jueves, 18 de febrero de 2010

La fotografía


¿Cómo lograr un verso tan exacto y perfecto para poder derretirte y te escurras a mí y llegues hasta aquí en forma de agua? ¿Cómo puedo sacarte de la fotografía que hoy me enviaste para que duermas conmigo, y antes de amanecer, te devuelva a ella con un beso? Quiero preguntarte: ¿qué pensarías de mí si cada día que pasa sólo quiero ir a ti para ser envenenado con una dosis de tus manos y tus piernas? ¿Qué pensarías si rechazo tu vacuna si intentaras librarte de mí sin antes estar conmigo?
Esta noche sólo puedo tener fotos tuyas, que a veces parecen fantasmas de la crónica que no ha sucedido… ¿qué me dirías si cansado de esto voy por ti para tragarme tu corazón a cambio de que tragues mi alma? ¿Qué dirías si te preguntara si quisieras venir para que nunca más lo veas y sea a mí a quien extrañas?
No me mal interpretes, no quiero que pienses que sufro por algo que aún no pasa, o que pasa de alguna forma en una realidad alterna donde cada noche eres mía, donde cada noche te recorro con mis dedos para conocer centímetro por centímetro tu piel de luna, esa piel que es más mía que tuya, pues sembré en ella algunas letras que les niegas germinar para ver la luz de día, para ver la luz de un orgasmo simultáneo que te persiga hasta la cumbre de tu vida… tu muerte, donde la última imagen que veas, sea mi rostro cansado de amarte.
Hoy llorabas su ausencia, pero, princesa, para qué llorar por la ausencia cuando tienes alguien presente dando vueltas por tu mente, mientras te persigo con mi pluma para grabarte letras en la espalda y morirte con un beso desgarrado de mis labios para que bebas de mí cada litro de sangre que pueda sanar tu alma.
Haz de mis hilos de sangre la tela para que puedas vestirte al ritmo del compás de mis palabras, donde lo último que quiero es no hacerte daño a cambio de que nuestra historia nunca finalice; así estarías impresa en cada texto escrito por estas manos que han perdido dirección, así tu memoria se verá sublimada cuando al pasar de los años alguien me lea y se enamore de ti por todo lo que tú y solamente tú has sido capaz de hacer sentir en un cuento narrado de toda la vida.
Si tan sólo pudiera incinerar tu pasado y devolverlo para que sea mi presente, no estarías arrastrando las manos a la cara por sentir distancias que son como llagas que se extienden por la piel, que son como manecillas que el reloj va lacerando con arrugas y marchitándonos, hoy quiero detenerte el tiempo para que luzcas siempre joven, en un cariño que pueda perpetuarse en paredes que aún no nos han visto cantar música de los años 50’s cuando Agustín Lara narraba, desde entonces, lo que puede ser nuestra vida compartida.
Te pido que nunca vengas a mí por consuelo, sino por amor, durante el amor cerraré cualquier cicatriz que pueda ver a través de tus ojos, pues estaré sumergido en ellos como demonio que queda atrapado en el espejo, suspendido en una fantasía bíblica de un exorcizo donde la única forma de salir, sea la de tu mano sobre mi boca a punto de besarme y hacerme estar dentro de las entrañas… donde pueda estar cerca de Dios, cerca de tu gloria. Enjuga esas lágrimas para que no pueda coleccionarlas y mezclarlas con todas las fotografías que me regalas para seguirte escribiendo. Mejor ven y átate a mi mano derecha para que comandes la dirección y destino de todas y cada una de mis cartas y te asegures de recibirlas, sólo a ti, que no cambien el curso para que vea siempre donde estarás recostada en el lugar donde te deje esperando hasta volver a encontrarnos.

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