martes, 16 de octubre de 2007

Cena para tres

Una persona amó y fue su infierno, la otra nunca lo hizo y fue su condena...

Cena para tres (versión original)

Llegué a la casa esa noche; entré y todas las luces estaban apagadas; me desconcertó un poco, pues se suponía que mi mujer debería estar en casa. De manera no habitual, todos los muebles estaban impecables, la cocina perfectamente en orden; sin embargo, el aire traía un olor a comida italiana. Me dirigí al comedor, velas, vino, cubiertos de plata, pero… ¿Y mi mujer?
Tomé aliento y me asomé por el balcón, cuya vista a la ciudad nocturna me satisfizo, más que la idea de indagar sobre el paradero de mi esposa. Me metí a la casa de nuevo, cerré la puerta y bajé la persiana. Fui a la recamara, la vi recostada en la cama, estaba mi mujer envuelta entre las sábanas. Intenté despertarla haciendo ruido, pero al no conseguir mi objetivo, decidí moverla… Ella estaba muerta.


Cena para tres (versión onírica)

A tientas, sin rastro de luz amiga, caminaba sobre el agua, a mis pies llegaba el susurro de olas inciertas, de mares de antaño. Tras la puerta se alzaban tres andamios: dos por desvencijarse y el otro seduciéndome a escalar. Elegí el segundo, trepé en él con las facultades de un simio ciego, justo en el último escalón dejaba las penumbras para llegar a los relojes de Dalí. El tic – tac perpetuo de aquél desierto ya, taladraba mis tímpanos; y los pies, ya secos, se convertían al unísono en dos manecillas. De pronto, una treintena de mujeres desnudas desfilaban frente a mí. Todas con diferente cuerpo, pero con el mismo rostro.
Subí, aún convertido en simio, por un árbol que me permitió observar cómo las mujeres se derretían y se convertían en cadáveres. Observé así mismo, cómo un agujero se abría en lo profundo del desierto. Un ataúd, tallado en caoba, se alzaba al centro con el epitafio de mi madre.


Cena para tres (versión encabezado de periódico amarillista)

¡LLEGÓ DE GORRA!
Un hombre encuentra a su mujer muerta en la cama, después de que ella le preparara la cena de aniversario, una cena para dos. Véase Pág. 13


Cena para tres (versión metafórica)

Con el sol blanco apuntando la hora mística, llegué a las tierras de mis dominios, al poner uno de mis gemelos viajeros, fijé los espejos de mi alma sobre las luciérnagas que no titilaban en los bosques. Como nunca, los colores del paisaje estaban despampanantes, todo brillaba con el rocío que había dejado la lluvia temprana. Un huracán arrastraba hacia a mí los restos de la ciudad de Roma. Me dirigí al claro de luna, antorchas, vid amargo de la sangre de las hembras, minerales blancos, pero… ¿Y la princesa encantada, dueña de mis tierras?
Tomé el soplo de un arcángel en mi boca, y postré las luces de mi rostro hacia la nada; nada de mi vacío abismal, de los océanos que rodean la pangea del cuerpo flotante, escondía el diamante de mi rosa perdida. Regresé al sitio del lamento acucioso de su tallo de olvido.
Me dirigí a la copa benigna del vino de Morfeo, mi princesa de la rosa entintada con sangre se encontraba atrapada en las blancas llanuras de las nubes que abrazan. Intenté tocar campanas y hacer trinar a las golondrinas en la espera de mi bienvenida a los terrenos de la pasión guardada, pero no obtuve movimiento de sus ramas ni de sus estrellas, intenté hechizarla con los guantes pordioseros de mis quebradas esperanzas… Ella se sostenía fría en el manto mártir estelar del Ades.


