martes, 16 de marzo de 2010

Sólo por hoy


Te escribo con la esperanza de que me leas, con la intuición de que te gane la curiosidad de saber cómo estoy. Prendamos un cigarro, fumemos juntos aún en la distancia, juguemos a estar cerca esta noche, dejemos que la imaginación nos alcance para que, mientras leas esto, nos veamos… y después desaparecernos.
Me gustaría, mi ángel, decirte lo vacío que suenan tus palabras ahora que te has ido, y que me he obligado a despedirte para siempre… pero no, no quiero llenarte con reclamos, discordias y otros sentimientos parecidos, todo eso te lo regalo, no lo necesito. Si decides llevarte la culpa de todo esto, no pondré resistencia ni te diré: “fui yo”, pues no es así, tampoco es echarte la culpa, en un amor, como en el baile, no hay errores, ni malos pasos, sólo son pasos, sólo hay acciones, que no siempre nos definen, pero o nos juntan o nos separan.
Por esto mismo me gustaría agradecerte el hecho de que te hayas ido sin darme explicaciones, que te hayas marchado sin dramas ni malas palabras. Recuerdo haberte pedido que si te ibas un día, no dijeras nada y que sólo te fueras… no sabes lo difícil que es llevarlo a cabo y morderme la lengua para no preguntarte los por qué, darle entrada a que la duda juegue en mi mente y me aniquile lentamente el hecho de saber si te fuiste por alguien más, o por miedo… o cobardía.
He de confesarte que todo este tiempo no he llorado por ti, no tengo ganas de hacerlo, ni siquiera siento tristeza; tampoco quiero tenerte como amiga, ni saber de tu vida… o si existes o dejas de hacerlo; sólo quiero mandarte un beso esta noche, abrazarte en mi mente por última vez antes de dejarte ir y soltarte como un niño pierde un papalote en una fuerte ventisca. Seguiremos con nuestras vidas, ni siquiera siento ganas de desearte lo mejor, ni festejarte con palabras que te lleguen al corazón para que te vayas con una sonrisa si te acuerdas de mí, o que arrepientas tu partida al escucharlas o leerlas.
Hoy te entierro, en mi cuerpo, en mi alma, en la mente… no es dar vuelta a la hoja, es arrancarla, quemarla y soplar las cenizas… escribirte por última vez y eliminar de mi memoria que hubo este final: donde tu ausencia me hizo escribirte y expulsarte de mis pensamientos. Quiero, que al llegar la mañana, si te veo… no reconocerte.
No te guardo rencor, ni siquiera desprecio… hoy te extraño, como nunca… pero hoy te vas, como una puta, como una amiga, como mi amante, como mi pareja… el título hoy da lo mismo, o lo que hayas sido, hoy te extraño porque necesito un abrazo, porque necesito platicar, reírme y saber que no estoy solo, hoy me gusta pensar que te digo al oído: “te quiero ¿estarás aquí, mañana, junto a mí?” Me importa una chingada si amaneces a mi lado o no… así como si me dejaste o te fuiste… lo único que me importa, hoy, es imaginarme que no estoy solo y te estás fumando un cigarro conmigo a salud de la crónica exacta de lo que pudo ser… y de lo que no, pues lo que fue… sólo pasó a ser, y así como pasa… pasarás a ser parte de la lista de fracasos que guardo en el cajón… junto al recuerdo de mi pasado.

3 comentarios:

Lilith Lalin dijo...

Intenso. Un capítulo más de muchos otros que vendrán.

Pluma de Fénix Negro dijo...

sólo que este capítulo se convirtió en un cuento de terror ;)

D'Naidak dijo...

Por un momento, vi reflejada una historia mia en tus palabras...
Que dificil cuando llegan esos dias donde dices Solo por hoy... luego pasan... pero que mas decir, me agarraste en mis 5 seg de dobles