quiero
decirte que soy la víctima de mis consecuencias, que se arrojan obscuras y
sangrientas cuando te imagino a mi lado, apoyándome en tus hombros, en tus
labios, desesperado por retenerte en el caudal de mi historia que fluye como un
río embravecido, llevándose al océano todas mis memorias: barcos que se hunden
en el fondo o que son abandonados en puertos fantasmas, donde he recogido
vivencias y saqueado pueblos enteros.
No deseo ser el mar
que regrese a tu playa para tragarse tu sonrisa y que nunca más lo veas
regresar, no quiero ser aquél que refleja el sol en sus estelas para guardar al
cielo en su ancha inmensidad.
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