Cena para tres (versión paranoica)

Llegué desesperado a casa esa noche, ojos en las calles me seguían, dedos me apuntaban, la gente insistía en seguirme hasta la casa; entré y todas las luces estaban apagadas, ¿qué habrá pasado? ¿Se habrá metido alguien a robar? ¿Estará mi mujer con otro? ¿Me habrá dejado y se fue a vivir con algún amante? ¿Y si se suicidó? ¡No! ella no me haría algo así, estoy loco, pero, no puedo evitar pensarlo, a lo mejor cree que estoy loco, ¿y si ya no me quiere? Tendré que subir las escaleras lo más rápido, a lo mejor la encuentro con alguien más, juro que lo mato, y a ella también… No, no podría, pero seguro me divorcio, y luego qué, a pelear los bienes, verla después, olvidarnos, volvernos a casar y… No, no puedo vivir sin ella, pero si tiene un amante, seguro me mato. Sí, eso haré si la encuentro con alguien más.
¿Por qué estará todo limpio y en orden? ¿Habrá tenido alguna visita? ¿Simula que todo está bien para que yo no me preocupe? ¿Dónde está? Sí, ya sé, me asomaré por el balcón a ver si viene en camino.
No, nada, pero, ¿por qué la gente me mira, qué les hago yo? ¿Sabrá alguno de ellos que mi mujer está con alguien más? No, no puedo soportar esto, tendré que regresar, ¿y si todo está en silencio porque me oyeron llegar? Iré a la recamara, sí, eso haré. ¡Basta! Esto no me puede estar pasando, ¿por qué huele a comida? ¿Le habrá cocinado? Y la mesa por qué estará puesta… Por qué la comida sigue intacta… Se habrán metido a hacer el amor sin tocar los alimentos… No habrá llegado ya… ¡Carajo! ¿Dónde está?
La ropa me aprieta, me la voy a quitar, sí, si está con su amante en la recamara este es el pretexto para agarrarlos en el acto, sí, eso haré, es la excusa perfecta.
Mírenla, dormida plácidamente entre las sábanas, no la despertaré. Pero, ¿estará enferma? ¿Y si se durmió para ya no hablar conmigo? ¿Estará cansada? ¿Pero de qué? ¿De hacer el amor con alguien más? ¿Por qué ni con ruidos se despierta? ¿Estará tan cansada de estar besándose con algún amante que sí la pueda complacer? A caso, ¿será que ya no la complazco? ¿Ya se aburrió de mí? Necesito hablar con ella, sí, necesito una explicación, tengo mucho calor, estoy sudando mucho, ella no puede hacerme esto, no, ella no, por favor no.
¿Por qué no se mueve? Amor, despierta, amor, chiquita, no, vamos, despierta… ¿Qué pasa, por qué está todo obscuro? Amor, despierta, despierta, despierta, despierta, despierta, despierta… ¿Te habrán matado, te suicidaste, fui yo sin querer…?


Cena para tres (versión policíaca)

Aquí mi tres veinte, tenemos un sujeto identificado con el nombre correspondiente a Saúl que se dice haber llegado a su hogar y encontró a su mujer en estado tres noventa.
Sí, mi tres veinte, dice el sujeto que no se explica aún qué fue lo que aconteció en su domicilio, el forense dice, mi tres veinte, que una mujer de aproximadamente de unos treinta años, falleció a causa de un dos ochenta tras preparar un siete veintidós, mi tres veinte.
Afirmativo, ya tenemos al uno cincuenta compadeciendo los hechos ante mi compañero de ésta unida…
Sí, mi tres veinte, en un momento nos dirigiremos al uno cero uno para llevar el caso correspondiente ante el juez y poner al uno cincuenta bajo sospecha de un seis sesenta y seis, mi tres veinte.
Afirmativo, estamos en contacto, mi tres veinte. Claro que sí, pasamos en la noche por unos doce cuarenta en dirección al uno cero uno para después echarnos unos veinte tres veintidós y seguir con el turno del doce doce.


Cena para tres (versión de barrio)

