domingo, 12 de diciembre de 2010

Después de ti... Carta II


Los días comienzan a fundirse entre sí, en las noches en que el pensamiento que estas pasando la madrugada o el día entero con él me roba el sueño. ¿Qué has hecho con todos esos recuerdos en que después de cada orgasmo jurabas nunca dejarme? ¿Qué has hecho con esas fotografías donde te abracé en la primera lluvia de verano, los dos en el balcón, y yo sólo detrás de ti tomándote por la cintura, sintiendo la brisa, no sé si de tu aroma o de la lluvia que lavaba mi rostro? ¿Qué ha pasado con todo el vino bebido mientras brindábamos por este amor, con todos los sueños y los planes? A veces creo duele más lo que pudo haber pasado que lo que pasó en sí. Ha habido veces que te he odiado tanto como te he amado. Días como ayer tenía ganas de gritarte te amo, que me faltas, que te extraño. Pero cuando rompes en hacerme saber que a ti no te importa ya, sólo cierro los ojos y aprieto los puños: fuiste el amor de mi vida, y es bueno saber que la conocí… aunque no fui lo mismo para ti. Decirme que no ibas a volver, fue tragarme una bala que se escondió en el pecho. Cambié por ti, pero después de ti he cambiado tanto que me he deformado y vuelto a cobrar forma en un ser que apenas reconocerías.
Ha habido días en que me falta fuerza para salir de la cama, días en que el agua tampoco recorre mi cuerpo como lo hacías tú en noches como esta. El frío de invierno jamás cobró tanta fuerza en mis huesos, a veces me desnudo y salgo al balcón en medio del manto nocturno para borrar el rastro que dejaste en la piel, esta piel que guarda la pasión de tus uñas sobre mi espalda. Me prohíbo hablar de ti, pero aún no puedo lograrlo; realmente no quiero volver a verte, no por odio, sino porque dueles, porque tu olor es diferente, ya no es el que había conmigo, tus ojos no brillan como antes lo hacían cuando me tenías cerca, he dejado de apresar tu aliento… pero aún así sigues durmiendo conmigo, continúa despertándome el eco de tu risa, de los te amo guardados en las paredes que a veces tocan mi pierna y me dan un beso. Entonces rompo en llanto lamentando tu presencia que se pierde en la obscuridad cuando trato de acariciarte, y juegas desnuda en mi recámara sin dejarme alcanzarte, burlándote de mi desespero por tenerte acomodada entre mis sábanas.
Jamás conocí un sufrimiento tan cruel como el que vivo contigo, sin ti. Los días se hacen cortos, las noches largas, los segundos desaparecen y parece que todo es metido en un frasco que revuelve el tiempo de los instantes con el infinito.
Ayer miré a la luna, buscándola, dejó de alumbrar para mí, ahora está en otro cielo compartiendo su belleza oceánica: profunda, única. He lanzado al mar estelar todos mis sueños contigo y hasta la esperanza de verte regresar. El mismo me devuelve lo que le arrojo, en forma de estrellas, pero no hay alguna que me traiga tu nombre o tu cuerpo de nueva cuenta para terminar con esto… he pensado que si regresas lo harías para abandonarte. Mi conciencia tranquila por tu amor, por lo que he dado, y la tuya sabiendo que pudiste dar más, son temas que las nubes recogen para ponerlas en la lista de fracasos guardados en el cajón, donde bebo la memoria más dulce de mi vida, aquella que derritió las capas de mi alma para poder servirte y amarte hasta con el último respiro de mis poros, que lloraban sobre ti cuando el amor se hacía presente cada vez que te miraba mientras estaba dentro de ti.
Ahora dime, mi niña hermosa, dónde pongo todas estas noches de quiebre, las noches pendientes y las noches que te tuve… dónde las guardas tú para poder estar feliz con él… qué ha sido de todo lo dado, y lo que pasó en mundos alternos. Nunca pensé que tu olvido fuera tan pronto, hice historia en tu vida, lo sé, pero no es suficiente para que en cada beso que le des a él me veas.
Recomenzaré mi vida en pocas semanas, tendré trabajo empezando el próximo año y me perfilaré para dejar todo lo vivido en este lugar, contigo. Amores volverán a ir y venir en lo que me reparo, diferentes situaciones se darán cita en mis manos hasta que mi reconstrucción esté terminada.
He optado por salir los domingo a leer a una cafetería, a comenzar a ir solo a los bares, al cine, a vivirme… a disfrutarme y dejar de tenerme miedo, “lo que no te mata te vuelve más extraño y más solitario”, pero no deja de ser una experiencia más que cambiará mis pensamientos y mi perspectiva de vida. Es destruirme de cierto modo para ser. Empiezo tomar las cosas de la vida que sólo son, y a querer disfrutar la esencia de mi vida: navegar solo y recoger amores en los diferentes puertos de la ciudad, comprendiendo que mi condición es la de amar, y no la de ser amado.
Conviviendo con la familia de mi hermano, de escuchar y observar cómo se han acoplado, veo que por mucho que hayas sido el amor de mi vida, no me correspondía estar contigo, de otra forma seguirías aquí nadando en el mismo río que yo. No, no me daré por vencido, aunque me sienta derrotado, ya dejé de estar tirado en el suelo, pero aún me encuentro de rodillas, rezando al balance de la vida que se incline a mi favor para poder pararme y colocar la vista al frente para no ver atrás, donde te siento llamándome aunque se te ha olvidado cómo hacerlo ya… Ya no puedes hacerme más daño, morí el día de ayer; pero ¿cómo dejo de pensarte y recordarte en cada canción, en cada poema, si aún en la barca del lago del olvido, te bebo? Sólo el tiempo, algunos dirán, pero es tan relativo… que los días se funden con las noches y me pierdo en el silencio para que los susurros de mi habitación azul me cuenten la historia de aquella roca de sal y de coral que se quedó esperando el amor que se robó el mar.

2 comentarios:

Ximena dijo...

Lo siento...

Xim dijo...

Puedes odiarme... estas en todo tu derecho.