jueves, 4 de febrero de 2010

Lluvia en la ciudad



Conforme la lluvia en la ciudad festejaba 50 horas continuas mojando nuestras calles, viniste tú a mi pensamiento; la lluvia cesó, pero no se detuvo el continuo deseo de que estuvieras frente a mí, en silencio, dejándote llevar por el instante en que un ángel aparece cuando dos personas se quedan mirando fijamente, detenidamente; cuando lo único que estorba es la poca distancia entre dos cuerpos que se reconocen: olores, rostros… piel.
Y me puse a reflexionar acerca del espacio y el tiempo conforme las gotas caían en la ciudad ocasionando estragos en los ríos de asfalto, y cuando pensé que estaba distraído de ti, regresaste como golpe a mi memoria, como esa gota que cae desde el cielo y se estrella para morir sobre el cabello… si tan sólo estuvieras aquí esta noche, si no fueras un fantasma de mi conciencia que niega a abandonar tu imagen que se desnuda en la cama invitándome a pecar mientras tus piernas acuciosas provocan pelea.
Tiempo, espacio… velocidad, distancia… si estuvieras aquí, no tendría por qué más estar en mi balcón sólo, viendo como llueve: la gente se esconde del agua, los animales se enroscan, la gente en sus negocios comentan de la lluvia contemplando la ausencia de ventas… y tú tan lejos, donde no puedo abrazarte por la espalda, ni rodearte con mis brazos por tu cintura; viendo a la calle, pero mirando mi alma que recoge tu rostro para besarla.
Volví a mis deberes, pero tus taladrantes palabras esta noche no me dejan dormir, esta noche que me desvela mientras vela la pregunta: ¿y si tan sólo…? Y si tan sólo estuvieras aquí por un día, hoy, precisamente en esta noche que solicito de tu cuerpo para entregarte mis servicios de tierno amante que no conoce los límites de la razón y la locura; qué pasaría si de mis besos te contagio la forma del querer perder la cordura para que renuncies a todo por un momento pendiente que no logra brillarle la luz fría de la confidente luna, que me acompaña mientras tú estás tendida en las sábanas, sola, durmiente… bella. Así te encuentro esta noche en mi casa, en mi cabeza, riendo, jugando desnuda alrededor de mi sala, de mi cocina, en el patio y en cada rincón que grita “dónde estás”; y me exigen todos los recovecos de esta habitación que te traiga para que les des nombres e imprimas historias que se narren al ritmo cardiaco apresurado de mi respiración y de la tuya.
No quiero que te vayas de mi mente esta madrugada, y no quiero que todas estas imágenes se vayan como la lluvia se va por las coladeras de esta ciudad. Quiero que seas una estrella en el ancho universo para que te asomes y me vigiles todas las noches que no pueda tenerte cerca… y que no te encapote el cielo con sus nubes para que pueda saber que estás presente, aún cuando estés con otro, aún cuando tu sueño sea pesado y te robe de mí, de mis ideas y de mi pecho, de mis alas… estas alas que van contigo, hoy, para cobijarte con su plumaje hasta que el inconsciente haga de las suyas y te acomode en un sueño donde aventuras a ser la princesa encantada de mis cuentos, de mi vida, y de una historia que comparto con un tercero en discordia, que te avienta a mis brazos… ¿o será que yo te aventé a sus brazos por no atreverme en su tiempo…?
Necesito grabarte en la espalda un poema que he recogido al alba, y acomodar mis versos en los sitios donde sólo a mí se me haya ocurrido morder para dejar la huella jamás impresa por tus amores, y explorar con mi lengua lugares en tu cuerpo que aún no conozca por mis amoríos y desatados tropiezos. Esta noche, como podrás darte cuenta, me encuentro sórdido de tantas fotografías que aún no son tomadas, y de tantos deseos mundanos exquisitos de poder tocarte hasta que mueras para que pueda, entonces, bajar al inframundo por ti y te rescate con una caricia del infierno para que arda tu sangre cada minuto que la distancia nos separe como en esta noche nos encontramos.
Está por terminar la media noche… y ha vuelto a llover… está por terminar esta noche y no… no te dejo de ver.

1 comentario:

Lilith Lalin dijo...

Me he identificado mucho con tu texto. Es hermoso.

Hasta la siguiente.

Sofía