lunes, 7 de febrero de 2011

Del primer beso


El primer beso robado, el segundo dado, el tercero otorgado… los demás buscados, encontrados y esparcidos a lo largo del tiempo que por momentos nos seducían a cerrar los ojos e inventarse en una hoja en blanco. No importa de dónde venimos o a dónde vamos, sabemos dónde nos encontramos y parece que ahora es lo que nos importa. Lo demás se irá dando como los besos arrancados en algún callejón en penumbras. Silencios que se rompen en el marco del miedo y el control.
No hay prisa, tenemos más días, más meses, años… nos enardecemos y enfriamos como si fuéramos un par de velas encendidas hasta consumirnos, nos damos forma y nos deformamos constantemente aplicando una caricia leve, un beso de despedida, abrazarnos al vernos se vuelve el momento adecuado para callar los “me importas”, y quizás algo más. Cuidando lo que decimos, pero que sabemos de cierta forma: “si queremos decepcionarnos, mejor voltearemos a otros lados”, porque aquí, desde nuestro mundo, no será.
Muchas veces decimos “te amo”, y “para siempre”, “como nunca”… y hasta la fecha esas personas que juraron, incluso nosotros, amor eterno, no están. Abandonados en nuestras conciencias a través del tiempo, pero sólo ahí. Nada de eso importa, porque tropezamos, comenzamos y ahora estamos, de pronto, caminando de la mano sin saber que lo haríamos.
Quiero que me lleves a ese sitio etéreo de tu cuerpo, que ha tomado a filósofos, pensadores, sabios y locos a preguntar: ponme en tus manos y dirígeme a tu alma. No tengo la mínima intención de romperla, corromperla y aprovecharme de ella, puedes estar segura. Las experiencias nos han puesto en ese sitio donde no pretendemos seguir experimentando, sino querer bien, sin mucho o poco, donde las palabras alternas son eso, sobras.
Tómame al lugar donde puedo crecer, desarrollarme y procrearme: quiero que tu corazón sea esa manzana por la cual los primeros padres fueron expulsados por querer ser más grandes que Dios. Déjame ser ese fruto que es tentación para tus labios, pruébame una y otra vez, expúlsate del paraíso y ven conmigo a tierra. Condenémonos y seamos vulnerables a nuestro encuentro, que nuestra realidad sea como todas las demás: así de diferentes, así de únicas. Perdámonos en ese ciclo eterno y luego volvámonos a encontrar sumergidos en las llamas para expiar nuestras culpas.
Bésame una vez, dos, tres… multiplícalo por millones que nos debemos por haber coincidido a nuestra edad; caminemos sobre las brasas y sostengámonos del viento para no quemarnos vivos, o hacerlo hasta morir juntos en el deseo primigenio que nos llevó a robarte el primer beso.
¿Sabes que cuando estoy a tu lado, de frente, estoy contigo totalmente? ¿Y sabes también que aún cuando no, estás conmigo? Un día, al abrir los ojos, vi una sombra que no reconocí al momento, pero que a través del día me siguió hasta al punto de verme caminando a tu casa, sentarnos en restaurantes, bancas, en las butacas de los cines, en este instante conmigo. Deposito la mirada a otros lados cuando me dirijo a la oficina, es el mismo que tomo al ir por ti, sonrío de recordar cómo empezó este viaje, sonrío de regreso porque es lo mismo, aunque no se siente igual, y te volviste sin querer, en la mejor parte del día, o de la semana, cuando en tu espalda y en ese espacio entre tus clavículas y tus pechos, me hallo recogiendo la leña para darme calor en la última etapa del invierno.

2 comentarios:

Lilith Lalin dijo...

Que hermoso ñ_ñ

Pluma de Fénix Negro dijo...

así fue el primer beso :D HERMOSO y sorpresivo