No, pus llegué a mi cantón a las medias noches bimbo, y ¡zaz! Carnalito, que estaban todas las luces apagadas en mi chante. No, pus qué te cuento, al chile pensé que mi vieja andaba poniéndome los cuernos con algún paisa, pero nel, ni madres, estaba loco “compa”. Pásame un cigarrito porque esto se pone color de hormiga, mi chavo.
No pus, al chile que subo bien encabronado, con ganas de partirle la madre al pendejo que se la estuviera tirando, al chile, de paso a ella le tocaba una madriza, también, por culera. Pero nel, ni madres, la neta se había rifado mi morra, al chile, carnalito. Había sacado los trapitos más chingones para el chivo y el cantón estaba, mira, pero si reluciendo de limpio, al chile, mi morra me había preparado una cena acá, bien romanticona para después echar la pata. Pero pus mi morra no aparecía, y al chile yo me pregunté, no mames canijo, ¿estará con su jefa? No pus al chile yo sí me asomé por el balcón, carnalito, y ni madres ni señas de ella, nada ca… Nada. Pus me fui a mi nidito y sí, efectivamente ahí estaba la cabrona, tendidita la hija de la chingada, bueno, eso pensé, al chile, no te voy a mentir a ti que eres mi “compa”. No pus la neta empecé a hacer ruidos para despertarla, pero nel, ni madres, al chile me sacó un pedote desde ese momento ca… La neta sí me asusté, pus ya era mucho a la mamada, ¿no? No pus al chile, carnalito, que la empiezo a sacudir, pus no mames, ya andaba yo bien espantado… Y pus sí ca… Mi morra ya estaba bien tiesa, ¿cómo ves? Al chile sí estoy bien agüitado.


Cena para tres (versión fresa)

No, pues, esa noche yo andaba de luces por la ciudad y llegué a mi casa, o sea, ¿me explico, güey, o sea, sí me vas siguiendo? Y cuando entré, o sea, estaban los candelabros de mi casa apagados, ¿ o sea, me entiendes lo que pasó por mi cabeza, o sea, no sabía qué onda? ¿Qué hubieras sentido, o sea, me explico, no, güey?
Total, cuando llegué, pues vi que la mucama, pues en buena onda, la niña había hecho todos sus deberes, incluso había preparado comida italiana. La verdad, y no te voy a mentir, o sea, en serio no, pues parecía ser que mi chica le había pedido que sacara la vajilla fina, me entiendes, ¿no, güey? Mi niña había estado planeando una cena súper romántica para los dos, o sea, súper romántica… Pero ella no aparecía, y raro, porque ella siempre salía cuando yo llegaba a darme mi beso, o sea, sí me entiendes, ¿no? Me explico, ¿no, güey?
Total, me asomé por el balcón y nada, la verdad, güey, y no te voy a mentir, pues sí me saqué de onda, güey, yo estaba súper, mega espantadísimo, o sea, no lo podía creer, o sea, cómo mi chica iba a estar a altas horas en la noche sola… O sea, ¿me entiendes, no, güey? Bueno, total, hasta le marqué al celular y no, o sea, ya, la verdad, tú dime, ¿qué hubieras pensado? O sea, ponte en mi lugar güey, o sea, la verdad qué hubieras hecho o qué hubieras pensado de que tu chica no estuviera en casa… O sea, me explico, ¿no, güey? En fin, fui a la recamara y pues me tranquilicé al verla en la cama con las sábanas finísimas que mi mamá nos regaló para nuestro aniversario. O sea, la verdad ni la quise despertar, pero la verdad, o sea, ¿cómo te explico, güey, que me había así, súper emocionado por la cena que había mandado a preparar? O sea, ponte en mi lugar, güey, o sea, la verdad pues sí tenía ganas de estar con ella, güey. Total, ¿no? comencé hacer ruidos y no, ella, la verdad pensé, estaba súper cansadísima y que por eso no se despertaba. Sólo dije en ese momento, por diós que esté bien, o sea, ponte en mi lugar, güey, ¿no habrías pensado lo mismo, güey? En fin, pues la moví y ella ya había fallecido.
La verdad es que sí me ha afectado, la verdad, güey, la encomiendo así, mucho con Diós para que la tenga en su gloria, ¿me entiendes, o sea, sí me explico, güey?


Cena para tres (versión reportero)

Algunos lo llaman suerte, otros destino, otros tantos dicen que a quien le toca le toca, y es que nadie, pero nadie puede imaginarse llegar a su casa y encontrar a su mujer, muerta.
Esta es la historia de un hombre, como cualquiera de nosotros, que llega a su casa después de un arduo día de trabajo y que espera encontrarse a su mujer para pasar la noche.
Saúl, quien ahora está destrozado, halló a su mujer sin vida en la cama. Se dice que la mujer le había preparado una cena romántica, según, para festejar algún aniversario; la mesa, estaba puesta para dos, pero nunca contaron con la llegada de su tercera invitada… Esto, fue lo que sucedió…
Informó, para hechos del trece, Ricardo Salazar. Que Diós, la tenga en su gloria.

No hay comentarios: